domingo, 10 de febrero de 2013

Doris Moromisato, poesía


 Mariana Palova

La otra cara de la luna

“Ustedes podrán olvidar; pero déjenme de decirles algo:
alguien, en algún tiempo futuro, pensará acerca de nosotras”
Safo (600 a.C.)
A las golfas

A las que osaron amar
lo más prohibido y dulce de sus cuerpos
y una noche tomaron la ciudad por asalto
para pensar en ellas
            púrpuramente
mientras otras corrían a sus casas
a portarse bien.

A la loca que hace dos mil seiscientos años
sigue siendo nuestra
a través no de la historia
sino de su amor.

Y porque algún día, también otras pensarán en nosotras
y osarán tantear sin miedo
la otra cara de la luna
amando sus cuerpos
como pétalos
o espejos.

Giras

En medio de los cuerpos frenéticos que danzan
            me miras
y sospecho el inicio de la caza,
la flama encendida en tus ojos tristes.
Abres los brazos, extiendes tus dominios
Manos, piernas, miradas
                        confundidas
giras en torno mío, me estudias
cada duda, cada paso
me hueles
            cada punta
                        cada pequeña ola que de mí remonta.
casi exánime descubro que la magia de la noche
reposa en tu boca
            alcanzarla y hacerla mía
es mi único secreto.

Todos mis sentidos se arrebatan
mis pies desatan para ti esta ofrenda
mi cuerpo amancebado
            húmedo por el deseo
ha caído en la deliciosa trampa de tus brazos.

Me tocas
            y aún no entiendo
este mareo
            esta forma de entender el amor.
Hundes tu cuerpo, tus manos y tu lengua
más allá de lo que conozco
y peligro a cada latido,
                        a cada beso que me das
furiosos vaivenes vienen a buscarme
mi espalda es la nube sobre la cual te posas
para lloverme
            y cubrirme de ti
gemidos que se desprenden como de una frágil rama
            a punto de caer
algas, mareas, vientres
pezones desatados rozándose entre sí.

Me miras, me propones cosas
quemarnos en la hoguera
yo beso
            la flama de tus ojos
la magia de tu boca que me lleva a ti
                                   me besas
cada oscura forma que me alberga
me besas
            oh dios, me besas
y giras, otra vez.
De: Diario de la mujer es ponja)

Pájaro-cóndor - Líneas de Nazca - imagen de la web

María Reiche sueña un colibrí
(y yo la sueño mientras viajo en el autobús)

Al principio sus ojos descubrieron las líneas,
luego sus manos fueron sus ojos.
Un zoológico de estrellas
una araña pasmada frente a un colibrí
la cola de un mono tocando la luna.
Calendario de polvo para dominar el infinito.
Sus ojos venían de otras tierras
más húmedas, más verdes, más
irremediablemente estériles para su imaginación.
En Dresden, la suma de los cuadrantes siempre terminaba en cero.
Con matemática curiosidad atravesó el Atlántico
Y su corazón ancló fascinado en la pampa.
Nazca no tenía el brillo del Elba,
mas el zumbido de las moscas en las chinganas
era más vivo que el sopor de los museos bizantinos.
Vidente, enamorada, encontró en antiguas conchas marinas
el destino que todo ser tiene reservado para sí.

La extranjera con su escoba, sus reglas, su sincronizado compás
Y la limpia mirada persiguiendo el alba de una civilización.
Cuarenta años dialogó con el zorro, la orca, el hombre-lechuza
preguntó a los peces de dónde tanta inmensidad,
desenredó espirales y enredó los teoremas.

De día, el sol la mancillaba
de noche, un techo azul le revelaba los enigmas.
Década tras década los surcos de Nazca mudaron a su rostro
y cuando sus ojos ya no pudieron atrapar la luz
sus manos se volvieron sus ojos
y cuando su cuerpo ya no pudo sostener esta vida
en la línea del junco y la luna
ella entregó la porción de infinito que todo corazón
lleva dentro.
María, María.

De: paisaje terrestre


Doris Moromisato, nos habla y nos lee un poema de Paisaje terrestre 

Biografía
Doris Moromisato Miasato (1962) nació en Chambala, zona agrícola de Lima. Ecologista, feminista y budista. Se graduó en Derecho y Ciencias Políticas por la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Ha publicado los poemarios: Morada donde la luna perdió su palidez (1988), Chambala era un camino (1999) y Diario de la mujer es ponja (2004), Paisaje terrestre (2007), así como el libro de crónicas Okinawa. Un siglo en el Perú (2006).

Fuente: Poetas peruanas de antología - Ricardo Gonzalez Vigil - Mascapaycha Editores - Lima 2009 

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