Foto de Michal Macku
María Rivera lee su poema Los Muertos, al finalizar la marcha nacional por la paz el día 6 de abril de 2011,en
apoyo al poeta Javier Sicilia y en exigencia de la paz. México D.F.
Los
Muertos
Allá vienen
los descabezados,
los mancos,
los descuartizados,
a las que les partieron el coxis,
a los que les aplastaron la
cabeza,
los pequeñitos llorando
entre paredes oscuras
de minerales y arena.
Allá vienen
los que duermen en edificios
de tumbas clandestinas:
vienen con los ojos vendados,
atadas las manos,
baleados entre las sienes.
Allí vienen los que se perdieron
por Tamaulipas,
cuñados, yernos, vecinos,
la mujer que violaron entre todos
antes de matarla,
el hombre que intentó evitarlo y
recibió un balazo,
la que también violaron, escapó y
lo contó viene
caminando por Broadway,
se consuela con el llanto de las
ambulancias,
las puertas de los hospitales,
la luz brillando en el agua del
Hudson.
Allá vienen
los muertos que salieron de
Usulután,
de La Paz,
de La Unión,
de La libertad,
de Sonsonate,
de San Salvador,
de San Juan Mixtepec,
de Cuscatlán,
de El Progreso,
de El Guante,
llorando,
a los que despidieron en una
fiesta con karaoke,
y los encontraron baleados en
Tecate.
Allí viene al que obligaron a
cavar la fosa para su hermano,
al que asesinaron luego de cobrar
cuatro mil dólares,
los que estuvieron secuestrados
con una mujer que violaron frente
a su hijo de ocho años
tres veces.
¿De dónde vienen,
de qué gangrena,
oh linfa,
los sanguinarios,
los desalmados,
los carniceros
asesinos?
Allá vienen
los muertos tan solitos, tan
mudos, tan nuestros,
engarzados bajo el cielo enorme
del Anáhuac,
caminan,
se arrastran,
con su cuenco de horror entre las
manos,
su espeluznante ternura.
Se llaman
los muertos que encontraron en
una fosa en Taxco,
los muertos que encontraron en
parajes alejados de Chihuahua,
los muertos que encontraron
esparcidos en parcelas de cultivo,
los muertos que encontraron
tirados en la Marquesa,
los muertos que encontraron
colgando de los puentes,
los muertos que encontraron sin
cabeza en terrenos ejidales,
los muertos que encontraron a la
orilla de la carretera,
los muertos que encontraron en
coches abandonados,
los muertos que encontraron en
San Fernando,
los sin número que destazaron y
aún no encuentran,
las piernas, los brazos, las
cabezas, los fémures de muertos
disueltos en tambos.
Se llaman
restos, cadáveres, occisos,
se llaman
los muertos a los que madres no
se cansan de esperar
los muertos a los que hijos no se
cansan de esperar,
los muertos a los que esposas no
se cansan de esperar,
imaginan entre subways y gringos.
Se llaman
chambrita tejida en el cajón del
alma,
camisetita de tres meses,
la foto de la sonrisa chimuela,
se llaman mamita,
papito,
se llaman
pataditas
en el vientre
y el primer llanto,
se llaman cuatro hijos,
Petronia (2), Zacarías (3), Sabas
(5), Glenda (6)
y una viuda (muchacha) que se
enamoró cuando estudiaba la primaria,
se llaman ganas de bailar en las
fiestas,
se llaman rubor de mejillas
encendidas y manos sudorosas,
se llaman muchachos,
se llaman ganas
de construir una casa,
echar tabique,
darle de comer a mis hijos,
se llaman dos dólares por limpiar
frijoles,
casas, haciendas, oficinas,
se llaman
llantos de niños en pisos de
tierra,
la luz volando sobre los pájaros,
el vuelo de las palomas en la
iglesia,
se llaman
besos a la orilla del río,
se llaman
Gelder (17)
Daniel (22)
Filmar (24)
Ismael (15)
Agustín (20)
José (16)
Jacinta (21)
Inés (28)
Francisco (53)
entre matorrales,
amordazados,
en jardines de ranchos
maniatados,
en jardines de casas de seguridad
desvanecidos,
en parajes olvidados,
desintegrándose muda,
calladamente,
se llaman
secretos de sicarios,
secretos de matanzas,
secretos de policías,
se llaman llanto,
se llaman neblina,
se llaman cuerpo,
se llaman piel,
se llaman tibieza,
se llaman beso,
se llaman abrazo,
se llaman risa,
se llaman personas,
se llaman súplicas,
se llamaban yo,
se llamaban tú,
se llamaban nosotros,
se llaman vergüenza,
se llaman llanto.
Allá van
María,
Juana,
Petra,
Carolina,
13,
18,
25,
16,
los pechos mordidos,
las manos atadas,
calcinados sus cuerpos,
sus huesos pulidos por la arena
del desierto.
Se llaman
las muertas que nadie sabe nadie
vio que mataran,
se llaman
las mujeres que salen de noche
solas a los bares,
se llaman
mujeres que trabajan salen de sus
casas en la madrugada,
se llaman
hermanas,
hijas,
madres,
tías,
desaparecidas,
violadas,
calcinadas,
aventadas,
se llaman carne,
se llaman carne.
Allá
sin flores,
sin losas,
sin edad,
sin nombre,
sin llanto,
duermen en su cementerio:
se llama Temixco,
se llama Santa Ana,
se llama Mazatepec,
se llama Juárez,
se llama Puente de Ixtla,
se llama San Fernando,
se llama Tlaltizapán,
se llama Samalayuca,
se llama el Capulín,
se llama Reynosa,
se llama Nuevo Laredo,
se llama Guadalupe,
se llama Lomas de Poleo,
se llama México.
Biografía
María
Rivera, Ciudad de México, México (1971). Poeta y ensayista. Es autora de
los libros de poesía Traslación de dominio (Fondo Editorial Tierra Adentro,
2000 y 2004) con el cual obtuvo el "Premio Nacional de Poesía Joven Elías
Nandino 2000" y Hay batallas (Joaquín Mortiz, 2005) con el cual obtuvo el
Premio Nacional de Poesía Aguascalientes 2005. Es miembro del Sistema Nacional
de Creadores de Arte desde el 2.
Fuente: Sin Permiso
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