Imagen de Catrin Welz-Stein
Confesión muy íntima a la
langosta
A Isis Wirth, años más
tarde
Siempre
habrá un plato exquisito que nos separe
y
tu lengua abrirá un océano
intuyo
la mentira en el horizonte
y
esa estrella ecuánime que me delata como mujer asaeteada
no
nos equivoquemos
habrá
un helado una bebida un vicio
que
nos detenga en una época de lujo
Tú
llevas la arrogancia del hombre maltratado
yo
la brusquedad del guante como exceso en tu brazo tibio
Yo
sé que cuando suene el teléfono echaré la cabeza hacia atrás
y
contemplaré el reloj alojado en la sonrisa
Siempre
habrá una espera complaciente
un
marisco asado y fois gras para robarnos los labios
una
discoteca donde tomarme la mano fue el manifiesto de la oca
Ahora
en las repisas he sustituido el agua por el vino
y
tengo mil maneras de impulsar los manifiestos
como
ésta de despedirme aludiendo a tu nariz judía
para
evitar la confesión natural del “je t’aime”
Siempre
habrá un árbol junto a la ventana
una
prehistórica manera de eludir el compromiso
rechazando
la langosta como cebo en el anzuelo
Estamos
bien en lo cierto
tú
no eres un hombre que aspira a un escaño en el Parlamento
yo
nunca seré me niego por millones de chansones
saxofón
y golondrinas
a
ser una mujer desnuda frente a la prensa extranjera.
De:
Cuerdas para el lince - Editorial Lumen 1999
Imagen de Flor Garduño
Joya
parisina sobre unos pechos recatados
Las
arenas del Sáhara sobre los parabrisas de los automóviles
Anuncian
la caída de una estrella
Detrás
los niños demonios entonan su himno
No
hará falta lamentar alumbramientos
Es
cierto que una se vuelve maldita a fuerza de quejas
Una
estrella ha caído en mi cabeza
Justo
en el instante en que ese hombre me regalaba un camafeo
Cundido
de brillantes de cincuenta y ocho facetas
Me
dijo Enséñame las tetas, negrita
Aunque
yo no soy muy negrita
Pero
soy cubana
Respondí
y a mucha honra
Mire
no y no yo fui una joven de su casa
Pobre
pero decente
Tuve
que lavar para la calle eso sí
Hacer
el Malecón y otros gajes del oficio
No
y no caballero
Yo
estoy en París y paso por fina
Siempre
lo he sido d'ailleur
Me
ha caído un diamante en la cabeza
Y
una estrella en las tetas
Digo
a la inversa
Imagino
lo que vendrá
Los
envidiosos dirán
¡Le
ha caído un ladrillo en la cabeza
y
un mojón en el escote!
La
sangre rueda por mi cara
Esta
mañana el cielo se movió
Todo
menos él estaba inmóvil
Muy
temprano en las calles
El
mundo tenía sangre en los rostros
Yo
no soy indiferente
Pero
aquellos creían que en lugar de arena
Se
trataba de ladrillos enviados del Sáhara
Yo
estoy más que en lo cierto
Eran
estrellas.
De: Breve beso de la espera - Editorial Lumen, 2002
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