Foto de Edward Weston
dormí
en un lecho de rocas durante tres siglos
ví
cosas que los hombres olvidaron
medí
la distancia que separa el cielo de la tierra
leí
las líneas de la mano pronuncié los oráculos
una
voz que no era la mía habló por mi boca
desaparecí
en una ciudad a su vez desaparecida
unos
jinetes armados invadieron nuestras llanuras
permanecimos
a la espera de otros bárbaros
el
mar se retiró de las puertas de mi ciudad
me
gané el favor de los ríos de la tierra
adorné
el día con el tatuaje de mis sueños
mi
rostro vio mi otro rostro
no
oí la voz que me llamaba
la
mano que me buscaba no me encontró
nací
varias veces de cada estrella
morí
otras tantas con el sol de los días
muy
pronto me embarqué hacia ninguna parte
pedí
una habitación en la patria de los otros
no
había hecho nada antes de nuestro adiós
viví
en el poniente en el levante y en el espacio del viento
era
esa extranjera que acompañaba a la noche
dos
veces extranjera entre norte y sur
grabé
pájaros tristes en unas piedras grises
dibujé
esas piedras y las habité
construí
balsas donde no había océanos
levanté
tiendas donde no existían desiertos
unas
caravanas me llevaron hacia un sueño de oriente
mis
caligrafías viajaron a lomos de las nubes
recordé
la nieve de los almendros
seguí
la ruta aérea de los pájaros
hasta
el monte de la luna en los plumones de los nacimientos
aprendí
y olvidé todas las lenguas de la tierra
encendí
una hoguera con todas las patrias
algunas
noches bebí del frasco del olvido
busqué
mi estrella en el lecho de las estrellas
guardé
tu amor en el hueco de mi mano
tejí
una alfombra con la lana del recuerdo
desplegué
el mundo bajo el arco de los orígenes
vendé
las llagas del crepúsculo
hice
gavillas con mis estaciones para regalárselas a la vida
conté
los árboles que me separan de ti
éramos
dos en esta tierra ahora estamos solos
me
ceñí un cinturón de palabras en el talle
cubrí
con una mortaja la ilusión de los espejos
cultivé
el silencio como una planta rara
fulgor
tras fulgor descifré la noche
la
muerte me cortejó durante un tiempo
busqué
en el sol la dirección del sol
me
acosté en mi tumba y me levanté
me
perdí luego me encontré de una génesis a la otra
te
esperé sin esperarte
hasta
que te convirtieras en poema
mezclé
la carne con la arcilla y con la luz
mezclé
el aliento con lo que ya era aliento
viví
en la cálida casa de tu voz
hice
que los recuerdos nacieran antes de que vivieran
oculté
mi amor bajo los pudores de la sombra
me
pregunté cómo decirlo antes de decirlo
y
por qué no lo decía
dije
que ya era hora de ir a ti
me
arrastré hasta tus labios por un lecho de espinos
creí
que lo que nos unía
era
aquello que nos hacía semejantes
busqué
en ti un país una lengua
alejándome
del sueño me acerqué a él
ennegrecí
páginas con la noche del poema
el
pájaro negro del silencio las rozaba una a una
aún
no sé qué lengua me habla y me absuelve
tomé
un sendero de luz que conduce al horizonte
mi
país: un ramo de adioses recogidos al hilo del tiempo
desenrollé
sus orillas como una estera de alfa
encontré
un nombre para lo que queda de la niñez
para
florecer entre tus brazos
tiré
a un pozo las naranjas del recuerdo
dibujé
mi amor con tiza en una muralla de agua
nada
permanece en la memoria de los hombres
caminaba
en mí y lejos de mí
a
veces una sombra se casaba con mi sombra
en
cada partida cortaba un lazo
liberaba
el pájaro de fuego de las cenizas de la memoria
caminaba
en ti y lejos de ti
me
alié con el alfabeto de la arena
con
las ondulaciones de la ola
con
la paz que cierra tus párpados
mi
canto será a imagen de esa paz
reconocí
el alba en el alba dentro de su mirada
quise
el día a imagen de los que amo
dispuse
la noche para la cosecha del sueño
cortejé
lo visible abracé lo invisible
lo
leí todo de la tierra en el gran libro de la tierra
fui
testigo de lo efímero y de la eternidad del instante
me
demoré en el umbral de cada umbral
nuestros
muertos llamaban desde la otra orilla
las
líneas de su mundo surcaban nuestras manos
el
eco de sus voces se agotaba en la distancia
los
suicidios de la sangre eran otras tantas piedras
en
las murallas del tiempo
di
mis primeros pasos en el limo de los ríos
me
enterraron viva en la arena bajo un mar de dunas
taparon
la caverna – que mi sueño sea eterno
exiliaron
mi cuerpo al interior de mi cuerpo
borraron
mi nombre de todos los registros
hasta
los esponsales de las dos orillas
llevé
en mí el vacío como la boca de un ahogado
diciembre
desapareció tras el horizonte
llamé
– sólo el silencio estaba atento
vi
a los siglos perderse hasta nosotros
el
granado volvía a florecer entre las estelas
mi
ciudad cambiaba de señores como de aderezos
mi
tierra: una nube al margen del levante
por
qué buscar un lugar si somos el lugar
mi
sombra recorrió un largo camino hasta llegar a mí
un
día entré en la casa de la lengua
puse
dos pájaros en el nido del corazón
atravesé
el espejo del poema y este me atravesó
confié
en el relámpago de la palabra
deposité
un amor rebelde en la primavera de los árboles
y
liberé mis manos para que volasen las palomas
Amina Saïd - Traducción
de Ros Aragón
Fuente Poesía de ayer y hoy
Más poemas y biografía