Mariana Palova
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Porque todos mis porqués de niña se encontraron
con muros y paredes, porque nací ya bloqueada e imposibilitada de abrirme,
porque mi voz corre como caballo desbocado al viento porque soy campana de
papel que se destroza por hacerse escuchar, porque cada niño desvalido lleva mi
nombre, porque todos los ojos del mundo me ven al levantarme, porque estoy y no
estoy con mis amigos, porque duermo (a veces) y sueño cosas imposibles, porque
cada mañana alimento con palabras los rosales de mi casa, porque las viejas
rejas de mi ventana lloran los jueves santos, porque miro el mundo que envenena
de hambre a los hombres, porque a cada paso tropiezo con mi sombra, porque voy
y no voy a lugares visitados por extraños, porque río y porque como, porque soy
cada vez más de este mundo, porque voy a misa los domingos y me santiguo al
pasar por el Santísimo, porque poseo el rosario de mi abuela, que me habla cada
noche de viejas recetas de cocina, porque veo llegar a mis amigos cargados de
cosas y esperanzas, porque soy gente y vivo con la gente, y saludo a todos
cuando los veo retratados, porque amo y soy amada hasta el imposible, porque
juego y río, porque lloro y me apenan todos los niños y los viejos, porque sé
que estoy para representar lo mejor posible mi papel de mujer buena, porque
odio sin rencores y olvido tiernamente que nunca me quisieron, porque cada día
de mi vida me duele en todas mis costillas, porque tengo la sangre envenenada
para siempre de buenas intenciones, porque defeco y toso, porque acompaño a
todas las madres en el parto, porque nazco y muero con la rosa, porque viajo en
microbús y me duelen los zapatos, porque pretendo solucionar todos mis
problemas, porque soy buena como el mejor pan de Jauja, porque bebo cuantas
veces quiero el agua de los ríos, porque los árboles siempre me dan su nombre,
porque estoy sola y soy la soledad de la noche, porque dan las diez en el reloj
de mi casa y todavía no he llegado, porque voy al cine y fumo, porque voy y
vengo de la mar, porque todas las cosas me pertenecen y porque soy eternamente
desposeída, porque nada puede lograr a cambio de un plato de lentejas, porque
soy y camino un camino de piedras, porque me quejo y sufro,
porque ya no sé
llorar,
porque sólo sé
escribir,
escribo.
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Y
tú, fauno enamorado, cabalgabas
sobre
mí, y era
mi
vientre una extensa
llanura
tus
pasos se perdían, locos.
De
tus cabellos brotaron
los
colores del océano
y
envueltos en las sábanas de tu cama, de esa cama tuya
cargada
de pesares, descubrimos las mil formas del amor.
Tus
labios tomaron posesión de mi sexo y yo me estremecí
Como
mil estrellas en la noche, y tu semen vino a mí,
bañándome
y curando todas mis penas. Te sentía entre mis
piernas,
amándome desesperadamente, robándole a la noche
el
placer y la vida.
Mis
senos como palomas
alimentaban
tus angustias
y
tu cuerpo, ese hermoso
cuerpo
tuyo, se me reveló
como
mil luciérnagas juntas.
Oh,
fauno enamorado!
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Ahora
solo recuerdo
tus
innecesarias
parodias
llenas
de frases
hechas al azar,
tu
mundo pequeñito
de
visitas al panteón
por los domingos
qué
podemos tener
entonces en común
que
no sean
un par de viejas
llaves
de
puertas carcomidas
por el comején
(siempre usurero)
o
dos paredes blancas
surgidas
de la nada,
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Un
sentimiento de culpa
invade
mis pulmones
ya
no respiro
el
aire que respiras
sin
embargo
encuentro
tu nombre grabado
en
todo mi cuerpo,
me
deshago lentamente de mis ropas
para
sumergirme en las aguas
siempre
claras del olvido,
tu
rostro se refleja en mis pupilas
y
mis lágrimas sólo logran conservarte,
en
el desesperado intento de olvidarte
busco
mi destino en otros cuerpos
y
encuentro en todos
tus
inimitables gestos de ternura,
el
recuerdo de tu voz
acosa
mis oídos
hasta
hacerlos estallar,
y
cada sonido me trae
el
recuerdo de tu nombre
quisiera
poder
matarme
y
llevarte conmigo en mi huída.
Nota
mía:
María Emilia Cornejo, ampliamente conocida por el
poema “Soy la muchacha mala de la
historia”, nacida en Lima en 1949, puso fin a su vida suicidándose cuando
sólo contaba con 23 años en 1972. Fue la primera poeta mujer que habló
libremente de erotismo, en un Perú conservador y dio paso a una nueva
generación de poetas mujeres que hablaron con libertad de su cuerpo.
Obra poética:
1- Recital (Plaqueta). Lima, Colec. Gesta Nº 2,
Centro de Estudiantes de Literatura, Universidad Mayor de San Marcos, 1970.
2- En recuerdo de María Emilia Cornejo. Nota de
presentación sin firmar, en Eros Nº 1 – 1973
3- En la mitad del camino recorrido (Poesía
reunida). Nota de Marcos Matos; Edición de Flora Tristán, 1989 y segunda
edición con prólogo de Carmen Ollé, Edición Flora Tristán, 1994
4- Memoria de María Emilia de Liliana Bringas.
Reproduce los “cuatro poemas desconocidos de M. E. Márquez” de Gesta, más un
testimonio de Francisco Cagigao, en Domingo, suplemento de La República 31 de
Enero de 1999, pp. 27-28.
Fuente:
Los cuatro poemas y la relación de la obra poética publicados en este post
pertenecen a: “Poetas peruanas de Antología” – a cargo de Ricardo González Vigil –
Mascapaycha editores 2009
Muy interesante.
ResponderEliminarGracias.
Saludos.
Gracias Pilar.
ResponderEliminarUn abrazo
Como siempre, descubro cosas hermosas en tu casa.
ResponderEliminarUn beso, María
Un placer tenerte aquí Carmela.
ResponderEliminarUn beso