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sábado, 24 de mayo de 2014

Andrea Gibson - Cualquier cosa - poema

Imagen de Remedios Varo
Cualquier cosa

Esta noche juraría que el hombre en la luna es un violador,
y las estrellas no son más que cicatrices,
heridas de balas disparadas por la humanidad desde un coche
apuntando a la cara del cielo.
Esta noche llorar sería demasiado fácil.
Me satisfaría demasiado
y no, no quiero que me toques
porque tus manos están limpias
y yo soy asquerosa,
culpable con la sangre de algo bello cubriéndome entera.
He sido débil y he echado tanto veneno
que en todos los ríos a mi alrededor se mueren los peces,
y los árboles compiten por algo de luz
pero yo soy la noche eterna
escribiendo rimas sobre atrapasueños y la paz mundial
cuando incluso mientras duermo estoy luchando en guerras
que pulverizan el esmalte de mis dientes
y me despierto con la mandíbula contraída y el cuerpo doblado
pensando, ‘¿Cuántos platos he roto esta semana?’
en un intento de no romperme a mí misma
azotándome la piel brutalmente con el cinturón
porque es difícil querer sobrevivir.
Y todos los grandes terapeutas de este mundo dirían,
“Puede que tu ira sea buena.
Puede que tu rabia signifique que estás saliendo de la jaula
de todo lo que has sido”
Entonces intento ser Zen, entonando mantras de
om mani padme hum
pero dios me tiene demasiado miedo como para escucharme,
y mi corazón golpea a otro niño en la tienda de caramelos
y su madre llama a la policía
y cada vez que el reloj hace tick
yo empiezo tick tick tick diciendo más burradas,
mi voz sonando como la crucifixión de todo lo sagrado.
Hay ampollas en mi lengua
del golpeteo de mis uñas en los corazones de profetas,
y justo cuando creo que puedo pararlo
satán resucita dentro de mí
y todo a mi alrededor se convierte en infierno.
Anoche robé peniques de una fuente de los deseos
para comprar cuerda con la que linchar cada pulgada de esperanza del planeta
y todo…
porque tú tienes otra novia y no lo soporto.
Quería que llegáramos a los ochenta años juntas,
quería que pariéramos poemas como si fueran bebés juntas
y les viéramos crecer para salvar el mundo.
Porque nena, eres la única
que pudo hacer que el sol subiera dentro de mí.
Y juro que la tierra bajo mis pies
solo es suave porque caminas a mi lado.
Hubo momentos en los que pensé que estaba tan perdida
que ni dios me hubiera encontrado
y entonces te colocaste detrás de mí
y besaste una cruz en mi espalda
Y son cosas así las que me tienen loca
porque pensaba que a lo mejor los alientos que tomásemos juntas
nos harían vivir para siempre
y ahora me estás matando.
Mírame, me estoy muriendo,
ni si quiera tratando de evolucionar cuando
quería estar ahí en cuarenta años
cuando el médico llamase para decir que
tu madre posiblemente no sobreviviera un día más.
Y no lo iba a hacer simplemente bien,
iba a hacerlo perfecto.
Iba a hacer que mi amor se sintiese
como la primera vez que montaste en tu bici sin las ruedecillas,
iba a ponerme de rodillas delante de ti cada día
como si no hubiese nadie más delante de ti,
porque he escuchado tu corazón latir
como una brisa que podría hacer a cualquier violencia ponerse de rodillas
y las mejores líneas que he escrito jamás…
Plagié cada palabra de tus pensamientos que escuché
mientras estabas sentada en silencio,
mirando hacia Marte
pero tú nunca pides deseos a estrellas fugaces
tú pides deseos a las que
tienen el coraje de brillar donde están
sin importar lo oscura que sea la noche.
Y cómo le doy la espalda a esta luz
cuando quería que llegáramos a los ochenta años juntas,
parir bebés como si fuesen poemas contigo
y dejar que se escribieran a sí mismos.
Iba a sostener tu corazón al lado de mi oreja como si fuese una caracola de mar
hasta que pudiese escuchar las mareas de cada lágrima que hubieras llorado,
después construir islas en los mares de tus ojos
para que vieses que hay tierra hacia la que nadar.
Sostener tu mano y decirte “Las tormentas nacen
del mismo cielo al que escribimos himnos cuando brilla el sol.
Algunas veces son necesarias las tempestades para que se despierten los arcoiris
que enrollarán nuestro dolor en aureolas.”
Iba a tallarme tu nombre en la muñeca
para que mi pulso pudiera besarte.
Iba a amarte tan bien
que me despertaría cada mañana
y te diría cosas como esta,
“Dichosos son los momentos en los que estás conmigo
cuando te vas la vida duele como un infierno
pero haría cualquier cosa para hacerte feliz
incluso si eso significa dejarte libre
para que estés con otra persona”

Andrea Gibson (2011) The madness vase. En The madness vase. Long Beach, CA: Write Bloody Publishing.


Traducido por Nines B. Rodríguez


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