Tarcila do Amaral - Abaporu, 1928
MADRE
Como pez que advierte la
profundidad en tus ojos
yo regreso a ti para dibujar mi
nacimiento
y me sumerjo para siempre entre
tus aguas
en las
playas y sacaritas que nos otorgas
en los parajes de los montes cuando
te acuestas
porque en ti dejo,
madre, lo más hondo de mi río
lo más
deslumbrante de sus naufragios y hallazgos.
Entonces,
yo dejo que la luna invada mi
cuerpo
yo dejo que tu vientre gratifique
mis días
yo dejo que te deslumbres plena
entre las sombras
porque
tus semillas antiguas, madre,
son
simientes de haces sobre mi niñez.
Madre de la nútrales diversa
Madre
de las plantas y los animales
Madre
de los niños tendidos en los arrozales
Madre
de los herederos del sol y sus lluvias.
Porque desde los años aciagos del
caucho y la balata
Destinos arrojados a puertos
distantes fuimos
Historias
de correrías y muerte en tus dominios
Cabeza
al viento desde el cepo de los árboles.
Madre Cocama
Madre
Pacaya
Madre
Ahunari
Porque más allá de las balas
sembradas en la memoria
más allá de los invasores de tus
territorios
nosotros
acodaremos sin miedo en tus orillas
y
entre humedades y verdes orillas
Somos
guardianes de tu cuerpo insomne
Y
sus frutos de cosecha esparcida.
Madre Samiria:
aquí nos tienes sembrados en ti,
albergados en tus puertos y
florestas
erguidos desde ti para protegerte
amamantados
en tu interminable río
Donde
navegamos desde el inicio de las edades.
(DE Voces Desde la orilla)
Y
HABITO DESDE SIEMPRE
¿Quiénes han cruzado la quebrada
antes
que
nosotros?
¿Quiénes han poblado días y
columnas
de
hastío?
Nos han abierto el camino para
llegar
descansados
y nos han dejado un cementerio de
voces
que
vagan bajo los puentes.
Y habito desde siempre soles
despedazados,
largos infortunios antes de rayar
el sol
sobre
el planeta
y sé que nuestros abuelos han
sembrado y
siembran porvenires
y los astros que me conducen
acostumbran
a decir atisbo,
atisbo los años para que los
muertos
descansen en paz.
Así recito para no olvidar
historias de
látigos
y libras inglesas aventadas desde
los
shiringales.
Entonces recuerdo el dolor de una
espada
devorada
y el filo del sable que cortó el
miedo.
Era el tiempo en que el viento
decía
la
palabra salida,
así volaron sombreros de huambé
desde
las
embarcaciones.
Pero hemos regresado intactos,
dolientes
cuerpos
insospechados,
sabías manos que siembran frutos
al recrear
los
caminos.
DESDE
LAS VERTIENTES
Desde los altos gredales de May
Ushin
desde las feroces caídas del
Marañón
desde las incandescentes llanuras
del Huallaga
mi voz convoca a los habitantes
del agua.
Y surcando quebradas desde
vertientes remotas
alcanzo vastedades de arcillas
recientes.
Así me reúno con habitantes del
monte
y nuestras voces se inundan infinitas
en tenues bóvedas
incrustadas por la noche.
Porque es posible alcanzar cifras
en geometrías sagradas
porque es posible arrebatar
códigos de sogas alucinadas
y viajar acompañados por estrellas
o soles
atrapados en la
fugacidad de intrépidos rayos.
Porque somos una antigua y sola
voz,
una liana trenzada bajo los
incendios
desterrados o señalados por la
belleza de los astros
y su manto de presagio
amamantándonos.
Desde entonces rodamos de fuego,
caemos de fuego,
quemamos las últimas naves del
exilio,
demonios que se llaman en libros
apócrifos
o en abandonados archivos donde no
hay olvido.
Pero las madrugadas aproximan las
llegadas
y nuestros pies abrevian rutas
del miedo:
ojos de búho a la sabiduría
destinados
sobre la vía
trazada por los abuelos.
Semejante a cada río que despide
sus puertos,
alcanzamos la marcha de la luna
invadidos por la tregua
de un viento
insondable.
BREVEDAD
DEL PLANETA
Página vacía parece este caserío
Hojarasca en los patios del desvío
Pero en la brevedad del planeta
Un registro ancestral acusa las
noticias
Porque este pueblo parece
Un libro de mapas inconclusos
Una ruta y su primera
incertidumbre
Despedidos por azotes que el
viento expulsa
Los niños de la mañana
Se han vestido de simpleza
Y han librado los recuerdos aciagos
Mientras crecen sus
cabellos en hierbas agrestes.
(Sus pasos desvían profundidades
Resguardados en la intrepidez del
planeta)
Y
poco
a poco
Se ponen de pie nuevamente
Y cruzan sin prisa apresurados
atajos
Lejos de fulminantes pozos de
petróleo que la noche esconde.
Nota mía: Cabe destacar esta poeta peruana, ya que su
poesía está impregnada de símbolos que aluden a una cosmovisión de la selva
amazónica, su vínculo con la fuerza exuberante de la naturaleza y su relación con
los hombres y mujeres que habitan la selva.
Fue la primera mujer en ganar el prestigioso
premio de poesía Cope (1991).
Biografía
Ana Varela Tafur (Iquitos - Perú, 1963) Poeta y
profesora. Ha sido becaria del Programa Aschberg para artistas de la UNESCO,
Jerusalén (1996), y de la Agencia Española de Cooperación Internacional, Madrid
(1998). Ha publicado con el poeta y narrador Percy Vílchez el libro de poemas
El sol despedazado (Proceso Editores, Lima, 1991), Lo que no veo en visiones
(Primer Premio de la V Bienal de Poesía Premio Copé y publicado en Ediciones
Copé, Lima, 1992), Voces desde la orilla (Colección Urcututu Ediciones,
Iquitos, 2000) y Dama en el escenario (Editora Regional, Iquitos, 2001).
Fuente: Poetas peruanas de antología - Ricardo González Vigil - Mascapaycha Editores - 2009
…Porque somos una antigua y sola voz,
ResponderEliminaruna liana trenzada bajo los incendios
desterrados o señalados por la belleza de los astros
y su manto de presagio amamantándonos.”
palabras que nutren por derribar la piel, entre ellas y las cosas, deriva delicada que parece no limitarse a un Tiempo y sí integrarse en una naturaleza pacífica, inquieta, manifiesta incluso en la voz de los muertos.
saludos
Rider,
ResponderEliminarSí tienes razón. No se limita a un tiempo, su canto viene de las voces del pasado para recordarnos que somos hijos de Ella, la madre tierra.
Gracias por tu huella.
Un abrazo
Me gusta María, me gusta y me deja ese sabor a tierra,a raices, que no deberíamos perder nunca.
ResponderEliminarUn beso grande.
Carmela,
ResponderEliminarA mí también me maravilla su canto, es una mujer de la selva peruana. Creció en un paisaje exuberante, dentro de una tradición de conocimiento de la naturaleza no puede más que tener una poesía donde la naturaleza se desborda en la palabra.
Ola María quería aserte una pregunta sobre tu poemario voces desde la orilla
ResponderEliminarHola, con respecto al poemario Voces desde la Orilla, ha sido escrito por Ana Valeria Tafuer, poeta peruana, yo no he escrito ese poemario.
ResponderEliminarEs difícil conseguir la poesía de Ana Valeria Tafur, he preguntado a amigos peruanos y lamentablemente no me han podido conseguir su libro.
Un saludo