Imagen de Dora Maar - Pieds
Os
dejo el epílogo del libro "La Balada del café Triste" de Carson
McCullers, este extracto también funciona como texto independiente:
Los doce mortales
La
carretera de Fork Falls se encuentra a tres millas del pueblo, y allí ha estado
trabajando la cuerda de presos. La carretera es de asfalto, y el condado ha
decidido rellenar los baches y ensancharla en cierto paso peligroso. La
cuadrilla está compuesta por doce hombres, todos vestidos con el traje de
presidiarios, a rayas blancas y negras, y todos encadenados por los tobillos.
Hay un guardián que lleva un fusil, y sus ojos no son más que unas rendijas
encarnadas, a causa de la luz. La cuadrilla trabaja todo el día; los presos
llegan amontonados en el coche de la cárcel poco después del alba, y se los
llevan otra vez en el gris crepúsculo de agosto. Todo el día se oye el sonido
de los picos que golpean en la tierra caliza, todo el día hace un sol inclemente
y huele a sudor. Y todos los días hay música. Una voz oscura inicia una frase,
medio cantada, como una pregunta. Y al cabo de un momento se le une otra voz, y
luego empiezan a cantar todos los presos. Las voces son sombrías en la luz
dorada, la música es una intricada mezcla de tristeza y de gozo. La música va
creciendo hasta que al fin parece que el sonido no proviene de los doce hombres
encadenados, sino de la tierra misma o del ancho firmamento. Es una música que
ensancha el corazón, que estremece de éxtasis y de temor a quien la escucha. Y
después, poco a poco, la música va cayendo hasta que al final queda una sola
voz, luego un respirar bronco, el sol y el golpear de los picos en el silencio.
¿Quiénes
son estos hombres, capaces de hacer una música así? Sólo doce mortales, siete
muchachos negros y cinco muchachos blancos de este condado. Sólo doce mortales
que están juntos.
Más: Carson McCullers
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