Foto de Grete Stern
PETICIÓN AUTORIZADA
¿Me
permite usted, señor?
¿Puedo
abrir las ventanas de mi corazón
a
las envolventes tentaciones de la luz?
¿Y,
aunque sea desde la distancia,
mirar
las bellezas de la vida?
¿Me
permite usted, señor?
¿Me
permite ser yo misma – una mujer…
de
entre todos los trescientos sesenta y cinco días del año,
por
sólo uno, liberarme
de
sus órdenes y prohibiciones?
¿Me
permite usted, señor?
¿Me
permite tomarme la libertad natural
de
recostarme sobre la hierba verde
y
siendo aún más generosa que el sol
dar
al suelo expectante
la
tibieza de mi cuerpo y alma?
¿O,
en los cultivos a lo lejos,
posarme
sobre un árbol solitario
para
cantar en el campo
buscando
la comunión con los pájaros
y
la armonía con los ríos,
en
los cuales nadan estáticos cardúmenes de peces
y,
en recuerdo
de
todos mis susurros de amor a la lluvia,
rendirme
a una libertad por mucho tiempo ansiada?
¿Me
permite usted, señor?
¿Me
permite tan sólo por un rato en su sociedad impuesta
ser
eximida de las molestias de los
“¡Detente!”s
“¡No
hagas!”
“¡No!”s
y
“¡Nunca!”s?
¿Me
es permitido, si usted cortésmente me concede el derecho,
soñar
con el amor?
¿Y,
fascinada por los audaces versos del amotinamiento,
el
encanto envolvente de un beso,
y
el cautivador brillo de la libertad,
evadirme
de
la severidad de los oficios domésticos,
impuestos
exclusivamente a la mujer?
¿Me
lo permite, señor?
¿Me
permite por unos momentos de alivio, dejar
la
aguja y el hilo,
la
ropa y la plancha,
la
tetera y la estufa,
y
bajo los cielos infinitos del romance,
fusionar
mi ser
con
esos adorables momentos de sentido común e inteligencia,
que
su “CÓDIGO” me ha negado siempre?
¿Me
lo permite, señor?
¿Me
lo permite, señor?
¿Me
permite saludar algún día a un vecino?
¿O
tejer una bufanda para algún transeúnte
Con
los hilos de mis lágrimas no derramadas?
¿Y
puedo emigrar sin un “permiso”
al
altar de rosas
allá
a lo lejos – en los fragantes campos de la primavera? ¿Me lo permite, señor?
¿Me
lo permite?
¿Me
permite luego burlarme de cualquier cosa de acá? Sí, burlarme, ¡señor!
Y
decírselo en su cara:
su
“Yasa”[1] es una vergüenza
y
la justicia en la que usted cree,
es,
de hecho, una desgracia.
[1]
Antiguo y estricto código mongol.
VELAS ALZADAS
Rasgo
la alborada,
es
muy estrecha para mí
y
el día es una falda corta
¡que
ni siquiera me llega a las rodillas!
La
avergonzada policía cívica
sopla
su silbato
para
advertirme
y
recordarme el reglamento:
¡la
desnudez en público,
está
estrictamente prohibida!
Quiero
buscar un refugio –
venir
a ti –
pero
al interior de la brecha temporal amorfa
que
separa el día de la noche
¡soy
incapaz de encontrar tu dirección!
Un
viento recio,
se
arremolina rabioso
y
gira y gira
en
nuestra morada tribal.
¡La
velas están alzadas!
¡Tum!
¡Tum! ¡Los tambores de otoño!
Como
si una poderosa fuerza en la oscuridad
agitara
y torciera los árboles.
Me
arrodillo
para
recitar un poema en voz alta
como
si fueran las solemnes palabras de una plegaria
¡Amén!
¡Amén!
¡Y
despierto siendo una estrella durmiente
en
el más alejado rincón del cielo!
¡Amén!
Nahid Kabiri, leyendo un poema en el Festival de Poesía de Medellín
Biografía
Nahid
Kabiri, Irán 1948. Graduada en Sociología en la Universidad de Teherán.
Ha publicado 6 libros de poesía: Yalda; Moments in the
Wind; Sunsets; Autumnal Aspirations; y In Praise of the Sun. Tres libros de relatos
breves. Dos novelas, además de diversas traducciones y artículos.
Sus
poemas son expresivos, líricos y también calificados como socio-políticos. Una
manifestante natural por la justicia y la igualdad de derechos, ella extiende
el brazo al lector en su poesía, su redacción honesta y sincera.
Fuente:
Festival de Poesía de Medellín - Revista Prometeo
Maravillosos versos encadenados en poemas de un valor social incalculable. Gracias por compartirlos.
ResponderEliminarun saludo
fus
Gracias Fus,
ResponderEliminarEs cierto su poesía lleva un compromiso social. La expresividad de su poesía es rica en recursos llenos de sutil belleza.
Un abrazo