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jueves, 6 de octubre de 2016

Paula Jiménez – Dos poemas

Imagen de Peony Yip
El ciclo del agua
A Olga Orozco
De pronto estaba todo
como en el tarot las copas que dibujan
un arco protector suspendido en el cielo,
su bendita abundancia
colmando el corazón de los enamorados. Pequeños
y anhelantes de futuro
miran la maravilla desplegarse
desde una punta a la otra de la tierra.
Las diez bocas abiertas a recibir los dones, las semillas
con las que harán germinar lo duradero.
La vida, pura vida, multiplicada en los seres y las cosas.
Pero ese es el arcano del final, el número que empieza
a corroer lo pleno como sucede también en el verano
después del equinoccio. A ese día, el más largo
del año, sigue otro con su merma solar
su minuto nostálgico
diluido y pasado por alto en la ilusión
del florecer sin tregua. Besos y fiebre,
el sabor exuberante de las frutas,
la esperanza de todos los comienzos.
Contra él y el vigor
de esos cuerpos erguidos como el trigo en el campo
el invierno que acecha arranca cada día
un instante a la luz, la hiede lentamente
sin que nadie en el mundo se dé cuenta. Los durmientes
cierran sus ojos un segundo antes y los abren
uno después que el día que pasó,
detrás de la ventana la curva de los rayos disminuye
y la sombra
se alarga imperceptible adentro de su casa.
Mientras tanto el verano
engañoso persiste en esos dos
cuyos brazos se abren celebrando la dicha dorada de las copas
pero hay un vacilar
un parpadeo
que los hace intuir el cambio: ya no sienten
el calor de su amparo, la epifanía tierna
que nada se guardaba para sí.
Perdida la ilusión
porosa de fundirse en la piel no del otro
sino en la de los dulces, los hijos, los tocados
por la vara justiciera del amor. O acaso están ahora
las copas invertidas
dejando caer su vino, derramando
la promesa de curar el corazón herido de la amada
de extraerle la espina que los padres
le han clavado en la cuna, de borrar de su mente
aquel mal sueño
que se repite en sus noches cada tanto.
Ya nunca podrán ser
eso que fueron, en lo que hubieran
querido perpetuarse, no serán ese arco que atraviesa
la atmósfera como un ave sagrada
de plumas suavecísimas y canto de delfines. No bailarán
entonces sobre el agua
porque las copas están vacías. Lustrosas y vacías
son diez huecos trofeos conseguidos
en cada pulseada
inútil. Se llevarán con ellos
el orgullo de haber
visto la grieta en la entereza ajena, de haber descuartizado
el aura poderosa comprobándola humana. Y de pronto
es el uno, el solitario
el que asoma entre las cartas su boca bajo el cielo.
Esa boca
que un día o una noche, nunca se sabe cuándo,
se beberá otra vez, encandilada
los chispazos fugaces de La estrella.

Peony Yip

La luz y la sangre son siempre jóvenes

Me llama.
Toca con suave puño la puerta de un final.
Dice lo que se arroja al pulso de los ríos del futuro
y me dice futuro preñándolo de rayos luminosos,
su voz se torna espesa como los caramelos
dulce como la savia inexistente de las plantas galácticas.
Yo perdí esa palabra como si se me hubiera
caído de la lengua, innecesaria. Pero ella no lo cree.
Para ella en el futuro
está la perfección que algunos
alcanzan fácilmente. Es decir, para ella
los otros y el futuro son el desplazamiento donde se deposita
una felicidad robada. Esa que conocimos o pensamos
que podría ser nuestra
(la que, lógicamente, no conocimos nunca).
Sin embargo hubo otras sorpresivas
como cuando las gatas, China
y Rusia, maullaban por la noche
alrededor del cuerpo dormido de mi amada: yo sabía
que el mundo se caería abducido
al pozo de sus sueños inquietantes. Y la besé
con el corazón raído por el miedo, la besé
indefensa y valiente, como las flores.

Biografía
Paula Jiménez España nació en Buenos Aires en 1969. En poesía publicó Ser feliz en Baltimore (Nusud, 2001), Formas, libro y cd junto con la cantante Valeria Cini (Terraza, 2002), la casa en la avenida (Terraza, 2004), la mala vida (Bajo la Luna, 2007), Ni jota (Abeja Reina, 2008), Espacios naturales (Bajo la Luna, 2009) La vuelta (Simulcoop, 2013),  Paisaje alrededor (Bajo la Luna, 2014), Canciones de amor (27 Pulqui / Vox, 2015)  y las plaquetas Las cosechadoras de flores (La Mariposa y la Iguana, 2014) y Nada llora (La mariposa y la iguana, 2015).  En prosa: Pollera pantalón / Cuentos de género (La Mariposa y la Iguana, 2012).  En 2006 recibió el Primer Premio Nacional de Literatura Tres de Febrero y en 2008 el Primer Premio Fondo Nacional de las Artes. Fue traducida al inglés y publicada en medios literarios canadienses y londinenses. Dicta talleres de escritura desde el 2001. Como periodista colabora con “Soy” y “Las 12”, suplementos de Página/12, y con Diario Z.
Fuente: Revista El Otro

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