En aquel
momento se sentía conectada con las vivencias que impulsaban a la gente a
escribir ciertas cosas; la conectaba la sensación de rabia, de pequeño ultraje
(¿sería pequeño?) y de entusiasmo por lo que estaba haciéndole a Neal como
desquite. Pero acaso la vida que estaba iniciando no le ofreciera a nadie con
quien enfadarse, o a quien deber algo, o que fuera premiado, castigado o
francamente afectado por lo que ella pudiera hacerle. Acaso sus sentimientos no
tuvieran importancia para nadie que no fuera ella misma, y sin embargo se
removerían por dentro, oprimirían su corazón y la dejarían sin aliento.
Alice
Munro – fragmento de Puente Flotante – de Odio, amistad, noviazgo, amor y
matrimonio – traducción de Marcelo Cohen – edición RBA libros S.A. – 2001
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