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martes, 9 de abril de 2013

María Emilia Cornejo, poesía


Mariana Palova

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Porque todos mis porqués de niña se encontraron con muros y paredes, porque nací ya bloqueada e imposibilitada de abrirme, porque mi voz corre como caballo desbocado al viento porque soy campana de papel que se destroza por hacerse escuchar, porque cada niño desvalido lleva mi nombre, porque todos los ojos del mundo me ven al levantarme, porque estoy y no estoy con mis amigos, porque duermo (a veces) y sueño cosas imposibles, porque cada mañana alimento con palabras los rosales de mi casa, porque las viejas rejas de mi ventana lloran los jueves santos, porque miro el mundo que envenena de hambre a los hombres, porque a cada paso tropiezo con mi sombra, porque voy y no voy a lugares visitados por extraños, porque río y porque como, porque soy cada vez más de este mundo, porque voy a misa los domingos y me santiguo al pasar por el Santísimo, porque poseo el rosario de mi abuela, que me habla cada noche de viejas recetas de cocina, porque veo llegar a mis amigos cargados de cosas y esperanzas, porque soy gente y vivo con la gente, y saludo a todos cuando los veo retratados, porque amo y soy amada hasta el imposible, porque juego y río, porque lloro y me apenan todos los niños y los viejos, porque sé que estoy para representar lo mejor posible mi papel de mujer buena, porque odio sin rencores y olvido tiernamente que nunca me quisieron, porque cada día de mi vida me duele en todas mis costillas, porque tengo la sangre envenenada para siempre de buenas intenciones, porque defeco y toso, porque acompaño a todas las madres en el parto, porque nazco y muero con la rosa, porque viajo en microbús y me duelen los zapatos, porque pretendo solucionar todos mis problemas, porque soy buena como el mejor pan de Jauja, porque bebo cuantas veces quiero el agua de los ríos, porque los árboles siempre me dan su nombre, porque estoy sola y soy la soledad de la noche, porque dan las diez en el reloj de mi casa y todavía no he llegado, porque voy al cine y fumo, porque voy y vengo de la mar, porque todas las cosas me pertenecen y porque soy eternamente desposeída, porque nada puede lograr a cambio de un plato de lentejas, porque soy y camino un camino de piedras, porque me quejo y sufro,
porque ya no sé
llorar,
porque sólo sé
escribir,
escribo.

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Y tú, fauno enamorado, cabalgabas
sobre mí, y era
mi vientre una extensa
llanura
tus pasos se perdían, locos.
De tus cabellos brotaron
los colores del océano
y envueltos en las sábanas de tu cama, de esa cama tuya
cargada de pesares, descubrimos las mil formas del amor.
Tus labios tomaron posesión de mi sexo y yo me estremecí
Como mil estrellas en la noche, y tu semen vino a mí,
bañándome y curando todas mis penas. Te sentía entre mis
piernas, amándome desesperadamente, robándole a la noche
el placer y la vida.
Mis senos como palomas
alimentaban tus angustias
y tu cuerpo, ese hermoso
cuerpo tuyo, se me reveló
como mil luciérnagas juntas.
Oh, fauno enamorado!

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Ahora solo recuerdo
tus innecesarias
                         parodias
llenas de frases
            hechas al azar,
tu mundo pequeñito
de visitas al panteón
               por los domingos
qué podemos tener
            entonces en común
que no sean
             un par de viejas
                                      llaves
de puertas carcomidas
              por el comején
              (siempre usurero)
o dos paredes blancas
surgidas de la nada,

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Un sentimiento de culpa
invade mis pulmones
ya no respiro
el aire que respiras
sin embargo
encuentro tu nombre grabado
en todo mi cuerpo,
me deshago lentamente de mis ropas
para sumergirme en las aguas
siempre claras del olvido,
tu rostro se refleja en mis pupilas
y mis lágrimas sólo logran conservarte,
en el desesperado intento de olvidarte
busco mi destino en otros cuerpos
y encuentro en todos
tus inimitables gestos de ternura,
el recuerdo de tu voz
acosa mis oídos
hasta hacerlos estallar,
y cada sonido me trae
el recuerdo de tu nombre
quisiera
poder
matarme
y llevarte conmigo en mi huída.

Nota mía:
María Emilia Cornejo, ampliamente conocida por el poema “Soy la muchacha mala de la historia”, nacida en Lima en 1949, puso fin a su vida suicidándose cuando sólo contaba con 23 años en 1972. Fue la primera poeta mujer que habló libremente de erotismo, en un Perú conservador y dio paso a una nueva generación de poetas mujeres que hablaron con libertad de su cuerpo.

Obra poética:
1- Recital (Plaqueta). Lima, Colec. Gesta Nº 2, Centro de Estudiantes de Literatura, Universidad Mayor de San Marcos, 1970.
2- En recuerdo de María Emilia Cornejo. Nota de presentación sin firmar, en Eros Nº 1 – 1973
3- En la mitad del camino recorrido (Poesía reunida). Nota de Marcos Matos; Edición de Flora Tristán, 1989 y segunda edición con prólogo de Carmen Ollé, Edición Flora Tristán, 1994
4- Memoria de María Emilia de Liliana Bringas. Reproduce los “cuatro poemas desconocidos de M. E. Márquez” de Gesta, más un testimonio de Francisco Cagigao, en Domingo, suplemento de La República 31 de Enero de 1999, pp. 27-28.

Fuente: Los cuatro poemas y la relación de la obra poética publicados en este post pertenecen a: “Poetas peruanas de Antología” – a cargo de Ricardo González Vigil – Mascapaycha editores 2009

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