Imagen - Lighting by Joseph Winters
Ira
Me insulto mucho, pero era
mentira que se quemaran las patatas, se lo juro. Él siempre lleva la de ganar,
y si no, grita más para quedar por encima. Ya le dije, señoría, que aquella
noche no estaba yo bien. Se me empezaron a subir como…como guindillas a la
garganta. Cuanto más vociferaba él, más me ardía el aire por dentro a mí. Vio
que el guiso era de pollo y en aquel momento me enteré de que lo odiaba, porque
siempre lo devoró; entonces acababa yo de escurrir las patatas, y a la quinta o
sexta vez, que le llamó puta a mi madre, las guindillas aquellas fermentaron,
no sé, estallaron como la pólvora. El aceite chisporroteaba, restallaba…
El brazo se giró solo, se lo
prometo, le juro que no fue intencionado. De lo que sí estoy segura, es de que
con el aceite hirviendo, le lancé toda la ira que él había acumulado durante
tanto tiempo sobre mí…
Eva Barro García
Fuente: 150 autores 150 vivencias
– Antología V premio Orola – Ediciones Orola, S.L.
Quizá el guiso llevaba algo más que sal,
ResponderEliminarun poco de mucho estrés.
Quizá señoría, debí haberle dado ese pollo,
esas patatas antes.
Me ha encantado. Tan tan, real y tan sencillamente expuesto.
ResponderEliminarUn beso María.
Incitatus, gracias por darle ese matiz al relato.
ResponderEliminarEs muy fuerte el relato, por eso me gusto. Toda esa violencia tampoco expuesta y que la ficción nos permite ver desde otra perspectiva.
Un abrazo,
María
Querida Carmela,
ResponderEliminarA mí también me gusto, esa sutileza del lenguaje para narrar algo tan complejo como la violencia de género, escrita con palabras tan sencillas que chocan y por eso mismo fascinan.
Muchas gracias por tus comentarios.
Un beso,
María