La noche nos visita con su paisaje de tupidos encajes, telarañas que se asoman en color, o, blanco y negro; percibimos olores, sabores, voces como ecos desvelando alguna clave, imágenes que brotan de tu espíritu despojándose de sus andrajos. A veces son segundos, otras minutos, pero cuando atraviesan una grieta parecen instantes eternos.
Es el retrato de un tiempo en ruinas que emerge del pasado bajo el taconazo remoto y burlón que creías sepultado. Asómate a los vestigios que reclaman tu atención. Escucha el desvarío de su voz y zurce con paciencia los agujeros de sus sombras. Atrévete a caminar por los enigmas que rumorea la noche. Armoniza la senda que proviene de la ruta de la memoria. Emprende tu vuelo.
Os dejo con mi querida y admirada maestra María Ángeles Maeso. Participé en varios de sus talleres de literatura en la Asociación Cultural Cibeles de Madrid.
Por su atenta y comprometida mirada.
María Ángeles Maeso, poesía
Darwin, Míranos
He ahí los caminos de ceniza,
los ondulantes rastros de los reptiles,
sus brillantes escamas reveladas con retraso.
La orden de demolición y derribo.
He ahí los signos de color tenaza,
las firmas mataselladas, el sobre
depositado en el buzón
por los mismos dedos de la excavadora.
Mira, Darwin, cuán cerca del aullido
cae el diccionario
y cómo vuelven al carbón
los restos del brillante.
Despiden de mil en mil. Como en una página de Zola
va hacia abajo la mirada, en bolsas
que miran de soslayo la flor de las cunetas,
la sima vislumbrada por Sísifo en un grito
que da miedo repetir.
Como si fuera Pájaro
El asesino, virtual;
Las balas,
virtuales;
la cabeza,
real
mente
destrozada.
Sulustiano Martín
Tú, que te mueres por decir nosotros,
prueba con el puñado de esdrújulas
que cada mes se caen con los ojos
empapados de vértigo y cemento.
Esta vez la viga de hierro le ha partido
el alma y todo lo demás
a uno de los nuestros. – Déjalo así.
El que subió a la construcción como si fuera único
tenía una edad como la tuya,
igual número de hijos,
tu mismo contrato temporal
y una jornada tan completa como tú
de piedra y máquinas al aire.
Cualquiera muere a contramano interrumpiendo
el sábado. Cualquiera, vislumbrándose de tierra,
dice nosotros y queda igualado.
Pero antes, en vivo, ¡qué el falso suelo!
qué postizamente suena ahí mismo:
en las paredes tímidas del vecino,
prójimo devuelto a tembloroso pajarito
de olfatear grisú,
a ranita detectora del génesis,
a mula camicace o simplemente a piedra.
En vivo, probad en alto andamio los plurales
y ved quiénes son
los que una y otra vez tropiezan con el sol
y, estruendosamente, del nosotros,
caen.
(De: Basura Mundi – Huerga & Fierro - editores de poesía)
del agua que lame la costa. Y las horas que pasan, las
blancas velas
luminosas, el barco anclado que se mece.
Movimiento aún no encauzado en el tiempo.
las cortinas que se mueven o flamean; el momento
centelleante, una mano
que se retira, luego avanza. Silencio. Y después
una palabra, un nombre. Y después dos palabras más:
otra vez, otra vez. Y el tiempo
rescatado, como un pulso
Entre la inmovilidad y el cambio. El final de la tarde. Lo
que pronto
se perderá convirtiéndose en recuerdo; la mente
abrazándolo. El cuarto
otra vez reclamado, como una posesión. Luz de sol,
Después de luna. Los ojos acristalados por las lágrimas.
Y después la luna que se deslíe, las blancas velas
hinchándose.
La Musa de la Felicidad
Las ventanas cerradas, el sol que asoma.
El sonido de unos pocos pájaros;
el jardín empañado por un ligero vaho de humedad.
Y la inseguridad de la gran esperanza
esfumada de repente.
Y el corazón aún alerta.
Y mil pequeñas esperanzas que nacen,
no nuevas pero sí recién admitidas.
Afecto, comer con amigos.
Y la estructura de ciertas
tareas adultas.
La cas limpia, en silencio.
La basura que ya no es necesario sacar.
Es un reino, no un acto de la imaginación:
y todavía muy temprano,
se abren los capullos blancos penstemon.
¿Es posible que por fin hayamos pagado
con suficiente amargura?
¿Qué no se exija sacrificio,
que la angustia y el terror se hayan considerado
suficientes?
Una ardilla corre sobre el cable del teléfono,
con una corteza de pan en la boca.
Y la estación demora la llegada de la oscuridad.
De manera que parece
parte de un gran don
que ya no hay por qué temer.
El día despliega, pero muy gradualmente, una soledad
que ya no hay por qué temer, cambios
leves, apenas percibidos…
El penstemon que se abrió.
La posibilidad
de seguir viéndolo hasta el fin.
Poemas de Louise Glück, del libro: Las Siete Edades – Editorial Pre-Textos – Traducción Mirta Rosenberg
El iris salvaje
Al final del sufrimiento
me esperaba una puerta.
Escúchame bien: lo que llamas muerte
lo recuerdo.
Allá arriba, ruidos, ramas de un pino vacilante.
Y luego nada. El débil sol
temblando sobre la seca superficie.
Terrible sobrevivir
como conciencia,
sepultada en tierra oscura.
Luego todo se acaba: aquello que temías,
ser un alma y no poder hablar,
termina abruptamente. La tierra rígida
se inclina un poco, y lo que tomé por aves
se hunde como flechas en bajos arbustos.
Tú que no recuerdas
el paso de otro mundo, te digo
podría volver a hablar: lo que vuelve
del olvido vuelve
para encontrar una voz: del centro de mi vida brotó
un fresco manantial, sombras azules
y profundas en celeste aguamarina.
Marina Tsvietáieva y su hija Ariadna Efron, en Praga en 1924
Me gusta que no estés loco por mí,
me gusta que no estoy loca por ti,
y que la pesada esfera del planeta tierra
no vuelva a girar a nuestros pies.
Me gusta poder ser imperturbable
y tener humor y ser incapaz de jugar con las palabras,
no enrojecer ante una ola sofocante,
cuando al rozarte con mis mangas me enciendo.
Me gusta también que ante mi presencia
abraces tranquilamente a otra, está bien,
incluso para mi, besar a otro
y que no me amenaces con las llamas del infierno.
Ese es mi dulce nombre, que ni de día, ni noche,
volverás a recordar, dulce amado,
y que en el silencio de la iglesia nunca
canten por nosotros: ¡Aleluya!
Con este mi corazón y con está mi mano: Gracias,
tú que – sin saberlo - me amabas tanto,
y, por mi paz nocturna,
y, por las raras citas a la hora del ocaso,
por los paseos que no dimos a la luz de la luna,
por el sol que no brilló está mañana sobre nuestras cabezas,
¡Ay de ti!, por no estar loco por mi
y, ¡Ay de mí! por no estar loca por ti.
Versión: María Germaná Matta, a partir de la traducción inglesa de Ilya Shambat, encontrada en este vídeo del Youtube.
I like it that you`re burning not for me,
I like it that it`s not for you I`m burning
And that the heavy sphere of Planet Earth
Will underneath our feet no more be turning.
I like it that I can be unabashed
And humorous and not to play with words
And not to redden with a smothering wave
When with my sleeves i`m lightly touching yours.
I like it, that before my very eyes
You calmly hug another; it is well
That for me also kissing someone else
You will not threaten me with flames of hell.
That this my tender name, not day nor night,
You will recall again, my tender love;
That never in the silence of the church
They will sing "halleluiah" us above.
With this my heart and this my hand I thank
You that - although you don`t know it -
You love me thus; and for my peaceful nights
And for rare meetings in the hour of sunset,
That we aren`t walking underneath the moon,
The sun is not above our heads this morning,
That you - alas - are burning not for me
And that - alas - it`s not for you I`m burning.
translated by Ilya Shambat
Мненравится, чтовыбольнынемной,
Мненравится, чтоябольнаневами,
Чтоникогдатяжелыйшарземной
Неуплыветподнашиминогами.
Мненравится, чтоможнобытьсмешной -
Распущенной - инеигратьсловами,
Инекраснетьудушливойволной,
Слегкасоприкоснувшисьрукавами.
Мненравитсяеще, чтовыпримне
Спокойнообнимаетедругую,
Непрочитемневадовомогне
Горетьзато, чтояневасцелую.
Чтоимянежноемое, мойнежный, не
Упоминаетениднем, ниночью - всуе...
Чтоникогдавцерковнойтишине
Непропоютнаднами: аллилуйя!
Спасибовамисердцемирукой
Зато, чтовыменя - незнаясами! -
Таклюбите: замойночнойпокой,
Заредкостьвстречзакатнымичасами,
Занашине-гуляньяподлуной,
Засолнце, неунаснадголовами,-
Зато, чтовыбольны - увы! - немной,
За
то, что я больна - увы! - не вами!
Poema de la Montaña
(fragmento)
Epílogo
Hay lagos en la memoria
y en los ojos siete velos.
No te recuerdo – tus rasgos
son una página en blanco.
Sin marcas. Un lago blanco –
todo. (El alma y sus heridas,
herida completa). Y tiza.
Que sólo señala el sastre.
El cielo es todo una pieza
y el océano - ¿sus gotas?
Sin señas se acerca el justo.
Contacto – el amor es todo.
Si el pelo es rubio o moreno
lo sabe el vecino: espía.
¿La pasión une o separa?
¿Soy relojero o médico?
Eres el círculo – todo,
el torbellino completo.
Recuerdo de ti sólo el amor.
Signo de la igualdad.
(Las soñolientas pelusas
se acumulan como espuma.
Novedad rara al oído,
No yo sino el “nos” de majestad…)
La miseria es tan estrecha
- “igual a la vida misma” –
Y a ti junto no te veo
ni con una, ni con otra:
- venganza de la memoria.
Poema del fin
(Fragmento)
1
El cielo de hojalata está oxidado.
El poste se levanta como un dedo:
en el lugar de siempre
como el sino.
-Menos cuarto. ¿Correcto?
-La muerte está impaciente.-
todo va lento, lento
el alzar del sombrero.
El ojo desafía,
y la boca apretada.
Baja, baja
la inclinación del saludo.
-Menos cuarto. ¿Seguro?-
Pero la voz mentía.
El corazón se detuvo: ¿Qué sucede?
Del cerebro: ¡señal!
Malos presagios:
herrumbre y hojalata.
En el lugar de siempre.
Como siempre a las seis.
El beso no habla,
ni los labios fijos.
A la reina la mano,
a los muertos así…
Un villano que corre
con el codo al costado.
Lo monótono es doble
si aúlla la sirena.
Chillaba como un perro,
un aullido, irritada.
(Exagera la vida
cuando suena la hora.)
Ayer-hasta la cintura.
Hoy-hasta las estrellas.
(Fue más allá de todo:
de cuerpo entero.)
Pensando en mi adorado,
más allá de las seis.
Y luego:-¿al cine? ¿al cine?
Una explosión:- ¡A casa!
2
Hermandad del aduar.
Hacia ella la llevaba,
un trueno en la cabeza
y a la cintura un sable.
Más allá del horror:
la palabra esperada.
La casa se derrumba-
y la palabra casa.
Cuando el niño se pierde
hay un grito: ¡a casa!
Un año y ya reclama:
¡Dame lo mío! ¡Lo mío!
Mi hermano en la lujuria
qué bien arde mi amado.
Quieren volar de casa
y tú-¡a casa!
Tira tanto el caballo
que hace polvo la cuerda.
-¡Pero no encuentro casa!
-Hay una. – Y a diez pasos:
La casa en la montaña. - ¿Qué puede estar más alto?
-La casa en la montaña. Una casa en la cima.
Cuando abre la ventana
-“¿No sólo hacia la aurora
encendida?” ¡Otra vez
La vida y los poemas?
¿Qué significa “casa”
sino salir a la noche?
(Mi tristeza, mi sino,
son más verdes que el miedo…
-No piense demasiado.
Busque su pensamiento.
3
Al malecón, al agua,
a lo denso me aferro.
Jardines de Semíramis:
¡aquí están! suspendidos.
Al agua: (franja de
acero cadavérica)
como a su partitura la diva, yo me aferro,
o a la pared el ciego…
¿La devuelves?
¿si me agacho, me oyes?
Al que calma la sed
me aferro, como a la cornisa
el sonámbulo…
Miedo, pero no del río
-¡si nací náyade!
Y me aferro al agua
si está al lado el que amo-
Y es fiel…
Lo son los muertos,
No a todos en el cuarto…
A izquierda y a derecha,
La muerte. Está a tu lado.
Un manojo de rayos fulgurantes.
La risa, -la barata pandereta.
-Usted tiene que…
(siento escalofríos.)
-¿seremos tan valientes? ¿Tan valientes…?
Insinuarse
" Quizás la mejor victoria sea
sobre el tiempo y la atracción,
pasar sin dejar huellas,
pasar sin dejas sombra
en las paredes...
Quizás renunciando
vencer? Quién del espejo se borra?
Así como Lermontov en el Cáucaso
colarse sin inquietud en las rocas.
Es quizás la mejor diversión
con los dedos de Sebastián Bach
del órgano provocar el son?
Despedazarse sin dejar
cenizas para la urna...
Quizás por engaño
vencer? De toda latitud darse de alta?
Así en el tiempo tal océano
colarse sin inquietar las aguas... "
El poeta
" El poeta trae de lejos la palabra.
Al poeta lo lleva lejos la palabra.
Entre sí y no, por baches indirectos
de parábolas, signos, planetas,
hasta lanzándose desde el campanario
agarra un garfio, pues el camino del cometa
es el camino del poeta. Casuales eslabones
ése es su enlace. Mirar las estrellas
de nada sirve! en el calendario
no se pronostican los eclipses del poeta
él es el que desordena los naipes,
falsea el peso y las cuentas,
el preguntón en el pupitre,
el que a Kant para el arrastre deja.
El que en el pétreo foso de la bastilla
es como un árbol que crece en su belleza...
aquél de huellas siempre desaparecidas,
él que es el tren al que cualquiera
llega tarde,
su camino es el de los cometas.
El camino del poeta arde pero no calienta,
arranca pero no cría, estalla y se quiebra.
Tu camino es el de enredadas cabelleras,
no pronosticado en el calendario del poeta. "
Y no salvan ni estancias ni estrellas
" Y no salvan ni estancias ni estrellas,
pero esto quiere decir, que sin ellas,
cada vez castigo recojo,
me extendía sobre líneas persistentes,
buscaba sola sobre mi amplia frente
estrellas sólo, no ojos.
Que os reconocí la fe, poderoso,
ni un solo momento, Eros hermoso,
me fue vacío sin amaros!
que en la noche en la niebla solemne
busque en los dulces labios carmines,
rimas sólo y no labios.
Castigo para el juez perverso
fui, nieve, y aquí cerca del pecho,
apoteosis gloriosa!
porqué ojo con ojo con el joven Oriente
busqué en mi inmensa frente
el rosicler, no la rosa! "
Yo te reconquisto
" Yo te reconquisto de toda tierra y celestial altura,
porque me es cuna el bosque, y el bosque sepultura,
porque en la tierra estoy, con un pie sólo, uno,
porque voy a cantarte como no canto a ninguno.
Yo te reconquisto de todo tiempo y de toda espada,
de toda noche y de toda bandera dorada,
arrojaré las llaves y los mastines del umbral,
pues perro fiel soy yo en la noche terrenal.
Te reconquisto de todos los demás, de la otra, de la una
no seré yo esposa de ninguno, ni serás tu esposo de ninguna,
y en la última lucha te sacaré, no reproches, calla!,
del que en la noche estuvo con Jacob en la batalla.
Pero hasta que en tu pecho los dedos cruzar pueda
- oh maldito seas tú!- en ti mismo te quedas,
tus dos alas dirigidas al espacio profundo,
pues el mundo es tu cuna y tu sepulcro el mundo. "
Libertad salvaje
Me gustan los juegos en que todos
son arrogantes y malignos,
en que son tigres y águilas
los enemigos.
Libertad salvaje
Que cante una voz altiva:
"¡Aquí, muerte, allí -presidio!"
¡Luche la noche conmigo,
la noche misma!
Volando voy -tras de mí van las fieras;
y con el lazo en las manos yo me río...
¡Ojalá la tormenta
me haga añicos!
¡Que sean héroes los enemigos!
¡Acabe en guerra el convite!
Que sólo quedemos dos:
¡El mundo y yo!
Versión de Severo Sarduy
Nota: Los fragmentos de Poema de la Montaña y Poema del Fin, pertenecen al libro: TRES POEMAS MAYORES - Poesía Hiperión - Edición y presentación de Elizabeth Burgos - Traducción de: Elizabeth Burgos, Lola Díaz, y Severo Sarduy - Versión: Severo Sarduy.
Los poemas: Insinuarse, El poeta, Yo te conquisto - pertenecen a la web: