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viernes, 15 de marzo de 2013

Rosa Lentini, poesía

Caspar David Friedrich - A walk at Dusk
Jardinero

Soy el jardinero y la flor.
Osip Mandelstam

Comías a deshora, indiferente
al destierro de tu familia
por un oscuro pecado ya prescrito
tu mutismo insondable, como cobre esmerilado
esperando su extracción.
Con un zumbido de abejas dispuestas
tus tajos en las matas de rosáceas
abonaban las raíces como la lámpara
del espeleólogo alumbra las cuevas.
Retira la maleza, levanta el musgo,
luego pasea los dedos por las espinas
que, como en una iniciación, estarán frescas.
Solo por el emparrado jaspeando tu rostro
por el perfume a clavo delatando
tus manos dormidas como espadas
que disponen los cortes, oyéndote decir
Haz espacio para la vida
nos hemos acercado más todos estos años.
La casa se vendió. La rosaleda fue arrancada.
El barrio ha cambiado su fisonomía.
En otro lugar otra casa se reparó
se plantaron rosales de tres cuerpos de altura
que rompen en panojas de corolas de cinco
pétalos cóncavos a primeros de mayo.
Ahora vivo con un hombre abismado en su trabajo
de escritor como tú en tus flores,
duerme a mi lado sondeando cada segmento
en relación a partes de una historia mayor.
Interminable leche blanca de los tallos tiernos
sale de sus manos. En la distancia
ambos sois una frágil fórmula del amor,
yo misma una pequeña brecha con una gota
saliendo como el semen derramado,
una partícula de significado anterior a la vida.
Lugares vacíos nos encuentran
cuando ya no los miramos, tan brevemente.
En alguna parte un jardín recortado
cubierto con almizcle de pétalos,
contigo despuntando las siete hojuelas ovales
y con el aire que despeina la mata plateada
de tu cabeza, la tonsura al sol enrojecida
entras a tu muerte con las hojas dentadas
con el oro chapado de la tierra que te viste.

D.B.

echando la tierra sobre ella, como un respiro,
coserla tiernamente, para que pueda
cosechar su muerte.
Djuna Barnes
La paja atrae
las primeras moscas
del verano que inician
sus dibujos cuadriformes,
los caballos dormitan
aún cuelga heno de sus belfos,
gazapos de campo
se ajustan a su madriguera
como a una segunda piel,
la arenisca condensa el negro
y a mínima velocidad
los objetos se transforman
con el sol o la sombra
mientras algo del día
y de la vida
decrece.
Mujeres sin memoria se citan
en las páginas de Barnes
mujeres de deseos
hirientes en sus ojos
sin destino, oficiantes
de una sucia ternura
que se arropa
en los desperdicios
como en la muerte;
rostros apergaminados
de grandes arrugas
como pequeñas cordilleras,
sonrisas forzadas
solícitas de los abrazos
recibidos con prisa
o con descuido
y que borran el diente
de leche del horizonte.
Pero la palabra es
una memoria mayor:
cuento las veces
en que su voz
imploraba: amor, amor
y volvía mansas
a las ratas en los campos.

Datos de la autora:
Rosa Lentini (Barcelona / España/ 1957). Poeta, traductora, editora. Se licenció en Filología Hispánica en la Universidad Autónoma de Barcelona. Miembro fundador de las revistas de poesía Asimetría (1986-1988) y Hora de Poesía (1979-1995). Es editora y directora, junto a Ricardo Cano Gaviria, de Ediciones Igitur. 
Ha traducido, en colaboración con Susan Schreibman, Siete poetas norteamericanas actuales (1991, 1992), El ladrón de Talan, de Pierre Reverdy (1997) y, en colaboración con Cano Gaviria, Satán dice, de Sharon Olds. 
Ha publicado los poemarios La noche es una voz soñada (1994) y El sur hacia mí (2001), además de las plaquettes Leyendo a Alejandra Pizarnik (1999), Cuaderno de Egipto (2000) e Intermedio (2001). Como seleccionadora es responsable de una antología de Carlos Edmundo de Ory (2001). Sus poemas han sido incluidos en diversas antologías, y también en libros de homenaje a poetas como Alberti, Goytisolo o Eugènio de Andrade; una serie de los mismos se ha publicado en italiano.


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