En las migraciones de los claveles rojos donde revientan cantos
de aves picudas
y se pudren las manzanas antes del desastre
Ahí donde las mujeres se palpan los senos y se tocan el sexo
en el sudor de los polvos de arroz y de la hora del té
Flujo de enredaderas a través de lo que siempre es lo mismo
Ciudades atravesadas por el pensamiento
Miércoles de ceniza. La vieja nana nos mira desde un haz de
luz
Respiran estanques de sombras, llueve morados casi rojos
El calor abre sus fauces
Abajo, la luna se hunde en la calle
y una voz de negra, de negra triste, canta. Y crece
Incienso de gladiolos, barcas
Y tus dedos como moluscos tibios se pierden adentro de mí
Estamos en la fragilidad de la corteza del otoño
En el parque rectangular
en la canícula, cuando los colores claros son los más
conmovedores
Después de Shajarit
olvidadas plegarias, ásperas
Nacen vientos levemente aclarados por la oración, bosques de
pirules
Y mi abuela tocaba siempre la misma sonata
Una niña toma una nieve en la esquina de una calle soleada
Un hombre lee un periódico mientras espera el camión
Se fractura la luz
Y la ropa está tendida al sol. Impenetrable la sonata de la abuela
Tú dijiste que era el verano. Oh música
Y la invasión de las albas y la invasión de los verdes
Abajo, gritos de niños que juegan, vendedores de nueces
Respiración de rosas amarillas. Y mi abuela me dijo a la
salida del cine
sueña que es hermoso el sueño de la vida, muchacha
Bajo el sauce inmerso en el verano sola la impaciencia demora
De Shajarit (fragmento)
Este día no lo conozco, pero estoy agarrada de mis otros días
Podría vivir aquí siempre
Pero todo se acaba, hasta la costumbre
pequeños momentos saturados que se distienden
se alcanzan en la disolución
Mientras siga aquí encerrada en este cuarto, en esta ciudad
Mientras siga lloviendo y el ruido de la lluvia atraviese las
paredes que me contienen
Mientras todavía pueda sentir que siento
y el hambre me haga ponerme un abrigo y una bufanda sobre
el camisón
y salir a la calle
Pero, por qué creer todo esto
Al otro lado del mar a través de los encajes florean todo el año
geranios
Y los grandes baúles pesados de aromas resinosos y cálidos
se derraman en habitaciones desconocidas
Y los ungüentos, los jabones de avena y de leche de cabra
los polvos de trigo, las pastas de dientes con sabor a chicle
y aquellos enjuagues para desenredar el cabello en días largos
Persianas requemadas del sol verde de Cuernavaca
una niña púber se mira el sexo en el ardor de mediodía
espeso de insectos y lagartijas
La mayor parte del tiempo duermo. No estoy segura si
dormir es estar despierta
Me sorprendo después del mediodía, las manos me estorban,
no sé dónde ponerlas
Lenta la lluvia casi se detiene
todo se detiene, me aprieta, pero llueve
Se abren ventanas
Abajo, médanos
y más abajo parten los navíos como una exhalación
hacia las muchachas de los frescos del palacio de Cnossos
muchachas de agua y cal
La piel se desata, atrás, un sol de polvo, más adentro, pájaros
Nunca llegamos más que a nosotros mismo
Pero todo el año allá en la memoria florecen los geranios
De Shajarit (framento)
Datos del vídeo: La poeta mexicana Gloria Gervitz lee fragmentos del poema "Shajarit", uno de los capítulos que forman parte de Migraciones, libro en constante mutación que reúne la obra completa de la autora. Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes. Ciudad de México. 22 de marzo de 2009.
Gloria Gervitz, poesía (México 1943)
Poemas del libro: Casa de luciérnagas, antología de poetas hispanoamericanas de hoy - Editorial Bruguera
Por fin aparco la rutina junto al frenético ruido de la vorágine laboral. Pronto volveré a casa. Mis manos están frías tiritando la ansiedad de aprovechar el tiempo que me queda. Mis mejillas están frescas, mi nariz helada, gotea, sabe que el invierno ha llegado. Sin embargo, cuando vuelvo a casa, es grato estirar las piernas por el parque, siento la melancolía de la tarde anudando mi vientre, mis pies reclaman el reparador sosiego del paseo diario. A veces, hay ligeras sorpresas y la mente divaga con alegría. Un árbol de ramas amables se dobla en dos, pareciera indicarme un camino más acogedor. Es absurdo, río.
Ahora estoy en casa. La noche cae, cierro los ojos, me despojo de los tormentos del día, me quito la ropa y apago la llama de la conciencia con sus esquivos recuerdos. Mañana será otro largo día, repleto de interminables y absurdas tareas.
Despierto en medio de la noche, entre sofocada y sorprendida por un escalofrío que estremece mi cuerpo. Mis dedos húmedos me hablan a gritos del pasado, y es que, anoche volví a soñar contigo.
una brizna de hierba sustituye majestuosa a la firma,
son las cinco de la tarde fidedignas,
detenido, suave mas firme, el mes de mayo,
y yo le imito y hago un alto: sí, querido,
aquella mujer de debajo del freno soy yo.
Mira cómo me he alejado de ti,
qué cofia blanca llevo y qué falda amarilla,
cómo agarro el canasto para no caer fuera del cuadro,
cómo paseo por el destino de otro
y descanso de los secretos vivos.
Aunque el mundo a seis leguas a la redonda.
Conozco las hierbas, sé conjurar males.
Dios aún posa su mirada en mi coronilla.
Sigo rezando por una muerte no repentina.
La guerra es un castigo y la paz un premio.
Los sueños vergonzosos son obra de Satanás.
Mi alma es tan cierta como el hueso de una ciruela.
No conozco los juegos del corazón.
No conozco la desnudez del padre de mis hijos.
Lejos de mí sospechar que el Cantar de los Cantares
sea un confuso borrador con tachaduras.
Cuanto quiero decir está en las frases hechas.
No abuso de la desesperación porque no es mía,
Sólo la guardo en depósito y por un tiempo entre mis manos.
Aunque me atajes el camino,
aunque me mires a los ojos,
pasaré ante ti bordeando el abismo por una senda no menos
angosta que un cabello.
A la derecha está mi casa que conozco palmo a palmo,
con la escalera y la puerta de entrada,
donde acontecen historias aún no pintadas:
un gato se sube de un salto a un banco,
hay un hombre huesudo sentado a la mesa:
repara el reloj.
(de: ¡Qué monada!)
Prospecto
Soy un ansiolítico.
Actúo en casa,
hago efecto en la oficina,
me presento a los exámenes,
comparezco ante los tribunales,
reparo tacitas rotas.
No tienes más que ingerirme,
ponme debajo de la lengua,
no tienes más que tragarme,
con un sorbo de agua basta.
Sé enfrentarme a la desgracia,
soportar malas noticias,
paliar la injusticia,
llenar de luz el vacío de Dios,
elegir un sombrero de luto que favorezca.
¿A qué esperas?
confía en la piedad química.
Todavía eres un hombre/una mujer joven,
debes seguir en la brecha.
¿Quién dice
que vivir requiere valor?
Dame tu abismo,
lo acolcharé de sueño,
me estarás para siempre agradecido/agradecida
por las patas sobre las que caer de patas.
Véndeme tu alma.
No te saldrá otro comprador.
No existe ningún otro diablo.
(De: Acaso)
Wislawa Szymborska, poeta polaca (2 de julio 1923 - 1 de febrero 2012)
Nota del vídeo:
Recital homenaje
Dentro del ciclo Miradas mutuas. Polonia y España, La cultura como conexión, se organiza el acto Leyendo a Wislawa Szymborska en español en el Instituto Cervantes de Varsovia. Un pequeño homenaje a una gran poeta. A continuación escuchares la lectura de poemas en El sillón de Voltaire