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jueves, 29 de marzo de 2012

Adrienne Rich, poesía

Adrienne Rich



El pasado 28 de marzo murió, a la edad de 82 años, la poeta estadounidense Adrienne Rich, su poesía está comprometida con el movimiento feminista, con las luchas sociales: los derechos de la mujer, el racismo, los derechos de los homosexuales, la lucha contra la desigualdad económica, la guerra de Vietnam, entre otros.
Os dejo con una breve selección de su poesía.

Un atlas del mundo difícil, II

He aquí un mapa de nuestro país:
aquí está el Mar de la Indiferencia, barnizado de sal
Este es el río maléfico que fluye de la frente a la ingle
agua que no nos atrevemos a probar
Este es el desierto en el que se han plantado misiles como bulbos
Este es el granero de las granjas hipotecadas
Este es el lugar donde nació el chico rockero
Este es el cementerio de los pobres
que murieron por la democracia               Este es el campo de batalla
de una guerra del siglo diecinueve            el sepulcro es famoso:
Esta es la ciudad marina de mito e historia       cuando las flotas pesqueras se arruinaron     
aquí es donde había trabajo             en el muelle
congelando pescado en trozos          paga por horas sin dividendos
Estos son otros campos de batalla           Centralia             Detroit
aquí están los bosques primitivos        los filones de cobre          de plata
Estos son los suburbios del consentimiento          el silencio se eleva como el humo de las calles
Esta es la capital del dinero y del dolor; sus pináculos
estallan en el aire caliente, sus puentes se desmoronan
sus hijos van a la deriva por ciegos callejones confinados
entre alambres de espinas enrollados
Prometí mostrarte un mapa y dices pero esto es un mural
entonces bien, déjalo estar          son pequeñas diferencias
la cuestión es desde dónde lo miramos

1990-91

Versión de María Soledad Sánchez Gómez

Sueño que soy la muerte de Orfeo

Camino rápidamente a través de las estrías de luz y sombra
que arroja una arcada

Soy una mujer en la plenitud de la vida, con ciertos poderes
y estos poderes limitados severamente
por autoridades a las que pocas veces veo el rostro.
Soy una mujer en la plenitud de la vida
que conduce a su poeta muerto en un Rolls-Royce negro
por un paisaje de crepúsculo y espinas.
Una mujer con una cierta misión
que la dejará intacta si se obedece al pie de la letra.
Una mujer con los nervios de una pantera
una mujer con contactos entre los Ángeles del Infierno
una mujer que siente la grandeza de sus poderes
con el preciso momento en que no debe usarlos
una mujer comprometida con la lucidez
que ve, a través de la confusión, los fuegos humeantes
de estas calles subterráneas
a su poeta muerto aprendiendo a caminar hacia atrás, contra el viento,
por el lado equivocado del espejo

Versión de María Soledad Sánchez Gómez

I

Cuando sea en esta ciudad parpadean las pantallas
con pornografía, vampiros de ciencia ficción,
matones victimizados doblados bajo el látigo,
además hay que caminar… nada más caminar
entre basura mojada y las crueldades de nuestros barrios
en primer plano.
Tenemos que agarrar nuestras vidas
de aquellos sueños rancios, del borboteo del metal, de esas desgracias,
y de la begonia roja que destella peligrosamente
en la entrada de un edificio de seis pisos
o de las chicas de piernas largas jugando a la pelota
en el patio de la escuela.
Nadie nos imaginó. Queremos vivir como árboles,
sicomoros llameantes en el aire sulfúrico,
moteados de cicatrices, pero floreciendo con exuberancia,
nuestra pasión animal enraizada en la ciudad.

III

Puesto que no somos jóvenes, las semanas tienen que contar
por los años que perdimos. Así y todo, sólo esta peculiar distorsión
del tiempo me dice que no somos jóvenes.
¿Acaso a los veinte caminé alguna vez por la calle a la mañana,
con los miembros ondulando de la más pura alegría?
¿O me incliné desde una ventana sobre la ciudad
a escuchar el futuro
como escucho, con nervios afinados, tu llamada ?
Y vos, vos te acercas a mí con la misma cadencia.
Tus ojos son inmortales, la chispa verde
del lirio a principios del verano
el mastuerzo verde-azul lavado por la primavera.
A los veinte, sí: pensamos que íbamos a vivir para siempre.
A los cuarenta y cinco, quiero conocer incluso nuestros límites.
Te toco sabiendo que no nacimos mañana,
y de algún modo, cada una ayudará a la otra a vivir,
y en algún lugar, cada una ayudará a la otra a morir.

De 21 Poemas de Amor – versión de Sandra Toro
Del blog El placard:

Video: What kind of times are these?

Aquí la traducción:

Qué clase de tiempos son éstos

Hay un lugar entre dos grupos de árboles donde el pasto crece cuesta arriba
y el viejo camino de la revolución se interrumpe entre sombras
cerca de un templo abandonado por los perseguidos
que desaparecieron en esas mismas sombras.

Por allí caminé juntando setas al filo del espanto, pero no te equivoques
éste no es un poema ruso, éste no es otro lugar sino aquí,
nuestro país que se acerca a su propia verdad y espanto,
a su propia manera de hacer a la gente desaparecer.

No voy a decirte dónde está ese lugar, la trama oscura del bosque
que se encuentra con la franja inmaculada de la luz –
cruces fantasmas, paraíso de mantillo:
ya sé quién quiere comprarlo, venderlo, hacerlo desaparecer.

Y no voy a decirte dónde es ¿Para qué te digo ésto, entonces?
Porque todavía escuchas, porque en tiempos como éstos
para tenerte siquiera escuchando es necesario
hablar sobre los árboles.

Versión en español de Sandra Toro

Más Webs sobre la vida y obra de Adrienne Rich:



miércoles, 28 de marzo de 2012

Mis Poemas: Miedo II

Foto de Darren Holmes


Miedo II

Asoma
por los pasadizos laterales
de su casa en ruinas
gime
cuando una lágrima incolora
lo abrasa
y tras el antifaz lúcido
de su atiborrada conciencia
tiembla.

Mis Poemas: María Germaná Matta
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sábado, 24 de marzo de 2012

Mis cuentos: La pesadilla de Anita

* Foto de Isabel Munuera


La pesadilla de Anita

El espesor de su legaña le dice que la noche ha sido un largo suspiro agitado. Anita se despierta sobrecogida, tiene los huesos entumecidos y la piel húmeda.
Cuando duerme, su mente viaja por un enorme agujero negro, un precipicio nocturno donde sacude su desdicha.
Anita cepilla las hebras largas de su negra cabellera. Se prepara para enfrentar el día con una sonrisa, a pesar, que el miedo se dibuja en las dilatadas pupilas de los otros, los adultos. Anita guarda silencio, sabe que es mejor no hablar con seres alterados por sus prisas.
Por eso cada mañana, cuando Anita traspasa el lumbral, donde reposa el jardín descolorido de su infancia, coge su muñeca y la abraza.

Mis cuentos: María Germaná Matta
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*Web de Isabel Munuera:

jueves, 22 de marzo de 2012

Lina de Fería, poesía

Foto de Edward Weston


Lina de Feria, poesía

XIII

A Cintio vitier

hay un amago de hoja nervada
Cintio entre sus ojos
y pienso en la otra planta
como la cicuta del cuento
yéndose con la rara muerte del sabio
y lo intuyo lejano de la amargura común
como una liebre de fondo
que rápida busca
el camino más amplio para vencer
tanta velocidad hacia el esqueleto de los versos
hacia la transida terminación del siglo
con el agua vertiendo la extraña sabiduría
de algo que no es precisamente una “lección”
sino el encuentro del hilillo de luz de los
                arroyos
con la mano insegura
que sorprende los morir-vivir
                al soplo de los cielos.
usted captó en mí lo incapturable
y ahora cuando desierta
develo el enmohecido cristal
                               donde me miro
Cintio sonríe como la sombra
en la foto de la película del insólito Clouzot
insomne en su mirada
inexplicable.
(De El libro de los equívocos)


Poema Tras la Crisis
Los huéspedes de la tierra vienen para
una sola tarde. Amábamos, destruíamos,
viviamos en nuestra hora de muerte pero se
alzaban sobre nosotros las eternas estrellas,
bajo ellas los concebimos.
(Ilya Ehremburg)

I
todavía con algo de prohibición de madre
de reciente adolescencia sobre mis botas
quisiera disertar sobre tantos detalles
sobre tantas cosas de mi mundo de alrededor
quisiera poseer esas viejas palabras
y las palabras jóvenes y hasta el silencio
para explicar el hallazgo y la vida
para hablar del pequeño camarada
o del otro grande y difícil.
para contar como hago
                                               que el hábito sea origen
y los humos fabriles comiencen desde abajo
                                               a hacerme la memoria,
para contar mi batalla
de mi declaración humana
de mi sudor ya descubierto
para contar de un siglo ilimitado
                                               que de pronto nos busca.
desde mi guardia miro:
                               el perro de esta tarde busca un amo
                               choca sin prevenirse
buscando quien le hable del semblante
del fuego interno que muestra
quiere saber si su expresión la recibimos
o es que está líricamente extraña
                               -como difícil de coger-
no bastaría con decir la tarde está bonita
habría que averiguar qué es eso aprisionado
                               que hoy se suelta
para echarse a correr en los cables eléctricos
y terminar temblando en la pupila del hombre
como si fuera un animal
un perro libre
                mordiéndose la hora del corazón.
miro desde mi guardia:
                               oscurece el latón de la basura
                               lleno de cristales y noticias viejas
                               medio muerto al amanecer.
pero así le vigilo
junto a la ciudad y las calles
donde nadie bosteza o fuma
pero así le vigilo
en la ocasión de mi uniforme
desde todas mis once mil libertades.

(De El rostro equidistante)
De: Casa de Luciérnagas
Antología de poetas hispanoamericanas de hoy
Mario Campaña

La visión de Jeremías

A Michael Ávalos

La paganidad surgió buscando
que los mitos humanos confrontaran imaginación
y sufrimiento en las bárbaras hordas
soy un elefante despellejado
un sobrevuelo de zopilote
el encendido carbón
que se niega a morir
en la estela de los fuegos
el hombre estrena su quijotesca forma
por las calles del Down Town
y encuentro en un libro de Nabokov
que también los molinos
pudieran estar en las cuestas de Samaria
el mundo será desierto
y una angosta lágrima de nube
no servirá para darle plenitud al mar
salido de sus asideros
tragándose los icebergs
y parte de las lenguas físicas del polo norte.


La visión ya no es solo la amenazante
carta de descanso del dantesco continuar.
Cristo vino a salvarnos
pero las predicciones de Jeremías
nos persiguen como un sello
que puesto en mi corazón
me exige las razones furibundas
la furia parece ser el container
de las mareas altas
los megatsunamis tienden almendras
ahogadas en cada rostro humano
muerto.
El sufrimiento es cavernario
como si se hubiese transgredido

el manifiesto de ser
por la esencia de lo que se perdió
hilo azul de los aires
en las mañanas sagradas de la niñez.
No somos ni el comenta verde
ni la fresa recién salida del terrón
ni los rostros azules de Picasso
la hechura humana
estalló como ojo caído
a la estrella Polar.
y ahora se mueven las estructuras
del atlas cargando el mundo
de tal forma que las visiones
donde solo la robótica atina
a crear un mensaje tal vez
menos drástico
con respecto a la inteligencia humana
y su descendencia
urge desde la incandescencia
del pulmón interior
y apestan los soles ennegrecidos
de Tutmosis IV.
El hombre desde acá no observa
la esperanza
como si se tratara de una época

en que la cacería de brujas
no ha cesado.


La historia tiene lebreles tiránicos
en la palabra indirámbica
de sus hombres
y todo huele a estopa quemada
a ley que enajenando al hombre
le arguye desde dentro
pájaro amarillo en hueso
pececillo tragado por los alcatraces
la inutilidad del tiempo oculto.
El hombre
más que sentido sobre la palabra
y contenido trasnochado del pecado
solo tienen ante si el caos
una suerte de rostro de Hailraizer
que lo condena todo
a una sierra que corta la pierna
de un joven en un baño cerrado.
Hay una suerte de enfermedad
en lo cognoscitivo.
La ética ha pasado al plano inocuo
y en medio de la alharaca discursiva
reboza una copa de vino tinto
sobre los canalones de los techos
y ya el hombre perdidito
entre las líneas del tren
no canta baladas y bolerones
sino agolpa su frente
con una sinfonía Rock
que la amalgame
el continuado huir de sí mismo
que a veces requiere solamente
mirarme en otro
hallarme en la otra pupila
salir de la consternación del mundo
por breves instantes
de sentimiento interno
de alardes gratuitos de bondad humana
de recíproco resto
de hallarme entre los hombres
que aun meditan y sufren
con fuerza benigna
la búsqueda de Juana de los Ángeles
demoníaca y pura
y más pura por el tiempo
en que todo
aliviará este caos
azules poco neutro
pájaro a la deriva.

Lina de Feria
Miami, 12 2005.

Lina de Feria (Cuba, 1945)

lunes, 19 de marzo de 2012

Anna Ajmátova, poesía


*Anna Ajmátova - Amedeo Modigliani

El poeta

Piensas que esto trabajo, esta vida despreocupada
Escuchar a la música algo y decirlo tuyo como si nada.
Y el ajeno scherzo juguetón meterlo en versos mañosos
Jurar que el pobre corazón gime en campos luminosos.
Y escucharle al bosque alguna cosa y a los pinos taciturnos ver
Mientras la cortina brumosa de niebla se alza por doquier.
Tomo lejos o a mi vera, sin sentir culpa a mi turno
Un poco de la vida artera y el resto al silencio nocturno.

Versión de Rafael Alberti

Estamos tan intoxicados uno del otro...

Estamos tan intoxicados uno del otro
Que de improviso podríamos naufragar,
Este paraíso incomparable
Podría convertirse en terrible afección.
Todo se ha aproximado al crimen
Dios nos ha de perdonar
A pesar de la paciencia infinita
Los caminos prohibidos se han cruzado.
Llevamos el paraíso como una cadena bendita
Miramos en él, como en un aljibe insondable,
Más profundo que los libros admirables
Que surgen de pronto y lo contienen todo.

Versión de Jorge Bustamante García


EN LUGAR DE UN PRÓLOGO

En los terribles años del terror de Yezhov hice cola durante siete meses delante de las cárceles de Leningrado. Una vez alguien me “reconoció”. Entonces una mujer que estaba detrás de mí, con los labios azulados, que naturalmente nunca había oído de mi nombre, despertó del entumecimiento que era habitual en todas nosotras y me susurró al oído (allí hablábamos todas en voz baja):

-¿Y usted puede describir esto?

Y yo dije:

-Puedo.

Entonces algo como una sonrisa resbaló en aquello que una vez había sido su rostro.

De Réquiem

DEDICATORIA

Las montañas se doblan ante tamaña pena
y el gigantesco río queda inerte.
Pero fuertes cerrojos tiene la condena,
detrás de ellos sólo “mazmorras de la trena”
y una melancolía que es la muerte.

Para quién sopla la brisa ligera,
para quién es el deleite del ocaso –
Nosotras no sabemos, las mismas por doquiera,
sólo oímos el odioso chirriar de llaves carceleras
y del soldado el pesado paso.

Nos levantamos como para la misa de madrugada,
caminábamos por la ciudad incierta,
para encontrar una a la otra, muerta, inanimada,
bajo el sol o la niebla del Neva más cerrada,
más la esperanza a lo lejos canta cierta…

La sentencia… y las lágrimas brotan de repente,
ya de todo separada,
como arrancan la vida al corazón, dolorosamente,
como si hacia atrás la derribaran brutalmente,
pero marcha… vacila… aislada…

¿Dónde están ahora aquellas compañeras del azar,
de mis años de infierno desnudo?
¿En la borrasca siberiana cuál es su soñar,
qué imaginan en el círculo lunar?
A vosotras os envío mi adiós y mi saludo.

De Réquiem

3

No, no soy yo, es otra la que sufre.
Yo no podría. Que ensombren
lo ocurrido negros velos
y retiren los faroles…
Noche.

De Réquiem

9

Ya el aleteo del delirio
a medias cubre el alma,
y a beber da ardiente vino
y a oscuro valle llama.

Y comprendí a lo que yo
debo otorgar la victoria,
escuchando a mi interior
como si extraño fuera ahora.

Y en absoluto me permite
que algo mío conmigo lleve
(por mucho que le suplique
y por mucho que le ruegue):

ni los ojos del hijo espantados
- pétreo sufrimiento –
ni el día aquel atormentado,
ni en la prisión la hora del encuentro,

ni el frescor de la querida mano,
ni la sombra estremecida de los tilos,
ni el ligero sonido lejano –
palabras de consuelos últimos.

De Réquiém

(Réquiem y otros poemas, traducción de José Luis Reina Palazón, 1998, publicado por Grijalbo Mondadori en la hermosa colección Mitos Poesía)

Más poemas de Réquiem:
http://licricardososa.wordpress.com/2011/01/22/anna-ajmatova-requiem/

Anna Ajmátova - Rusia 1889 - 1966

*Amedeo Modigliani. Anna Akhmatova. c. 1911. Pencil on paper. Apartment-Museum of Anna Akhmatova. St. Petersburg, Russia.



viernes, 16 de marzo de 2012

Mis poemas: La rabia

 Dorothea Tanning - On Avalon, 1987


La rabia

Pupilas amarillas
encendiendo
huesos mudos
azotados
por tormentas.


Mis poemas: María Germaná Matta
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martes, 13 de marzo de 2012

Orietta Lozano, poesía

Rene Magritte - La Creación Colectiva

Pensamiento oculto

Por qué no vienes hacia mí
y posas tu palabra en mi desnuda carne
y renuevas mi sangre y la calientas.
Juguemos con la lunática noche
a dibujar mi voz en tu boca
a danzar con música de agua.
Me crispa este sutil secreto
mientras amablemente hablamos
de las mil noches y una noche.

Canto último

El canto blasfemo de la miseria acecha como perverso pájaro
aleteando entre los árboles, dejando flácido el paisaje,
el camino desolado.
Soy bastarda de este terrible territorio de mis bellas palabras
que llegan como niñas hechizadas.
Cada sílaba cae como lluvia, como piedra ensangrentada
que ha herido ángeles, unicornios y centauros. Estoy enferma,
mi sangre arde como sol en el desierto.
Nada me sirve en este espacio de ensueños turbios
ni el recuerdo incrustado en ese viejo armario
de color amarillo eternidad.
luna muda, despiértame, interrumpe tu tristeza,
paraíso perdido, dilúyete en mis ojos,
reloj de arena, intégrate a la playa.
El sol se ha incendiado en mi garganta
como una guerra de dragones.
Oh maravillosos dedos que lascivos señalan mi presencia,
en mis más hermosos suelos los he encontrado mutilados
y me he reído hasta sentir que mis fragmentos deambulan
de constelación en constelación.

La ráfaga y el espejo

Yo soy él, el mundo, el de eclipses y fulgores
el inmenso, el pequeño.
Ha llegado la hora en que se guía el carruaje, en que se derriba el muro,
y sobre el agua en que transita el navío, el náufrago y el pez,
y sobre el Apocalipsis que serpentea con sus afilados dientes
de púrpura y arcilla,
la visión aparece como una calma inmutable, ni vencedor ni vencido,
amalgama violeta de voces y de gestos,
confusión de lenguas y horizontes,
temblor del bosque de la huída, el mirto se abre, y flota la ansiedad,
el hierro en la entraña de la tierra se hace aire en las alas transparentes
de un pájaro que dibuja el paisaje alucinante.
Todo parece tan simple, dijo un hombre,
cuando la visión se extiende hasta los crepúsculos dorados
de la noche sin la trinchera de la guerra,
sin el filo del hacha y sin la soga, sin el frío del cuchillo.
La noche de la danza de abejas y de lobos,
de la carne de la luna sobre la plata de la hoguera,
del descenso de la lluvia en el campo del jazmín y el abedul,
de la alucinante música del navío cuando viaja hacia el centro
de las aguas prometidas.
Yo el mundo, afligido y huérfano, giro el reloj y lo retengo
en la hora de la penúltima contienda y en la red de las palabras
que por un instante desata el nudo del lívido tejido.
Salve al hombre, la alquimia de las aguas,
La imperturbable piedra, el misterio del espejo y la pupila,
El canto que precede a la venida de los peces y los vinos.
Yo soy la invitada, la piedra de la encrucijada. La airada, la que aturde,
la siempre soñada en la voz que no redime, en el canto que tienta,
confunde
y ejecuta imperturbable el cruel mensaje de la trompeta
Y la terrible orden.
De un lugar a otro, desde la tienda en el frío campamento
hasta la resequedad del barro mezclado con el lamento de un jacinto
todo se mueve con el zumbido extraño de las abejas de la guerra.
Aquiétame, enmudece mi boca que brama con la espuma aniquilante
del estrépito,
detén la andanza de mi decrépita ceguera
la procesión de mi espalda jorobada.
Déjame dormir en lo profundo de los sueños.
Guíame a las azuladas estepas del abismo
al cristal avizor de los ojos de la tierra
a la entraña inescrutable del oasis del volcán y el espejismo.



Orietta Lozano (Colombia 1956)

Más poemas en :

sábado, 10 de marzo de 2012

Mis poemas: Alumbramiento

*Egor Shapovalov - viola

Alumbramiento

A esta tristeza
que ronca telarañas
y dudas
al esqueleto ágil
del sombrero
que resguarda el pensamiento
a la gran senda
de suspiros
donde los rostros
arrojan sus angustias
al asterisco
de la alegría
con sus anónimas sorpresas
a la agonía
de los sueños mutilados
que nos sofocan
a los urgentes apetitos
de la carne
con su manto de ilusión
arrastro
mi descolorida cabeza
hacia el escenario oblicuo
donde pende
la savia insospechada
de tu mano.

Mis poemas: María Germana Matta
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*Web de Egor Shapovalov: