Foto de Bjorn Pretzel
pabellón 7A/ sacrificio
una
mano blanca se acerca
una
mano blanquísima demasiado pura
me
inyecta su odio
yo
me duermo babeo voto
mi espuma
sobre
una sábana tan blanca como la garra que me alimenta
ella
espera el zarpazo final
mientras
observa el goteo de su veneno
NO GRITES NO VIVAS NO AMES
es su consigna
un balazo me despierta a
media noche
alguien arrastra una pierna por la avenida perú
su
hermoso rostro lloroso de rabia alza los ojos hacia mí
me maldice por mi partida
y yo bajo los párpados
para no ver
soy
este número que cuelga a media tarde en cualquier habitación vacía
cualquier día del mes de
agosto
oculto
tras una cortina desgarrada/ habitación 701 A-B
un
ronquido llena el silencio la blancura
estremecedora de este
espacio dividido en dos
¿madre
estás allí?
la
mano se acerca otra vez
me
desnuda me jalonea me envuelve entre sábanas sudorosas
de otros cuerpos
mi
rastro se va perdiendo entre ellas
aspiro
y no siento nada sino el olor de la partida
mientras
los ojos del amor me dicen
QUÉDATE Y SERÁS FELIZ
esa es su consigna
y
sus ojos quedan entreabiertos tras los barrotes de una celda
pero
yo corro huyo de una prisión para adentrarme en otra
todo
me conduce hacia un lugar de perfección
-eso
fue lo que me prometieron
tirada
en una habitación pálidamente higiénica
infinitas
manos se acercan y exploran una cicatriz
(la maloliente costra del nacimiento
le llaman)
iluminan
mi cuerpo con una luz tan pura como sus manos
¿será
ésta la luz blanca siempre añorada?
¿la
luz de la felicidad?
¿el
rayo que se disolverá en siete colores de fuego y ahuyentará el mal?
-o
es sólo un ejercicio más de toda esta retórica
estiro
los brazos y me entrego
me
adormezco en medio de una fiesta enceguecedora
hasta
que mi cuerpo revienta
convertido
ya en un alegre surtidor que baña el mundo
un fuego esplendoroso me
obliga a levantarme
alguien incendia su cuerpo en medio de la noche
un poeta se agita en llamas de su propia orfandad
su casa es un gran desaguadero de sueños y sombras
pero
YA NADIE INCENDIA EL MUNDO
NI SIQUIERA TÚ
nuestros
pálidos cuerpos
todos
presas ardientes de celadores o incendiarios
celebran su festivo sacrificio juvenil
la
poesía escupe por todos lados su necia pestilencia
y
no queda nada sino tirarla a un tacho de basura
o
coger la maldita mano blanca y torcerle el cuello
y
no quedan sino tus ojos que bañan el mundo
y
un cuerpo tras una cortina desgarrada cuyo amor aun desconozco
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