domingo, 3 de abril de 2011

Teresa Wilms Montt, poesía


Teresa Wilms Montt (1893 – 1921)


Breve biografía
Teresa Wilms Montt, nació en Chile 1893, en el seno de una familia aristocrática, ligada a la política. Su vida se desarrollo dentro de un contexto social en el que la mujer no podía desarrollarse como intelectual ni como artista, por lo que fue duramente castigada y reprimida. Sin embargo, siempre luchó por ser ella misma, con pasión y entrega.
Se casó contra la voluntad de su familia con Gustavo Balmaceda Valdés, con el que tuvo dos hijas, participó en el movimiento anarquista y masónico, el marido no puedo sobrellevar su independencia y como resultado le arrebataron sus hijas, su familia la encierra en el claustro Convento de la Preciosa Sangre, del cual surge su “Diario íntimo”.
En 1916 se escapa del convento gracias a la ayuda del poeta Vicente Huidobro con quien huye a Argentina, se integró a la vida cultural e intelectual de dicho país, donde publica sus primeras obras.
Se traslada a Madrid donde también se integra a la vida cultural.
En París vuelve a reencontrarse con sus hijas, pero tras la partida de ellas, ya que la familia continúa oponiéndose a que las niñas vean a su madre, Teresa se sumirá en una depresión que la conducirá a la muerte, cuando sólo contaba con 28 años, con una sobredosis de veronal.

A continuación: Extractos del libro: Anuarí, editado por la Colección Torremozas - Madrid, 2009 - con introducción y prólogo de Luzmaría Jiménez Faro.

IV

Ululan los vientos batiendo puertas y ventanas, derri-
bando árboles, ondeando ríos.
Chacales y panteras vagan los ojos ciegos de arena, los
lomos erizados.
Ruidos sordos de volcanes que estallan, de mares que
se hinchan, al ulular del ciclón.
En los cementerios se oye el escalofrío de los muertos, el
entrechocar hueco de los dientes en la calavera vacía.
Frío como puñalada en la roca, parte a los lejos un gri-
to humano ¡Socorro!

V

Anuarí, yo te amé.
No hubo para mi alma música como la de tus dientes
cuando entrechocaban de lujuria.
Eran pulidas piedras que caían de la luna sobre la
herida abierta de tus labios.
Yo besaba la púrpura de tu boca y estremecíame de
placer la sinfonía del supremo suspiro, de ese suspiro
de plenitud que va como un espíritu a lo eterno.
Anuarí, yo te amé hasta dar lírica exaltación a los astros.

XVIII

Ha hecho de sus dedos mágicas flautas. como no tie-
ne carne los sonidos suben todo a lo largo de sus bra-
zos huecos.
Por las noches va a darle serenata a sus asilados. Se
acurruca bajo un árbol y sopla en el meñique que da
música alas cuatro estaciones del año.
Un deseo de burla la sacude entera, y riendo con ner-
viosidad de cosquillas, sopla en todos sus dedos.
Y el mundo empieza el frenético baile sin tregua,
echando fuego por la órbita luminosa.
Los mares epilépticos vomitan a lo largo de las costas
tornasolada espuma, y en estruendo de cataclismo rue-
da la risa de la montaña echando afuera todos los
dientes.
La luna se ha herido la comisura de los labios y gotea
sobre el orbe sangre de nácar.
Nada detiene la serenata catastrófica.
Los pobres asilados sin músculos y sin entrañas bailan
ridículos con cadencias de trapo al viento hasta aflo-
jarse las caderas paletudas.
Y ella tomada de locura sopla, sopla en los dedos, sin
darse cuenta que su esqueleto se ha puesto rojo can-
dente como las brasas.
Ella es Emperatriz.
Lentamente se abre una puerta de mármol, y detrás de
ella aparece el último asilado que ingresó en el día.
Los ojos cargados de sueño, todavía bajo la influencia
del negro narcótico, baja del nicho, y acércase a la loca
con expresión de amor.
Su cuerpo es joven, es hermoso.
Deja ella de silbar extrañada ante la aparición.
Todo vuelve a su sitio, se apaga la vida.
Felina, celosa, pálida de lujuria hunde ella el pulido
cráneo en el pecho joven y estalla en sollozos.
En un estremecimiento se rasgó por medio el cristal
de la aurora.

XXXVIII

Los ojos cerrados, busco dormirme.
En hondas de colores extraños baja a mis pupilas la noche, precisando formas de fantasmas alejados en mi memoria.
Con pasos de héroe marcha mi pensamiento, taloneando en mi nuca, dando vueltas rudamente como a un molino.
Sobre la mesa de noche exhalan su aliento venenoso jacintos morados cargando mi respiración de pesadez amarga y dulce.
Hay una soledad en mi ser como la de una ahogada en el estanque.
Buscando luz en el corazón de las constelaciones, Anuarí me abandonó.
Pensativa con la severidad del granito me inclino dentro de mí misma, y hundo en el caos de mi Nada.


Extractos de su diario del Libro: 
"Lo que no se ha dicho" - Editorial Nascimento 
Ahumada 272 - Casilla 2298
Santiago de Chile 1922 

Alta Mar

De tanta angustia que me roe, guardo un silencio que se unifica a la entraña del océano.
En la noche cuando los hombres duermen, mis ojos haciendo tríptico con el farol del palo mayor, velan con el fervor de un lampadario ante la inmensidad del universo.
El austro sopla trayendo a los muertos cuyas sombras húmedas de sal acarician mi cabellera desordenada.
Agonizando vivo y el mar está a mis pies y el firmamento coronando mis sienes.

Londres

Noche sin astros, sin cantos.
Extrañas letanías desgranan de sus bocas nebulosas los campanarios.
El spleen envuelto en sus harapos de humo, agoniza junto a las llamas de la chimenea.
Palabras de otro siglo en una lengua muerta musita en el oído mi corazón, escarbando con su punta en forma de uña en las estopas de la almohada.
Los fantasmas de la historia trágica izan en la Torre de Londres su pabellón de ahorcados.

Londres

Solo en una actitud puedo descansar de la ardua tarea de vivir, tenderme en la cama los días y los días, pensar con la nuca apoyada con los brazos. Escarbar en mi cerebro con la tenacidad de un loco buscando fondo al insondable abismo en el cual estoy dando vueltas desorientada.
Oh más allá, ¿existe?
Teosofía, filosofía, ciencia, ¿qué hay de verdad en tus teorías?
Morir después de haber sentido todo y no ser nada.
Me dan ganas de reír y río con la frialdad de los polos.
¡Ah vida, no ser, no ser ... !

Liverpool, Hotel Adelphi, 16 de octubre 1919, 31/2 de la madrugada.

No he podido dormir. A la una de la madrugada cuando iba a entregarme al sueño, me di cuenta que estaba rodeada de espejos.
Encendí la lámpara y los conté. Son nueve.
Recogida, haciéndome pequeña contra el lado de la pared, traté de desaparecer en la enorme cama.
Llueve afuera y por la chimenea caen gruesas gotas, negras de tizne. ¿Es que se deshace la noche?
No tengo miedo, hace mucho tiempo que no experimentó esa sensación.
Me impone el viento que hace piruetas silbando, colgado de las ventanas.
No podría explicarlo, pero aquí, en este momento, hay alguien que no veo y que respira en mi propio pecho.
¿Qué es eso?
Bajo, muy bajo, me digo aquello que hiela pero que no debo estampar en estas páginas.
La sombra tiene un oído con un tubo largo, que lleva mensajes a través de la eternidad y ese oído me ausculta ahí, tras del noveno espejo.

Madrid

Vacía está mi mente y ¡he pensado tanto!
Hueco mi corazón y ¡he querido tanto!
Errante y siempre errante mi espíritu que ha vagado tanto
¡Soy el genio de la nada!

Fin
Me siento mal físicamente. Nunca he tributado a mi cuerpo el honor de tomar su vida en serio, por consiguiente no he de lamentar el que ella me abandone.
Vida, sonriendo de tu tristeza me duermo y de tus celos de madre adoptiva. En tus ojos profundos ha rebrillado inconfundible la iniciación de mi ser astral.
Sólo una vez más se filtrará mi espíritu por tus alambiques de arcilla.
Vida, fuiste regia, en el rudo hueco de tu seno me abrigaste como al mar y, como a él tempestades me diste y belleza.
Nada tengo, nada dejo, nada pido. Desnuda como nací me voy, tan ignorante de lo que en el mundo había.
Sufrí y es el único bagaje que admite la barca que lleva al olvido
París, 1921

Obras
Inquietudes Sentimentales. 1ª ed., Buenos Aires: Imp. Antonio Mercantali, 1917.
Los tres cantos. Buenos Aires: [s.n.], 1917
Anuarí. Buenos Aires: [s.n.], 1918
En la quietud de mármol. Madrid: Casa Blanco, 1918. 78 p.
Cuentos para hombres que todavía son niños. Buenos Aires: [s.n.], 1919.
Lo que no se ha dicho. Santiago: Nacimiento, 1922. 117 p.
El latido de las sombras. Antofagasta: [s.n.], impresión de 1982. 10 p.



Trailer de la película Teresa, de Tatiana Gaviola. Basada en la vida de la poeta chilena Teresa Wilms Montt

La Web de Memoria chilena tiene a disposición el libro: "Lo que no se ha dicho", que incluye: Páginas de mi diario - Con las manos juntas - Los Tres cantos -  Del diario de Sylvia -  Anuari.  

Más información en:

3 comentarios:

Anónimo dijo...

María:

Quiero darte las gracias por compartir con nosotr@s tanta belleza, tanta sensibilidad. Porque ayudas a sostener y, a veces, elevar mi mundo.

Aunque a veces parezca que no existo, ó quizá no existo, te pienso.

un abrazo
Susana

Clara Schoenborn dijo...

No conocía esta historia María. Me han gustado mucho estos poemas y me ha surgido la inquietud de investigar más de esta mujer. Un abrazo.

Ana Nieva dijo...

La nostalgia y melancolia que traduce Teresa en sus escritos conmueve el corazon. Su sencillez de vida da paz al alma. Simplemente hermoso.
Gracias Maria por compartirlo con nosotros y sigue adelante en tu blog.