Mark Ryden
contemplación
el
ojo de una rata me observa
su
único ojo rojo me mira
y
yo miro la oquedad de su ojo izquierdo
por
ese hoyo tal vez se pudiesen entrever
otros
mares de arena otras orillas
como
la primera orilla de la que partí:
en
el ojo de fuego de mi madre
entonces
todo volvería a arder
el
agua ........el ojo .........el fuego
y
mi cuerpo se diluiría en arroyuelos y ríos sin fin
pero
esa oquedad no existe
sólo
mi miedo y el ojo solitario de la rata
que
ejerce su dominio sobre mis ojos
que
son dos ojos pequeños y miopes
por
los cuales ella me observa:
ahogar
los abrazos en una parada de autobús
reposar
la cabeza sobre el ombligo de mi esposo
tenderme
en un rincón y lamer una herida
ahora
el viento es suave
y
las hojas suben al cielo
desde
donde una pequeña ave de rapiña
desafía
al sol
y
nos contempla
lima/año cero
voy
porfiando tercamente garabateando una escritura que no sana el cuerpo explota
revienta en miles de pedacitos de odio ¿los quieres? recoge uno tras otro con
cuidado para que no te hieran y luego a la basura sin lágrimas
cargada
de esterilidad avanzo incluso más allá de cualquier escritura me adentro en mi
propia sombra intuyo un vientre más cálido y me acomodo ingreso en él como en un
paraíso de locura día y noche me alimento de su profunda oscuridad lo hago
defecar a mi antojo expulsar el tiempo toda sucia poesía en una arcada luego ha
de beberse el día y la noche tragarse el mundo hasta el hartazgo para
recomenzar
nadie
te dijo aquí será feliz en este paraíso del hartazgo en esta profunda oscuridad
que pateas hasta hacerla sangrar y luego bailas alrededor de ese líquido
negruzco y maloliente y lo bebes y chapoteas sobre él con la alegría de una
bestia
alguien
llama del otro lado y tú eres menos que una nada un pedazo de carne hambrienta
que vaga sobre aguas placenteras mares de coral sobre tu pecho deforme
en
siete meses incubada en mi propio excremento la risa me obligaba a patear con
más fuerza panza que se desenrosca y conduce al silencio a la ceguera de la luz
el llanto me impide ver la sangre pegoteada sobre los vellos estoy enferma
enferma y sucia y hambrienta mi sexo es el vacío la nada me encierro en mi
propio graznido tengo miedo de mi desnudez y tirito como una condenada
escribo
escribes
y recuerdas tu propio anochecer el crepúsculo de tu cuerpo dando vueltas y
ahora limpia tirada sobre una camilla idéntica a la siguiente y a la siguiente
marcada para siempre con un número inexacto tu cuerpo es copia de otro cuerpo
una escritura amarga que se bota a un tacho de basura
sin
lágrimas-he dicho.
una
voz canturrea y derrama hermoso líquido blancuzco sobre mis labios moja todo mi
esqueleto la sucia piel de una recién nacida succiono por el pecho sano vomito
y defeco sobre mí cierro los ojos y no escribo nada y me duermo sobre el pezón
amoratado de mi madre
tu
paraíso oh tu hermoso paraíso se ha perdido
De: Ya nadie incendia el
mundo
Lázaro
No basta una
muerte
QUASIMODO
Me
encuentro anclado en medio del desierto
He
destrozado todas las fronteras
pero
no he encontrado
a
nadie ni nada
Todos
han muerto ya
Los
días pasan como si el tiempo
decidiese
sobre sí mismo
a
veces creo que retrocede
porque
me veo haciendo
lo
mismo que mañana hice
Ojalá
retrocediese hasta aquellos
cuatro
días
en
que fui feliz
entonces
les
cortaría la lengua a María y a Marta
sin
el menor remordimiento
He
ido contra todas las leyes
he
matado he fornicado
he
robado
no
he celebrado la pascua
y
por más que me he culpado
nadie
me ha creído
He
intentado todas las formas
de
la muerte
pero
siempre la he vencido
Estoy
tanteando
con
un cincel
una
salida del planeta
Ya
no sé qué hacer
Soy
el único hombre
al
que le sobra la vida
De la revista Intermezzo
Tropical Nº 6 / 7
Biografía
Victoria Guerrero (Lima, 1971). Estudió Literatura
en la Universidad Católica del Perú. Ha vivido y trabajado en Boston (EEUU). Actualmente
reside en Lima.
Libros de poesía publicados:
De este reino (1993), Cisnes estrangulados (1996),
El mar, ese oscuro porvenir (2002) y Ya nadie incendia el mundo (2005).
Es editora de la revista Intermezzo Tropical.
Tribu/laciones del sujeto des/centrado latinoamericano.
Fuente: urbanotopía y Ritual
Tiene una voz con fuerza, quizá de allí ese tirón hacia los rincones más sombríos de nuestra humanidad.
ResponderEliminarSaludos y gracias por compartir.
Beatriz
ResponderEliminarA mí también me gusta la fuerza con la que escribe, la encuentro muy fresca y vital.
Un abrazo