Foto de Edward Weston
Lina de Feria, poesía
XIII
A Cintio vitier
hay un amago de hoja nervada
Cintio entre sus ojos
y pienso en la otra planta
como la cicuta del cuento
yéndose con la rara muerte del sabio
y lo intuyo lejano de la amargura común
como una liebre de fondo
que rápida busca
el camino más amplio para vencer
tanta velocidad hacia el esqueleto de los versos
hacia la transida terminación del siglo
con el agua vertiendo la extraña sabiduría
de algo que no es precisamente una “lección”
sino el encuentro del hilillo de luz de los
arroyos
con la mano insegura
que sorprende los morir-vivir
al soplo de los cielos.
usted captó en mí lo incapturable
y ahora cuando desierta
develo el enmohecido cristal
donde me miro
Cintio sonríe como la sombra
en la foto de la película del insólito Clouzot
insomne en su mirada
inexplicable.
(De El libro de los equívocos)
Poema Tras la Crisis
Los huéspedes de la tierra vienen para
una sola tarde. Amábamos, destruíamos,
viviamos en nuestra hora de muerte pero se
alzaban sobre nosotros las eternas estrellas,
bajo ellas los concebimos.
(Ilya Ehremburg)
I
todavía con algo de prohibición de madre
de reciente adolescencia sobre mis botas
quisiera disertar sobre tantos detalles
sobre tantas cosas de mi mundo de alrededor
quisiera poseer esas viejas palabras
y las palabras jóvenes y hasta el silencio
para explicar el hallazgo y la vida
para hablar del pequeño camarada
o del otro grande y difícil.
para contar como hago
que el hábito sea origen
y los humos fabriles comiencen desde abajo
a hacerme la memoria,
para contar mi batalla
de mi declaración humana
de mi sudor ya descubierto
para contar de un siglo ilimitado
que de pronto nos busca.
desde mi guardia miro:
el perro de esta tarde busca un amo
choca sin prevenirse
buscando quien le hable del semblante
del fuego interno que muestra
quiere saber si su expresión la recibimos
o es que está líricamente extraña
-como difícil de coger-
no bastaría con decir la tarde está bonita
habría que averiguar qué es eso aprisionado
que hoy se suelta
para echarse a correr en los cables eléctricos
y terminar temblando en la pupila del hombre
como si fuera un animal
un perro libre
mordiéndose la hora del corazón.
miro desde mi guardia:
oscurece el latón de la basura
lleno de cristales y noticias viejas
medio muerto al amanecer.
pero así le vigilo
junto a la ciudad y las calles
donde nadie bosteza o fuma
pero así le vigilo
en la ocasión de mi uniforme
desde todas mis once mil libertades.
(De El rostro equidistante)
De: Casa de Luciérnagas
Antología de poetas hispanoamericanas de hoy
Mario Campaña
La visión de Jeremías
A Michael Ávalos
La paganidad surgió buscando
que los mitos humanos confrontaran imaginación
y sufrimiento en las bárbaras hordas
soy un elefante despellejado
un sobrevuelo de zopilote
el encendido carbón
que se niega a morir
en la estela de los fuegos
el hombre estrena su quijotesca forma
por las calles del Down Town
y encuentro en un libro de Nabokov
que también los molinos
pudieran estar en las cuestas de Samaria
el mundo será desierto
y una angosta lágrima de nube
no servirá para darle plenitud al mar
salido de sus asideros
tragándose los icebergs
y parte de las lenguas físicas del polo norte.
La visión ya no es solo la amenazante
carta de descanso del dantesco continuar.
Cristo vino a salvarnos
pero las predicciones de Jeremías
nos persiguen como un sello
que puesto en mi corazón
me exige las razones furibundas
la furia parece ser el container
de las mareas altas
los megatsunamis tienden almendras
ahogadas en cada rostro humano
muerto.
El sufrimiento es cavernario
como si se hubiese transgredido
el manifiesto de ser
por la esencia de lo que se perdió
hilo azul de los aires
en las mañanas sagradas de la niñez.
No somos ni el comenta verde
ni la fresa recién salida del terrón
ni los rostros azules de Picasso
la hechura humana
estalló como ojo caído
a la estrella Polar.
y ahora se mueven las estructuras
del atlas cargando el mundo
de tal forma que las visiones
donde solo la robótica atina
a crear un mensaje tal vez
menos drástico
con respecto a la inteligencia humana
y su descendencia
urge desde la incandescencia
del pulmón interior
y apestan los soles ennegrecidos
de Tutmosis IV.
El hombre desde acá no observa
la esperanza
como si se tratara de una época
en que la cacería de brujas
no ha cesado.
La historia tiene lebreles tiránicos
en la palabra indirámbica
de sus hombres
y todo huele a estopa quemada
a ley que enajenando al hombre
le arguye desde dentro
pájaro amarillo en hueso
pececillo tragado por los alcatraces
la inutilidad del tiempo oculto.
El hombre
más que sentido sobre la palabra
y contenido trasnochado del pecado
solo tienen ante si el caos
una suerte de rostro de Hailraizer
que lo condena todo
a una sierra que corta la pierna
de un joven en un baño cerrado.
Hay una suerte de enfermedad
en lo cognoscitivo.
La ética ha pasado al plano inocuo
y en medio de la alharaca discursiva
reboza una copa de vino tinto
sobre los canalones de los techos
y ya el hombre perdidito
entre las líneas del tren
no canta baladas y bolerones
sino agolpa su frente
con una sinfonía Rock
que la amalgame
el continuado huir de sí mismo
que a veces requiere solamente
mirarme en otro
hallarme en la otra pupila
salir de la consternación del mundo
por breves instantes
de sentimiento interno
de alardes gratuitos de bondad humana
de recíproco resto
de hallarme entre los hombres
que aun meditan y sufren
con fuerza benigna
la búsqueda de Juana de los Ángeles
demoníaca y pura
y más pura por el tiempo
en que todo
aliviará este caos
azules poco neutro
pájaro a la deriva.
Lina de Feria
Miami, 12 2005.
Fuente: Revista Digital La Jiribilla
Lina de Feria (Cuba, 1945)
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