Marc Chagall
EL ARTE DE SER FELIZ
Hubo
un tiempo en que mi ventana se abría
sobre
una ciudad que parecía ser hecha de tiza.
Cerca
de la ventana había un pequeño jardín cuasiseco.
Era
una época de sequía, de tierra pulverizada,
y
el jardín parecía muerto.
Mas
todas las mañanas venía un pobre con un balde,
y,
en silencio, iba tirando con una mano unas gotas de agua sobre las plantas.
No
era un riego: era una especie de aspersión ritual, para que el jardín no
muriese.
Y
yo miraba a las plantas, al hombre, a las gotas de agua que caían
de
sus dedos flacos y mi corazón quedaba completamente feliz.
A
veces abro la ventana y encuentro al jazminero en flor.
Otras
veces encuentro nubes espesas.
Avisto
niños que van para la escuela.
Pardales
que saltan por el muro.
Gatos
que abren y cierran los ojos, soñando con pardales.
Mariposas
blancas, de dos en dos, como reflejadas en el espejo del aire.
Maribúes
que siempre me parecen personajes de Lope de Vega.
A
veces, un gallo canta.
A
veces, un avión pasa.
Todo
está exacto, en su lugar, cumpliendo su destino.
Y
yo me siento completamente feliz.
Mas,
cuando hablo de esas pequeñas felicidades ciertas,
que
están delante de cada ventana, unos dicen que esas cosas no existen,
otros
que sólo existen delante de mis ventanas, y otros,
finalmente,
que es preciso aprender a mirar, para verlas así.
(versión
de: Wilfredo Carrizales)
Cantaran los gallos
"Cantarán
los gallos, cuando muramos,
y
una brisa leve, de manos delicadas,
rozará
los bordes, las sedas
mortuorias.
Y
el sonido de la noche irá transpirando
sobre
los claros vidrios.
Y
los grillos a lo lejos truncarán los silencios,
los
tallos de cristal, fríos, largos yermos,
y
el enorme aroma de los árboles.
¡Ah,
qué dulce luna verá nuestra calma
faz
todavía más calma que su gran espejo
de
plata!
¡Qué
frescura espesa en nuestros cabellos,
libres
como los campos de madrugada!
En
la niebla de la aurora
la
última estrella
asciende
pálida.
¡Qué
gran sosiego, sin hablas humanas,
sin
el labio de los rostros del lobo,
sin
odio, sin amor, sin nada!
Como
oscuros profetas perdidos,
conversarán
apenas los perros en las campiñas.
Fuertes
preguntas. Vastas pausas.
Estaremos
en la muerte
con
aquel suave contorno
de
una concha dentro del agua. "
Resurrección
No
cantes, no cantes, porque vienen de lejos los náufragos,
vienen
los presos, los tuertos, los monjes, los oradores,
los
suicidas.
Vienen
las puertas, de nuevo, y el frío de las piedras,
de
las escalinatas,
y,
con un ropaje negro, aquellas dos manos antiguas.
Y
una vela de móvil llama humeante. Y los libros. Y
las
escrituras.
No
cantes, no. Porque era la música de tu
voz
lo que se oía. Soy una muerta reciente, aún
con
lágrimas.
Alguien
escupió distraídamente sobre mis pestañas.
Por
eso vi que ya era tarde.
Y
dejé en mis pies quedarse el sol y andar las moscas.
Y
de mis dientes se escurrió una lenta saliva.
No
cantes, pues trencé mis cabellos, ahora,
y
estoy ante el espejo, y sé bien que ando en fuga.
(Versión:
Alex Fleites y Manuel Rodríguez Ramos)
Retrato
Yo no tenía este rostro de hoy,
tan calmo, tan triste, tan delgado,
ni estos ojos tan vacíos,
ni este labio amargo.
Yo no tenía estas manos sin fuerza,
tan detenidas y frías y muertas;
yo no tenía este corazón
que ni se muestra.
Yo no advertí este cambio,
tan simple, tan cierto, tan fácil:
¿En qué espejo se perdió
mi imagen?
Poema: Retrato, en la voz de Cecilia Meireles
Biografía:
Nació en Brasil 1901 – 1964. Poeta, profesora y periodista.
Poesía fuente:
1 comentario:
me encanta esta poeta.
abrazo, maría*
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