Foto de Edward Weston - white radishes
FLORES
Hay
otra piel dentro de mi piel
que
se ajusta a tu tacto como un lago a la luz;
que
desliza su memoria, su lenguaje perdido
dentro
de tu lengua,
borrándome
para hacerme de nuevo.
Justo
cuando el cuerpo cree saber
los
caminos para conocerse a sí mismo,
esta
segunda piel sigue buscando sus respuestas.
En la
calle - las sillas de los cafés abandonadas
en
las terrazas, los puestos del mercado vaciados
de su
viva luz,
aunque
el pavimento todavía respire
uvas
y melocotones-
como
la luz de todo lo que crece
en la
tierra recién removida,
cada
partícula de mí se ajusta a tu tacto,
el
viento envolviéndome las piernas en mi vestido,
tu
camisa deshaciéndose en flores por mis manos.
Anne
Michaels - Traducción de Jaime Priede
El
peso de las naranjas & Miner´s Pond (Bartleby Editores, 2001).
FLOWERS
There's
another skin inside my skin
that
gathers to your touch, a lake to the light;
that
looses its memory, its lost language
into
your tongue,
erasing
me into newness.
Just
when the body thinks it knows
the
ways of knowing itself,
this
second skin continues to answer.
In
the street - café chairs abandoned
on
terraces; market stalls emptied
of
their solid light,
though
pavement still breathes
summer
grapes and peaches.
Like
the light of anything that grows
from
this newly-turned earth,
every
tip of me gathers under your touch,
wind
wrapping my dress around our legs,
your
shirt twisting to flowers in my fists.
Anne
Michaels
From:
The Weight of Oranges
Biografía
Escritora
y poeta canadiense, Anne Michaels recibió el premio de la Commonwealth por su
primer poemario, "El peso de las naranjas", aunque no lograría el reconocimiento
internacional hasta la publicación de su novela Piezas en fuga (1996) con el
que ganó el Premio Orange y el Trillium, y que fue llevada al cine en 2007.
Libros
publicados: La cripta de invierno (2010), Buceadores de la piel (2003), El peso
de las naranjas (2001), Piezas en fuga (1998).
Muy buen descubrimiento el de Michaels. Gracias por compartir.
ResponderEliminarEgle, efectivamente tiene una poesía delicada como un susurro. Uno la lee y la imaginación se pone a volar.
ResponderEliminarUn abrazo,
María