Podríamos
dividir la novela en dos partes, la primera parte ocurre en Zimbabue y está narrada
por unos niños que viven en un país que ha sufrido diversos conflictos
políticos donde los personajes han sido expulsados de sus hogares y mal viven
en chabolas, en un barrio ficticio que contradictoriamente a su situación se
llama Paraíso. La protagonista principal es Darling, otra niña. Lo curioso es
que poco a poco a través de las voces de los niños vamos entrando un mundo
arrasado por las carencias materiales, la violencia y la extrema pobreza. Los
niños ya no van al colegio mesclan sus juegos para matar el tiempo y van a Budapest
un barrio rico, a robar guayabas, la fruta que les sirve para aplacar su
hambre.
Los
juegos de los niños nos hacen participes de su realidad, sus vidas se quedaron
estancadas, sin esperanza de futuro, son niños que se enfrentan a la violencia,
a la enfermedad, al sida, la locura, a la desestructuración social que les ha
tocado vivir, desde su propia óptica, crudamente y sin rodeos. Darling es la
protagonista de la historia, no tiene filtros, expresa su realidad tal y como
la percibe con honestidad e incluso con humor. Los nombres de los niños:
Sabediós, Bastardo, Nacidolibre, entre otros, porque según la autora los
nombres tienen significado.
La
segunda parte se trata de la migración visto con los ojos de Darling que va
vivir junto a la familia de su tía en los Estados Unidos, descubrimos otro
mundo, el de los inmigrantes sin papeles. El malestar de vivir con el corazón
dividido, por el país que dejaron atrás y por esa otra realidad en la que tienen
que vivir o mejor dicho sobrevivir con largas y extenuantes jornadas laborales,
bajos salarios y con la herida de un país que llevan dentro y que aflora constantemente
y que le recuerda su origen.
No es una
novela perfecta, sin embargo su voz es importante porque nos habla de África y
su complejidad desde el punto de vista de la propia visión de una interesante narradora
africana a quien saludamos desde Batalla de Papel por compartir su primera
novela.
Por María
GERMANA MATTA
Os dejo
un extracto de la novela para que os internéis en ella:
“Es lo mismo y no lo es. Pero ¿qué más da?
Aquí estamos. Aquí, en Paraíso, sin nada. Y no tenían nada más allá de sus
recuerdos, por supuesto. Sus propios recuerdos y los que les transmitieron sus
madres y las madres de sus madres.
Algunos aparecieron con niños en los brazos.
Muchos otros, con niños de la mano. Y los niños aprecian perplejos: no
entendían los que les estaba pasando. Los padres los estrechaban contra su
pecho y, con las palmas encallecidas, les acariciaban las cabezas polvorientas
y desgreñadas, intentando consolarlos, aunque en realidad no sabían muy bien
qué decir. Poco a poco, los niños se dieron por vencidos y dejaron de hacer
preguntas, y sencillamente parecía que se hubieran quedado vacíos, como si su infancia
hubiera huido dejando atrás tan solo los huesos de su sombra.
MadreAmor apareció con unos enormes barriles
para destilar un licor fuerte que haría olvidar a la gente. Apareció también
con canciones en la garganta y con sacos llenos de los vestidos más coloridos.
A pesar de todo, se negaba a aparecer como una cosa abatida por las
circunstancias.
Por lo general, los hombres se hacían
fuertes: andaban erguidos, con la cabeza alta, los brazos firmes a los costados
y los pies clavados a la tierra como árboles. Sólidos muros de Jericó. Pero
cuando se iban a los matorrales a aliviarse y nadie los veía, se venían abajo
como torres derrumbadas y lloraban con el penoso dolor de las concubinas
olvidadas.
Y cuando volvían con sus mujeres e hijos y
con todos los demás, hundían las manos en los bolsillos rotos hasta que se
tocaban los muslos secos, apartaban a
patadas las piedra de su camino y se erguían de nuevo como muros; aun así, a
las mujeres, que conocían toda clase de llanto y sabían todo lo que hay que saber
sobre lo que significa derrumbarse, no las engañaban. Y las mujeres se
levantaban despacio de los hogares, se sacudían el polvo de las faldas y se
plantaban como rocas delante de sus hombres y sus niños y sus chabolas, y sólo
entonces todo aquello parecía casi tolerable.”
NoViolet
Bulawayo, Necesitamos nombres nuevos, Traducción del inglés al español
por Sonia Tapia, Ediciones Salamandra, Barcelona, 2018, 256 pp.
Biografía
NoViolet Bulawayo (Tsholotsho, Zimbabue, 1981) creció en Zimbabue y vive en Estados Unidos. Sus relatos han aparecido en Callaloo, The Boston Review, Newsweek y The Wanwick Review, así como en antolo- gías de Zimbabue, Sudáfrica y Reino Unido. Máster en Escritura Creativa por la Universidad de Cornell y profesora de la Universidad de Stanford, obtuvo el premio Caine de literatura africana en 2011 por «Hitting Budapest» y fue finalista del premio PEN South Africa/Studzinski en 2009. Necesitamos nombres nuevos consiguió el Premio Art Seidenbaum a la Primera Novela de 2013 que concede L.A. Times, el PEN/ Hemingway, el Etisalat Prize for Literature, el Hurston/Wright 2014 y el de la selección de narrativa de la National Book Foundation «5 Under 35». Además, fue finalista del Barnes and Noble Discover Award, el Premio Man Booker y el Premio Guardian First Book, entre otros. Biografía Afrofemeninas
Gracias, María, por acercarnos este libro, que por su temática me parece muy interesante de leer, y poder conocer un poco de la vida en Äfrica. Y me parece una visión hermosa conocerla desde el punto de vista de esos niños.
ResponderEliminarMe alegra leerte y espero que estés bien.
Un beso
Gracias Carmela por leer este artículo. Seguro te gusta la novela. Es interesante leer autores de otros mundos.
EliminarEstoy bien y espero que tú y tu familia también.
Un beso