lunes, 6 de mayo de 2013

Mayra Oyuela, poemas


Foto de Carmela su blog
ÍNDOLE
Deja que respiremos el velo
que nos oculta el uno al otro
Paul Celan
Aprendí de la nostalgia
la parte más oscura del camino,
cuando la luz es un velo cegador
que no permite pasos firmes,
ni huellas hundidas para dar de beber
a la fiera que camina tras cualquier errante.
Aprendí:
la palabra es el suceso,
la circunferencia,
el átomo que respira tras la tinta en el papel.
Aprendí a creer no sólo en lo sensorial y lo evidente
la poesía es lo que está dentro del guante,
el pabilo sumergido
una y otra vez en la parafina
para luego abrirse en luz
en una casa de bajareque,
en pleno noviembre, en plena madrugada.
Aprendí
a asumir un tembloroso no en los dedos,
a entender lo lúcido del miedo
cuando la enfermedad llega a la cama de la madre.
Aprendí, que no he de aprender a decir adiós
y mucho menos
cuando se trata de esos huidizos poemas
que delibero y nunca he de escribir.
Aprendí a no llamarme poeta en el primer encuentro,
a ser atinado con los seres
que de antemano sospecho comenzaré a amar,
aunque no sepa hablar de amor
y tampoco quiera aprenderlo.
Aprendí que la intimidad no existe,
las ideas novedosas son el principio
o el final del diálogo entre los transeúntes
que rozan tu hombro en medio del camino.
No hay nada nuevo en este mundo
y eso debo aprenderlo
porque aunque sé,
que cada individuo es un evento irrepetible,
el ser es como una mancha en el techo
al que se le hallará todo tipo de formas.

Texto extraído de Barcos de agua natal. Antología de poesía latinoamericana desde el siglo XXI. Selección de Jocelyn Pantoja y Rafael Saravia. México-España: Proyecto Literal y Ediciones Leteo, 2012, pag. 127. 

Poema para nunca ser leído después de una única noche y otros poemas
I
La poesía no es una joya, es como el amor,
tiene que ser aniquilada para existir.
Karl Vennberg
Toda desnudez es mediocre si se está a solas,
mediocre la alegría,
insuficiente si no es en el cuerpo amado.
Humillante es toda pasión
si no hay manos para besar
ni recuerdos para roer.
Sufrir por amor es paz,
Atolondrarse en los resquicios de un amor
como la memoria primaria,
como la necesidad primaria
y ahogarse por lo inocuo de un deseo.
Protuberante es el amor,
camafeo tras la piel que no se deja ver.
La rabia es la parte más febril de los amantes,
terrible es el amor, terrible
y cada vez es vez primera.
Amar es dejarse devorar,
es toda ausencia de sigilo,
amar no es para amantes,
amar es para astronautas
y para personas con pies en tierra
y cabeza en el espacio que ocupan las dudas.
Una vez más como caída en desgracia,
ardiente la pálida luz de las palabras que convoco,
la sensatez no ha de ser mi mejor aliado,
presta a todo lo dicho
alimento con alfabetos a las esperanzas
que mueren en mi casa
¡Estoy perdida!
Retorno,
el amor ha sido el mayor de mis vicios.


TRÁGAME LUNA

O aterriza en este océano que soy.
Mirá que tengo la piel fosilizada de lenguas
y un abanico azul que golpea
desde mis trompas de falopio.

He acampado en la sangre del abismo,
he provocado la suntuosa apatía por los ocasos.
Mirá que busco los ojos del sur
y llevo en las manos
el paracaídas de la locura.
Escúchame luna,
la serpiente de la soledad
moldeó mi estatura rompiendo mis olas,
inyectando la dosis precisa de la seducción.
Mirá que me ha mordido desde adentro,
profundo,
vaciando los restos de la nostalgia,
esa que se reproduce
en el inventario de las sorpresas,
me ha dejado intacta la incertidumbre
y esta reseña de manipular los géneros
a mi conveniencia.

He volado profundo tus cielos, luna,
mientras un hombre
ha deletreado mi arena más húmeda.
He comido de la catarsis de la investidura.
Trágame luna
o volvete caracol, velero, arrecife,
lo que querrás
pero volvé, acampá,
quédate


Mayra Oyuela leyendo el poema Tranviaria en el Festival de Nicaragua
Tranviaria

Llevo al mundo como pendientes en mis orejas,
rozo con mis pestañas a los desconocidos,
beso manos de transeúntes
(hormigueo en los labios).
Que alguien me aborde,
soy el metro que esta ciudad jamás conoció,
atrevidos en mí todos los años,
en mí el transcurrir,
en mí la palabra ventrílocua de cada estación,
en mí la espina y el diente que muerde la rosa de lo oculto.
Mis muertos no son sombras raídas en la luz.

Que alguien me aborde,
sé cuál es el principio y el final de este cuento.
Que alguien suba y se detenga en mí,
mis ojos son túneles que dan a cualquier lugar,
mis manos paredes para reposar en lo oscuro,
mis brazos sillones para que vengan a hacer el amor.
Roto ya todo lo íntimo en mí,
he de saberte andar, mundo,
con los puños cerrados en señal de auxilio y no de defensa
cerrados para llevar en ellos el resto de aire
que no supo caber en mis pulmones.
En la imperfección está lo bello.
No necesito ser el poeta sino el poema,
la belleza esta por encima de la lógica de cualquier poeta.
Necesito andarte despacio, camino,
no me detengo en el asombro de saber llegar, mundo:
En tus barrios, tatuadas están las paredes de calcárea sumisión,
en tus barrios fue donde aprendí a defender el descenso.
Soy el metro que esta ciudad jamás conoció;
en mí los volantes con fotos de desaparecidos,
en mí túmulos de palabras que alguien no supo barrer bajo la alfombra,
en mí el transcurrir.
Que nadie venga a preguntar por qué no te describo, esperanza,
yo hablo de eso otro bello, que no está en lo bello.
Abórdenme predicadores de la tarde,
zanates, pirueteros, estudiantes: no olviden el punzón
y escriban en la oquedad de mis vagones
teléfonos para citas de amor,
DJ, bartenders y todos con título de extranjerismo en su profesión,
suban carniceros del San Isidro, conserjes y putas,
albañiles vengan a devolver la sonrisa
a las princesas de los domingos.
Mujeres: describan con su carmín la caricia que no les tocó,
suban, fresitas de las High schools, madres solteras, suicidas,
docentes, vengan a traficar perfumes traídos del Canal de Panamá.

Vengan a abordarme, en mí el transcurrir, todos los años,
el suspenso del que anda a tu lado, a pesar de su humanidad.

Sé quién soy,
basta una palmada en el hombro
y retorno a mis pies nauseabundos de sueños,
basta una palmada en el hombro
y retorno a mí

al anonimato,
a la flatulencia, a la humana que soy.
¡Abórdenme!!!!!!
soy el metro que esta ciudad jamás conoció,
vengan y calcen mis pies
ya que nunca podrán calzar mis zapatos.

Biografía
Mayra Oyuela nació en Tegucigalpa, Honduras (1982). Obtuvo el Primer lugar en el IV Concurso poético de la Escuela Nacional de Bellas Artes, 2001. Es miembro fundadora del Colectivo de Poetas Paíspoesible. Ex integrante del Taller Altazor. Publicaciones: “Escribiéndole una casa al barco”, Editorial II Miglior Fabbro (2006), Poesía. Además ha sido publicada en revistas y periódicos de Honduras. Antologada en: la edición del CD Versofónica, 20 poetas-20 frecuencias, Editorial Sexta Vocal-II Miglior Fabbro Editores. “Papel de Oficio”, cuadernillos de Poesía, Ministerio de Cultura de Honduras, (2006). Ha tenido lecturas en todo el país y, fue invitada por la Asociación Camino de Nicaragua para una lectura de poesía joven femenina realizada en Managua. Poemas suyos han sido traducidos al catalán. Es una de las voces femeninas con mayor propuesta estética en la actualidad literaria Hondureña.

Fuente: Pánica correspondencia y Los Noveles

5 comentarios:

çç dijo...

trágame tierra. qué hermoso no ?

abrazo maría

Carmela dijo...

Es una poeta que me encantó desde el primer verso suyo que leí. Tiene una fuerza, una manera de decir las cosas que me cautivaron desde el principio.
Me alegra que eligieras la foto para esta mujer tan tremenda.
Un beso, María

batalla de papel dijo...

Daniel,
Hermoso. Un abrazo

batalla de papel dijo...

Carmela,
Gracias a ti por la foto.
Lo mismo me pasó, su poesía es vital y nos trasmite su fuerza. A mí me renueva y me da energía.
Besos

Pilar Alberdi dijo...

Muy interesante. Un placer oírla.
Como bien dice todo poeta aspira a ser el poema.
Gracias.