domingo, 27 de octubre de 2013

Pilar Adón poemas

Imagen de Anja Millen


************

No puedo abrir los ojos.
Cerrados persisten con un peso que duele e inquieta.
Ya no ensayo más amplias sonrisas.

Los labios secos de ayuno y de sed.
El irrespirable sol irrespirable. Sol.

Estudié el origen de la energía.
Ejemplos de dilatación del tiempo,
anomalías excéntricas y anomalías medias.
Calculé el área de un círculo (πr²).

Las mareas de los agujeros negros.
El horizonte de sucesos.

Y, sin embargo, ¿dónde la fórmula de la existencia?
¿Dónde la teoría de la conservación?

¿Y la ecuación para evitar el acabamiento?

¿Dónde la permanencia?


Imagen de Catrin Weltz-Stein - The collector
La ciudad interior

Desde fuera, la existencia de un ser pausado
parece más bien sencilla.
Eleva las manos hacia el cielo cuando observa las nubes
y recuerda que en China, desde hace siglos,
los suelos se diferencian por su color:
la tierra negra del noreste;
blanco, el suelo del desierto;
la tierra roja al sur del Yangtsé.
Azul o verde el fértil suelo del sur.

Sencilla, parece la realidad del ser pausado
que se detiene, al caminar, y observa con gesto dubitativo
las intersecciones del camino.
Tranquilo y reservado,
perdió los textos sagrados durante su último viaje.
Olvidó seguir las rutas más seguras.
Exploró, sin sus compañeros, los mandatos de la belleza.
Sacrificó las horas en dirección a un oasis
y, quizá, consideró las audacias de su serenidad.

Lamentó, en ocasiones, ofrecer un rostro tan triste.
Lamentó, en ocasiones, presentar un aspecto tan cansado.
Lamentó, con frecuencia, no ser otro. No ser nada,
mientras la lentitud de su nombre arrastraba, una vez más,
sus pasos desconcertados
hacia la gloriosa lejanía de la antigua Ruta de la Seda,
que pasaba ante las montañas de Xinjang.

imagen de Anka Zhuravleva
Alimento

Yo… Lo sé. Tengo ese miserable aspecto
del que va demandando cariño por las puertas.
“Quiéreme un poco. Quiéreme un poco…”
Los ojos nostálgicos hacia el coche que se aleja
y la espalda estrecha que se detiene por última vez para decir adiós.

Yo… Lo sé. Persigo la mirada comprensiva de todas las madres
y a veces las manos grandes de cada padre.
El susurro al teléfono que me diga: “todo está bien”
mientras la niña del pañuelo negro gira y gira
esperando la llegada del sosiego.
El apaciguamiento de la marea oscura que sube.
Y sube a la boca desde el alma que se creía ya aliviada
pero que no. Porque el alma, aunque se suponga el éxito sobre ella,
cuando es dolorosa y cuando tiene la tez de la angustia,
sobrevive.

Yo… Lo sé. Me estoy ahogando y no entiendo nada.
Dejé que tomara mi mano y me arrastrara hasta la orilla.
“Vas a ver un milagro”, me dijo.
Y la niña de los zapatos negros con lacito
me miraba a la cara y me mostraba sus dientes de conejito.
“Perdón. Perdón. Perdón.” Parecía suplicar. “Yo no fui. No fui yo…”

Yo… Ahora cuento las varillas azules que se insertan
en aquel jarrón transparente y me pregunto:
(uno, dos tres…)
¿Por qué lo haces?
(cuatro…)

Biografía

Nació en Madrid, en 1971. Escritora y traductora. 
Ha publicado los relatos: El mes más cruel y Viajes inocentes. 
Novelas: Las hijas de Sara y El hombre de espaldas
Poemarios: La hija del cazador y Con nubes y animales y fantasmas. 
En la actualidad trabaja como traductora del inglés.



jueves, 24 de octubre de 2013

Daniela Camacho poemas

Imagen de Hiroshi Nonami

II

Morir. Morir insomne y desierta. Cuando todo huela a caléndulas y a mar. Amar. Cuando el mundo se convierta en el último murmullo de Dios, cuando no haya más silencio que el batir de alas de un pájaro ciego.
Llover. Lluviar toda la fe que se me pudre en las heridas, hablar en monosílabos, morder la pulpa del dolor. Morir. Morir atenta, con el estómago vacío y los ojos muy abiertos. Mirar. Mirarlo todo, el cuerpo violentado de la niña, la sangre coagulada de los perros, el genocidio de poetas. Entender. Saber que en estas horas todo es mentira, el olvido, la guerra, la resurrección y el tiempo. Dormir. Dormir es imposible. Por eso digo que es mejor morir.

III

Mujer de insomne soledad, deja que los perros laman tus heridas, bébete su espuma, su pelambre. Deja que las bestias se desangren en tu vientre y saliven agonías. Sálvate, noctívaga mujer. Con enceguecido pubis muérdenos los verbos y las ansias, inféctanos los ojos de orfandad, de sur infierno. Turbia y merebunda ven, arráncanos las voces que le cantan al más triste, oprime la soledad de nuestras venas, y no sueñes y no duermas; nunca olvides el silencio y la penumbra de los hombres.

Imagen de la red


XII

Yo no sé de la infancia más que un miedo luminoso y una mano que me arrastra a mi otra orilla.
Alejandra Pizarnik

Sentada está la niña en el recuerdo de la insomne. Sentada y sola, rudísima: sin boca, sin palabras, con la cicatriz de los silentes en la cerviz. Violenta la memoria de mujer. No puede nombrarse desde dentro, no sabe morirse ni olvidar. Dientes fragmentados, lunas en el vientre, y esa voz de agua que no sangra, que murmura los suicidios de los pájaros, que revienta el luto de las alas en los dedos. ¡Tempestuosa náusea la del viaje hacia el ayer! Ya sus ojos van nombrando las espinas, va tejiendo con la vulva hilos de pus y vacuidad, va buscando los espejos y la muerte. Pero está sentada, sentada y sola, rudísima: criatura seducida por el llanto de la noche. 

Imagen de Mariana Palova

Para las niñas sin alas

Sembraré un pájaro a la orilla del silencio. Lo sepultaré con manos húmedas y afónicos murmullos. Muertamente danzaré sobre la tierra. De ahora en adelante reptaré sobre mis párpados; hacedora de mi propio vientre, lloraré. Nunca más voy a pensar en sus alitas, ni en las mías. Un árbol laberinto será sólo el recuerdo de algún nido; de sus ramas colgará la soga que ahogará a los sordos, a los perros, al viejo niño que olvidó sus frutos.

Daniela Camacho
De: Plegarias para insomnes – Editorial Praxis

Biografía
Daniela Camacho (México, 1980).  Poeta y traductora. Es ingeniera industrial y de sistemas por el ITESM y licenciada en lengua y literaturas hispánicas por la UNAM. Publicó los poemarios En la punta de la lengua (Tintanueva Ediciones, 2007), Plegarias para insomnes (Editorial Praxis, 2008 y Fondo Editorial Fundarte, Venezuela, 2010), [imperia] (Fundación Editorial El Perro y la Rana, Venezuela, 2013) y el libro de palíndromos Aire sería (Editorial Praxis, 2008); así como el libro-objeto Pasaporte ((c)acto, 2012), en edición trilingüe, junto a Natalia Litvinova y Beatriz Paz, y la plaquette islísima (Los poetas del cinco Editora, Chile, 2013). Es fundadora y miembro del consejo editorial y de redacción de la revista El Puro Cuento. Sus poemas, ensayos y traducciones han sido publicados en medios impresos y digitales de México y el extranjero. Durante casi cuatro años residió en Tokio, Japón. Actualmente, vive en Lausana, Suiza.

viernes, 18 de octubre de 2013

Alexandra Domínguez – poemas


Imagen de Masao Yamamoto

Contra las naturalezas muertas

Tú no has nacido para la muerte, ¡inmortal pájaro!...
John Keats

He visto una luz posada sobre la línea en que respira un pájaro

y he visto al niño cuya palabra azul nombra el canto en cuya respiración

lo que dibujo es pájaro de Persia, pájaro de piedra, pájaro de Perse.

He visto a los pájaros que emigran,

a los pájaros de tinta que salen de los túneles y vuelan al papel del cielo,

y allí a semejanza de su voz permanecen en el entorno de los ángeles.

He visto pájaros conmovidos por la irrealidad del blanco

entrar en los papeles del invierno donde vive la tempestad de Turner.

Y he visto en lo que he visto la misericordia real de lo imaginario,

pájaros dibujados por la mano zurda de los naturalistas, pájaros rojos

descendiendo sobre el trigal de los concilios, pájaros de las limosnas

y pájaros de la importancia sobre los grandes silencios de la duración.

He visto pájaros en los lienzos donde permanecen para siempre los gritos,

pájaros de Munch en las barandillas de la cabeza de Evardv,

pájaros de Goya en la madrugada de los fusilados

donde ladran sus lámparas heridas los perros de la consolación.

En todo lo que he visto me han visto los pájaros, en Versailles

los pájaros que a Versailles llevan una gota de ámbar antiguo,

los diminutos pájaros de las constelaciones que encienden fogatas

en las islas de Patinir, los que beben las gotas de brea en las alambradas

y hacen florecer el laurel de las interrogaciones en los jardines de Klee.

He visto a esos pájaros, he pintado esos pájaros hasta adentrarlos en mí,

hasta anidarme con ellos en los espacios futuros de lo que ha de ser verdadero.

He visto lo que nunca se sabe de un pájaro, el mapa que llevan en el pecho,

el silabario de la conversaciones entre los muertos y las estrellas, he visto

a todos los pájaros del universo sobre el tejado de albahaca de las sinagogas,

a los pájaros durmientes que brotan del violín de nieve de Chagall.

He pintado esos pájaros, les he puesto saliva de Ana Karenina para que respiren en el amor,

les he dado migas de linterna para que busquen a Mandelstam.

La necesidad de los pájaros cruza cada mañana el horizonte de mis bastidores,

van hacia La Meca a teñir de amarillo las alcobas de la tiniebla,

cruzan las estepas de Mongolia con una pestaña de caballo en el pico.

Los pájaros que he visto viven en los lienzos de lino, traen semillas de violetas

en el corazón, guían de regreso a la felicidad los trenes con destino a Liberia.

Los pájaros que digo dicen palabras al oído, van a Pekín y se acuestan con el emperador,

van a Roma y escriben los epitafios de quienes no han nacido para morir.

He visto pájaros en el Louvre y he visto pájaros en la aldea donde nació mi padre,

pájaros zen y pájaros sufís, pájaros sobre la cruz de Tápies

y solitarios pájaros destinados a la salvación por San Juan de la Cruz.

He pintado abismos, esferas, laberintos, he dibujado seres y consultado manchas,

he visto lo que he visto: adiós naturalezas muertas, bienvenidos pájaros.

imagen de Bill Domonkos
 Ella

Va cada mañana a la casa de los locos,

entrega pasaportes al siglo diecinueve.

Lleva un cucharón de plata en la mano

y un violín envuelto en papel burbuja.

Va cada mañana a la casa de los locos,

deja una piedra magnética sobre la repisa.

Pone una herradura bajo la cama

al diosecillo de los números impares.

Va cada mañana a la casa de los locos,

piensa en qué trofeos para la felicidad.

En qué palabras para los cántaros rotos

donde tachan su cabeza los escolares.

Va cada mañana a la casa de los locos,

calcula que alguien es todo lo que queda lejos

y dibuja con tiza un círculo blanco.

Imagen de Noell S. Oszvald

Sobre el análisis subjetivo de los hechos
Que determinan la historia de mi tribu

De acuerdo a los informes enviados desde la frontera.

De acuerdo a lo que dicen los camaradas pájaros,

el Trile negro que vive en los pajonales de Atacama que es desierto,

la Loica de pecho rojo, el Chirihue amarillo de las islas.

De acuerdo a la última cosecha de piñones

en la reserva indígena de Trapa-Trapa,

este año no habrá harina para el Zorzal ceniciento,

no habrá estrellas para el Queltehue de las praderas húmedas.

De acuerdo al agua estancada en la represa de la Compañía Ecléctica

y las tierras mapuches inundadas por el río Bío-Bío,

este año tampoco habrá Chercanes en las vegas,

Chincoles color canela en los manzanos silvestres de esta parte del mundo.

De acuerdo a los servicios gratuitos

prestados por Neruda a la corona sueca,

a la corona española,

a la corona de la Virgen del Carmen patrona de Chile.

De acuerdo al estado de los templos y las logias

destruidas por el terremoto del año en que hubo terremoto.

De acuerdo a lo dicho por los que han abandonado

las casas y los campos usurpados por los usurpadores.

De acuerdo a los pinchos del erizo de púas

que se ha metido en la cama sin ponerse la blusa de hojas.

De acuerdo a los colonos que levantaron cercas para el ganado,

cercos de alambre para las personas, redes para la Loica

y el Zorzal ceniciento y el Queltehue de las praderas húmedas.

De acuerdo a los más optimistas informes meteorológicos

este año tampoco vendrá la salvación del cielo,

habrá barro en todo el territorio de todas las provincias,

barro en las iglesias pentecostales, barro en las oficinas del correo.

De acuerdo a todo, esto nadie debe deducir que vaya a llover,

de acuerdo a todo, esto lo más probable es que continúe la sequía.

De acuerdo a las hormigas que pagaron tasas indebidamente

y a la cigarra de las colinas a la que nadie devolverá debidamente nada.

De acuerdo a los que desaparecieron y dejaron como única señal

un pañuelo atado al árbol con brazos que hay en el cruce de los caminos.

De acuerdo con lo que piensan y no piensan los súbditos,

los Perros Quiltros que vagan por las carreteras,

el perro de la autoridad que está detrás de las vallas,

el perro que cuida las piscinas, el perro de siete aguas de la ley.

De acuerdo, hermano Quirquincho,

hermano Puerco Espín, hermana Comadreja.

De acuerdo con los cuatreros que roban ganado

y amargan la Nochebuena a los dueños de fundos.

De acuerdo con que por aquí está prohibido pasar

y por allí también está prohibido pasar.

De acuerdo con las invasiones de termitas y escarabajos

que arruinarán las cosechas durante el próximo siglo.

De acuerdo con los bustos

de todos los que han perdido batallas.

De acuerdo con la batalla campal entre los gatos de tejado

y los ratones grises de granero.

De acuerdo con la voluntad del supremo gobierno de la república

y su presidente el principal residente de esa misma república.

De acuerdo con el rito de comer carne de animales,

comerse unos a otros, festejar las hazañas de los matarifes.

De acuerdo con alguien que no conozco

me retiro a los valles del otro lado de la montaña

antes de darles por última vez las buenas noches

al ceniciento Zorzal y al Chercán de las vegas,

buenas noches Trile negro, Loica de pecho rojo,

buenas noches Queltehue de las praderas húmedas.

© Alexandra Domínguez

Biografía
Alexandra Domínguez nació en Concepción, Chile 1956. Realizó estudios de periodismo y Bellas Artes en Madrid. Se licenció en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona. Ha realizado numerosas exposiciones de pintura y obra gráfica tanto en Europa como en Chile.
En 1989 le conceden el Premio Nacional Salón Sur de Pintura por su obra titulada “El mar de la utopía”. El año 2000 obtiene el XX Premio Hispanoamericano de Poesía Juan Ramón Jiménez por su libro La conquista del aire, publicado por la Colección Juan Ramón Jiménez de Poesía. El 2006 le otorgan el XIV Premio de Poesía Rincón de la Victoria por el libro Poemas para llevar en el bolsillo, publicado en la editorial Renacimiento. Ese mismo año realiza una exposición individual en el Museo Nacional de Bellas Artes de Santiago de Chile. El año 2008 sus dos libros de poesía son publicados por la editorial Cuarto Propio de Santiago de Chile.

Fuente:La siega.org



domingo, 13 de octubre de 2013

Julieta Gamboa poemas

imagen de Brooke Shaden

Interiores

Dos mujeres que duermen juntas defienden más que su propio sueño
Adrienne Rich

El camino del deseo fue tallado
como una ley sobre la piedra.
El tiempo deslavó los signos,
pero un eco quedó en el aire,
suspendido,
inmóvil en el espacio sonoro.
Otros me hablaron de mí,
nombraron el desorden de mi cuerpo.
Mi deseo fue una roca,
forjada entre los límites del pecho
que frenaba la pulsión hacia otro cuerpo como el mío,
sostenida en contra de su propia gravedad.

Hay uniones vedadas.
Algo falla.
Has olvidado los movimientos suaves,
la mirada tenue,
el oficio de la seducción.

Conocí la lengua del encubrimiento.
Adentro se extendía una niebla espesa,
en las grietas del temor adolescente.

Después, tu presencia fue ensanchando las fronteras,
angostó el cauce para que el río desbordara.

Silenciado,
el deseo anónimo crecía,
sofocaba mi aliento debajo de las ropas.

No es real.
Es un juego que cabe entre nosotras;
un momento único,
que no va a repetirse,
marcado por el frío que nos habita.

Le temí al movimiento,
pero tu cuerpo se agitaba como el mío;
la amistad tuvo otro nombre,
que dejamos enquistarse en la garganta.

Mi realidad volvió al curso
de los espacios cerrados.
Los labios no se tocaban;
tejían el camino sutil a la mentira.
Cada palabra era un mensaje cifrado,
un fósil cerrado en sí mismo,
que esperaba el momento para abrirse.

Concebimos una realidad detrás de las puertas.
En los interiores,
fabricamos puentes hacia una desnudez real.

Otros marcaron el límite
entre el mar y la costa.
La marea nos llevo lejos del puerto,
Nos sumergimos y contuvimos la respiración bajo el agua.

El sudor frío,
la rigidez de nuestros músculos,
unidos,
cimentaron una arquitectura inestable.
El disfraz era el mismo cada noche.

Cuando envejezcas
tu cara tendrá las marcas
de cada una de tus mentiras.

Un viaje me hizo regresar al espacio de mi cuerpo.
Recuerdo la carretera,
las curvas incesantes que trazaban el camino.
Sostuviste mi cabeza para frenar las arcadas;
tu gesto cercano marcó el fin del artificio,
el retorno a la orilla verdadera.

Volví a mi tacto.
Seguí la ruta de los árboles caídos
para limpiar sus ruinas.

Madre,
esto es mi cuerpo;
éste, su nuevo nombre.

La lluvia removió el barro que me tapaba los poros.
Confié mi rumbo a la proximidad de nuestras manos
para fijar mis ojos
en la igualdad de nuestros cuerpos.


Catherin Colaw - inmersa en el paisaje

En las venas del árbol

La raíz es la ruta para quien teme su voz.
Las palabras se alimentan de la tierra,
se encadenan a la fibra endurecida,
sorda osamenta que se agita en este árbol de ciudad.


La voz del árbol solo empuja el pavimento.
sube,
grita sus salida a cada una de las ramas.


No la sostienen,
baja,
las astillas como cimientos de su lenguaje fósil,
expulsado de la superficie.
En el momento de la muerte, cuando los músculos se distensan del todo y la mirada se dirige vertical al techo, el rostro de cualquier muerto cercano es el de un desconocido. Se borran las líneas y con ellas los lazos. En esa figura de cera modelada no está el paso de los años. Ningún gesto en la envoltura, en la cáscara seca.

No es posible encontrar la resonancia de los rasgos propios en un muerto. Miro una foto de mi padre cuando tenía treinta años. No conocí a aquel hombre joven, pero así es como aparece algunas noches, desprendido de la imagen gris de la fotografía. Lo recuerdo inexacto, a veces diluido. Uno a ese rostro una voz, alejada de las células comiéndose una a otra, de las mutaciones, del temblor. Alejada del rostro de cera de un desconocido.

En un tiempo con fisuras, mi memoria decide el rostro de mis muertos.

Biografía
Julieta Gamboa (Ciudad de México, 1981) es licenciada en Lengua y Literaturas Hispánicas por la Universidad Nacional Autónoma de México. Ha participado en los talleres de poesía de Hernán Lavín Cerda y Máximo Cerdio. Trabajó en el equipo editorial de la revista Discurso Visual del Centro Nacional de Investigación, Documentación e Información de Artes Plásticas del INBA. Sus poemas fueron incluidos en la antología del concurso universitario Décima muerte, en 2000. Ha publicado en revistas como Palabras diversas y Los poetas del 5. Actualmente es becaria de la Fundación para las Letras Mexicanas.

Nota mía: La primera vez que leí a Julieta Gamboa fue en el blog de Emma Gunst. Le agradezco su labor y su entrega. 
La poesía de Julieta Gamboa es de gran calidad: Me interno en sus recovecos y despierto ante el temblor de la palabra. 



  


viernes, 11 de octubre de 2013

Diana Bellessi poemas

Foto de Sophie Thouvenin
Poética

Sí, es verdad que la poesía está
simplemente ahí y no tendida
como una reina sino en constante
transformación de eso que miramos
sí, cualquier cosa en la irrazonable
materia yendo del tormento hacia
la dicha y al revés, como el copo
inmaculado de esas flores
desgajadas al cenit y ahora
sí, decayendo pero al centro
se alzan los pimpollos del racimo
enlazados al fin por el tiempo
aunque el próximo abril otro copo
vuelve ingenuo como hoy a florecer
sí, para mostrar la perfección
de la paciencia en la materia
que parece atolondrada claro
al no ver que solo la muerte acecha
a la belleza y es precisamente
sí, su única presa, famélica
muerte tan parecida a nosotros
que tenemos toda la poesía
ahí y no tendida sino en labor
constante de quien mira y en su carne
propia, sí, que no ve otra cosa
perdiendo así la ceremonia
de la entera materia donde alguien
corta como yo un ramo y soy
lo cortado esta vez o quizás
sí, lo mirado porque es verdad
que la poesía está simplemente
y no seremos solo nosotros

quien la revela o lo revelado.

Foto de Sophie Thouvenin
El jardín

He construido un jardín como quien hace
los gestos correctos en el lugar errado.
Errado, no de error, sino de lugar otro,
como hablar con el reflejo del espejo
y no con quien se mira en él.
He construido un jardín
para dialogar
allí, codo a codo con la belleza, con la siempre
muda pero activa muerte trabajando el corazón.
Deja el equipaje repetía, ahora que tu cuerpo
atisba las dos orillas, no hay nada, más
que los gestos precisos -dejarse ir- para cuidarlo
y ser, el jardín.
Atesora lo que pierdes, decía, esta muerte
hablando en perfecto y distanciado castellano.
Lo que pierdes, mientras tienes, es la sola compañía
que te allega, a la orilla lejana de la muerte,

Ahora la lengua puede desatarse para hablar.
Ella que nunca pudo el escalpelo del horror
provista de herramientas para hacer, maravilloso
de ominoso. Sólo digerible al ojo del terror
si la belleza la sostiene. Mira el agujero
ciego: los gestos precisos y amorosos sin reflejo
en el espejo frente al cual, la operatoria carece
de sentido.
Tener un jardín, es dejarse tener por él y su
eterno movimiento de partida. Flores, semillas y
plantas mueren para siempre o se renuevan. Hay
poda y hay momentos, en el ocaso dulce de una
tarde de verano, para verlo excediéndose de sí,
mientras la sombra de su caída anuncia
en el macizo fulgor de marzo, o en el dormir
sin sueño del sujeto cuando muere, mientras
la especie que lo contiene no cesa de forjarse.
El jardín exige, a su jardinera verlo morir.
Demanda su mano que recorte y modifique
la tierra desnuda, dada vuelta en los canteros
bajo la noche helada. El jardín mata
y pide ser muerto para ser jardín. Pero hacer
gestos correctos en el lugar errado,
disuelve la ecuación, descubre el páramo.
Amor reclamado en diferencia como
cielo azul oscuro contra la pena. Gota
regia de la tormenta en cuyo abrazo llegas
a la orilla más lejana. I wish you
were here, amor, pero sos, jardinera y no
jardín. Desenterraste mi corazón de tu cantero.


The Garden

I have built a garden like someone who makes
the right gesture in the wrong place.
Wrong, not from error but from another place,
like talking with the reflection in the mirror
and not with the one who looks into it.
I have built a garden in order to converse
there, elbow to elbow in beauty, with the always
mute but active death working the heart.
Drop the baggage it repeated, now that your body
makes out the two shorelines, there is nothing, except
the precise gestures –to let oneself go- to care for
and be, the garden.
Treasure what you lose, it repeated, this death
speaking in perfect and distant Spanish.
What you lose, while you hold on, is the only companionship
that gathers you up on the far shore of death.

Now the tongue can come untied so it can speak.
The tongue that could never be the scalped of horror
provided with the tools to make the marvellous
from the ominous. Terror is only endurable to the eye
if beauty sustains it. Look at the blind
hole: the precise and loving gestures with no reflexion
in the mirror in front of which, the maker lacks
meaning.

To have a garden is to give yourself over to it and its
eternal movement of departure. Flowers, seeds and
plants die forever or they renew themselves. There is
pruning and there are moments, in the sweet darkness of a
summer twilight, to see it spilling over like this
while the shadow of its fall foretells
the solid radiance of March, or in the dreamless
sleep of the subject when it dies, while
the species that contains it doesn’t stop forging itself.
The garden calls for its gardener to see it die.
It demands her hand sculpt and modify
the naked land, given return in the tilled flowerbed
under the frozen night. The garden kills
and asks to be dead so it can be a garden. But to make
the correct gestures in the wrong place,
dissolves the equation, reveals bleak windswept plain.
Love reclaimed through difference like
dark blue sky against the pain. Royal
drop of the storm in whose arms you arrive
on most distant shore. I wish you
were here amor, but you are gardener and not
garden. You unearthed my heart from your flowerbed.

Traducción de Christiane Jacox Kyle

Diana Bellisi nos habla de la inspiración y nos lee  su poesía

Biografía
Diana Bellessi nació en Santa Fe, Argentina 1946. Poeta y filósofa. Durante dos años coordinó talleres de escritura en las cárceles de Buenos Aire, experiencia plasmada en el libro Paloma de contrabando (1988). Es autora de los poemarios: Destino y propagaciones (2005), La voz en bandolera (2008), entre otros. Le han otorgado las becas Guggenhein en poesía (1993) y la de Trayectoria en Poesía del Fondo Nacional de las Artes (2007). Ganó el Premio Fundación El Libro por mejor Libro Año 2009 en la Feria del Libro de Buenos Aires (2010) y ha ganado el Premio Nacional de Poesía (2011).

Fuente: Revista Fórnix Nº 12 - Memoria del Segundo Festival Internacional de Poesía de Lima (FIPLIMA) 2013 – Editorial Nido de Cuervos – Lima Perú