Mariana Palova
La otra cara de la luna
“Ustedes podrán olvidar;
pero déjenme de decirles algo:
alguien, en algún tiempo
futuro, pensará acerca de nosotras”
Safo (600 a.C.)
A las golfas
A
las que osaron amar
lo
más prohibido y dulce de sus cuerpos
y
una noche tomaron la ciudad por asalto
para
pensar en ellas
púrpuramente
mientras
otras corrían a sus casas
a
portarse bien.
A
la loca que hace dos mil seiscientos años
sigue
siendo nuestra
a
través no de la historia
sino
de su amor.
Y
porque algún día, también otras pensarán en nosotras
y
osarán tantear sin miedo
la
otra cara de la luna
amando
sus cuerpos
como
pétalos
o espejos.
Giras
En
medio de los cuerpos frenéticos que danzan
me miras
y
sospecho el inicio de la caza,
la
flama encendida en tus ojos tristes.
Abres
los brazos, extiendes tus dominios
Manos,
piernas, miradas
confundidas
giras
en torno mío, me estudias
cada
duda, cada paso
me
hueles
cada punta
cada pequeña ola que de
mí remonta.
casi
exánime descubro que la magia de la noche
reposa
en tu boca
alcanzarla y hacerla mía
es
mi único secreto.
Todos
mis sentidos se arrebatan
mis
pies desatan para ti esta ofrenda
mi
cuerpo amancebado
húmedo por el deseo
ha
caído en la deliciosa trampa de tus brazos.
Me
tocas
y aún no entiendo
este
mareo
esta forma de entender el amor.
Hundes
tu cuerpo, tus manos y tu lengua
más
allá de lo que conozco
y
peligro a cada latido,
a cada beso que me das
furiosos
vaivenes vienen a buscarme
mi
espalda es la nube sobre la cual te posas
para
lloverme
y cubrirme de ti
gemidos
que se desprenden como de una frágil rama
a punto de caer
algas,
mareas, vientres
pezones
desatados rozándose entre sí.
Me
miras, me propones cosas
quemarnos
en la hoguera
yo
beso
la flama de tus ojos
la
magia de tu boca que me lleva a ti
me besas
cada
oscura forma que me alberga
me
besas
oh dios, me besas
y
giras, otra vez.
De:
Diario de la mujer es ponja)
Pájaro-cóndor - Líneas de Nazca - imagen de la web
María Reiche sueña un
colibrí
(y
yo la sueño mientras viajo en el autobús)
Al
principio sus ojos descubrieron las líneas,
luego
sus manos fueron sus ojos.
Un
zoológico de estrellas
una
araña pasmada frente a un colibrí
la
cola de un mono tocando la luna.
Calendario
de polvo para dominar el infinito.
Sus
ojos venían de otras tierras
más
húmedas, más verdes, más
irremediablemente
estériles para su imaginación.
En
Dresden, la suma de los cuadrantes siempre terminaba en cero.
Con
matemática curiosidad atravesó el Atlántico
Y
su corazón ancló fascinado en la pampa.
Nazca
no tenía el brillo del Elba,
mas
el zumbido de las moscas en las chinganas
era
más vivo que el sopor de los museos bizantinos.
Vidente,
enamorada, encontró en antiguas conchas marinas
el
destino que todo ser tiene reservado para sí.
La
extranjera con su escoba, sus reglas, su sincronizado compás
Y
la limpia mirada persiguiendo el alba de una civilización.
Cuarenta
años dialogó con el zorro, la orca, el hombre-lechuza
preguntó
a los peces de dónde tanta inmensidad,
desenredó
espirales y enredó los teoremas.
De
día, el sol la mancillaba
de
noche, un techo azul le revelaba los enigmas.
Década
tras década los surcos de Nazca mudaron a su rostro
y
cuando sus ojos ya no pudieron atrapar la luz
sus
manos se volvieron sus ojos
y
cuando su cuerpo ya no pudo sostener esta vida
en
la línea del junco y la luna
ella
entregó la porción de infinito que todo corazón
lleva
dentro.
María,
María.
De:
paisaje terrestre
Doris Moromisato, nos habla y nos lee un poema de Paisaje terrestre
Biografía
Doris Moromisato Miasato (1962) nació en Chambala,
zona agrícola de Lima. Ecologista, feminista y budista. Se graduó en Derecho y
Ciencias Políticas por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Ha publicado los poemarios: Morada donde la luna
perdió su palidez (1988), Chambala era un camino (1999) y Diario de la mujer es
ponja (2004), Paisaje terrestre (2007), así como el libro de crónicas Okinawa.
Un siglo en el Perú (2006).
Fuente: Poetas peruanas de antología - Ricardo Gonzalez Vigil - Mascapaycha Editores - Lima 2009
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