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martes, 8 de octubre de 2013

Raquel Lanseros Poemas

Imagen de Merek Davis

CAYO HUESO – DUBLÍN
  
De espaldas se dijera un hombre hercúleo
manos inabarcables que a fuerza de apretar
se iban deshilachando, pero seguían vacías.

Cuando emigra el futuro, el hambre permanece.

Cansado de zurcir la realidad mugrienta
un día decidió postularse ante un sueño
en una isla lejana, nuestra y nosotros de ella
tan imbricada y húmeda de historia compartida
toda ascendencia fértil,
                               cimiento de esperanza.

En Holguín mi bisabuelo Zacarías Lanseros
pasaba al raso noches de paz junto al bohío
empuñando los astros con ese coraje
de quienes nada tienen y son dueños de todo.

Después vino el brillante regocijo en La Habana
la fiesta del vigor, la guayabera nueva
esta fotografía en sepia desde donde
                       me miras con mis ojos a través de los años.

Las palabras son vínculos y son pesados diques.

Hilvanabas los días debajo de un jagüey
al lado de un anciano a quien nunca entendiste
padre del capataz americano
   al mando del mañana: la línea ferroviaria
           pionera entre Miami y Cayo Hueso.

Regresaban exhaustos girando el cigüeñal
aquellos hombres de tez anochecida:
Come on, Zacariah, come on!
Cuánto habrías deseado poder hablar con ellos.

Ochenta años después, sobre la hierba
de otro país repleto de emigrantes
una chica morena descubre a Seamus Heaney.

Cada tarde a las seis su patrona la busca:
Come on, Rachel, come on!
Bienaventurados los que depositan
su diáfana semilla dentro de la tierra
porque de ellos será el reino de los tiempos.

He venido a decirte que vengué tu memoria
comprendiendo el destino en varias lenguas.

Igual que, de rodillas, postrada ante tu alma
escribo este poema que conjure el olvido.

¿Qué importa que naciese cuando tú ya habías muerto?
La mirada de dios convierte en uno
pasado y porvenir. Hay algo ignoto
que me permite oír llorar a aquellas vías
cuando me quedo a solas. El afán de mi sangre
sigue volviendo a casa cada noche
                                               por las viejas traviesas.


Con una única vida nunca es suficiente.


 Imagen de la red autor desconocido

LA MUJER HERIDA

Solamente si alguna vez amaste
con uñas y con dientes
sin red
sin salvavidas
aciertes a entender el vértigo insondable
que se extiende a los pies del desengaño.

Ella creyó encontrar la fuente del principio
cuando lo conoció, en medio de la tierra,
sin más escudo que su piel de hombre
bruñida por el sol igual que el oro viejo.

Lo amó sin precipicios ni preguntas
tiernamente, en silencio
con esa gratitud voluptuosa
que provoca la lluvia en primavera.

Todo era tan sencillo.

Los versos inflamados de poetas infinitos
parecían seguirla a todas partes
como si el corazón se hubiera convertido
en un fiel animal domesticado.

Porque no existe nada que perdure
una noche aprendió, como tantos lo hicieran
antes y después de ella,
que el amor es un río con cataratas propias
y remansos ajenos
que siempre desemboca en el océano.

Míralo de este modo: la vida te ha enseñado
siguiendo su costumbre de incansable maestra
cómo el alma dibuja
serenas cicatrices sobre viejas heridas.

 Foto de Lilya Corneli

CANCIÓN DE LA TRINCHERA

Señor Amor, dueño del cielo y de la tierra
tú que puedes batirnos a tu antojo
sobre el eje inicial de nuestro impulso.

Tú que te enseñoreas sobre todo lo vivo
entretejiendo un atlas de destinos cruzados.

Tú que puedes auparte a tu albedrío
y clavar tu aguijón sobre cualquier entraña.

¿Por qué vuelves a mí? ¿Qué vil capricho?

¿Por qué me arrojas de nuevo tu jauría?

He aquí, amo mío, lo poco que me queda:
mi sosiego de vidrio
la enmienda frágil de una paz absorta
mi mosaico de heridas mal curadas
demasiado recientes para ser cicatrices.

Imploro tu piedad desde mi grieta,
donde se han detenido la memoria y el ánimo.

Piénsalo bien: te costaría muy poco
concederme una bula de misericordia.

Deja a los que me quieren, esta pasión debiera
maldecirme tan sólo a mí, es lo justo.

Ya he visto antes cómo mi avidez arde
en tu hipnótica pira de dios omnipotente.

Descuida, soy sumisa
tu adiestramiento previo ha prosperado:
quien lo ha perdido todo varias veces
reconoce el honor de una derrota.

 Raquel Lanseros leyendo La Canción de la trinchera

Biografía
Raquel Lanseros nació en Jerez de la Frontera, Cádiz, (España) en 1973. Es una de las voces más premiadas y reconocidas de la nueva poesía española.
Ha publicado los libros de poemas Leyendas del Promontorio (Ayto. Villanueva de la Cañada, Madrid, 2005), Diario de un destello (Editorial Rialp, Colección Adonáis, Madrid, 2006), La acacia roja (Ediciones Tres Fronteras, Murcia, 2008), Los ojos de la niebla (Editorial Visor, Madrid, 2008) y Croniria (Ediciones Hiperión, Madrid, 2009).
Entre los galardones que ha recibido por su obra poética destacan el Premio Unicaja de Poesía, un Accésit del Premio Adonáis y el Premio Antonio Machado en Baeza.
Licenciada en Filología Inglesa, colabora con poemas, traducciones y reseñas críticas en diversas revistas literarias y publicaciones periódicas. Poeta capaz de expresarse en siete idiomas, ha sido traducida al inglés, francés, portugués, italiano, hindi, turco y holandés.
Su obra ha sido incluida en numerosas antologías. La última de ellas, Poesía ante la Incertidumbre. Antología de nuevos poetas en español (Editorial Visor, Madrid, 2011), ha sido publicada en España, México, Nicaragua, Colombia, El Salvador, Chile, Perú y Argentina. Actualmente se encuentran en preparación ediciones bilingües en Italia, Bélgica y Estados Unidos, traducidas al italiano, francés e inglés respectivamente.




7 comentarios:

  1. "La mujer herida" y "Entonces me besaste" son dos precioso poemas suyos, que colgué en mi blog. Me encanta cómo escribe mi "paisana", jajaja con gran orgullo lo digo, y como persona me parece que es una "gran persona" por lo poquito que podido relacionarme con ella vía email.
    Me encanta!!
    Un beso, María

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  2. Carmela,
    Coincido contigo me encanta como escribe, su poesía es muy potente. Recuerdo haber leído en tu blog algún poema de ella.
    A mi me gusta mucho: La Canción de la trinchera.
    Un beso

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  3. "....He aquí, amo mío, lo poco que me queda:
    mi sosiego de vidrio
    la enmienda frágil de una paz absorta
    mi mosaico de heridas mal curadas
    demasiado recientes para ser cicatrices.

    Imploro tu piedad desde mi grieta,
    donde se han detenido la memoria y el ánimo.
    ...."
    es cierto María, es un poema tremendamente hermoso.
    Un beso

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  4. Carmela,

    Coincidimos, Canción de la Trinchera, es delicioso, te identificas, sientes la fragilidad de las heridas, intenso, tan humano.
    Otro beso para ti

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  5. Es muy buena Raquel Lanseros. Gracias por incluirla.

    Sencillamente excepcional.

    Un fuerte abrazo
    Ana

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  6. Ana,
    Sí, es muy buena, por eso la elección de los poemas fue difícil. Es muy joven, tendremos la suerte de seguir leyéndola.
    Gracias a ti por participar.
    Un abrazo

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