* Foto de Isabel Munuera
La pesadilla de Anita
El
espesor de su legaña le dice que la noche ha sido un largo suspiro agitado. Anita se despierta sobrecogida, tiene los huesos entumecidos y la piel húmeda.
Cuando
duerme, su mente viaja por un enorme agujero negro, un precipicio nocturno donde
sacude su desdicha.
Anita
cepilla las hebras largas de su negra cabellera. Se prepara para enfrentar el
día con una sonrisa, a pesar, que el miedo se dibuja en las dilatadas pupilas de los
otros, los adultos. Anita guarda silencio, sabe que es mejor no hablar con seres
alterados por sus prisas.
Por
eso cada mañana, cuando Anita traspasa el lumbral, donde reposa el jardín
descolorido de su infancia, coge su muñeca y la abraza.
*Web de Isabel Munuera:
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