viernes, 1 de junio de 2012

Blanca Wiethüchter, poesía

Foto de Darrem Holmes



Quieres nombrar otra vez
según lo ayer aprendido
el encuentro del amor en la espesura.
El canto.
Todo parece tornar a un primigenio dorado
-lo dices secretamente-
sabes que las transformaciones
provienen de aquella señal en el cielo
que te hizo ver el otro aire de la luz
-el esplendor de un cuerpo de fuego
                                  -dices-
                                         que amas.

Las palabras van a tu encuentro
sin decir que son palabras
                                       y son efímeros planetas.
Ahora que te sabes entre los surcos
                                              -impaciente.
Ellas ignoran lo que deshacen
y también lo que hacen
cuando se trata de pronunciar otra vez
un cielo, una espada, un ángel;
aquel ángel que te guarda
y guardará a todos
de la gravedad inmensidad de los silencios.

De: En los negros labios encantados

Evocación

Al atardecer, en esta ciudad
-en el café de la universidad-,
estábamos los dos, los tres, los cinco…
húmedo de luz,
y detenidos en la corriente
de una respuesta instantánea.

Y éramos cálidos
En la intimidad del humo,
Ciegos en la noche intocada,
Para descubrir un día
El esplendor y la desdicha
De un paisaje ávido,
Que entraba por la ventana.

Llegó un nombre

Llegó un canto y ardió el hombre
Para entregarnos
El latido de una fiera obstinación.

(Para el Che Guevara)

De: Asistir al tiempo

(fragmento)

Yo que soy profunda
                              lóbrega
como la tierra
húmeda y caliente.

Yo que soy nocturna mirada como ella
aunque ciega de los pies
voy girando en otro tiempo
tenazmente hacia la muerte.
Yo que soy como ella
la amo
                  planetariamente
como si fuera mi sombra.

Este es mi cuerpo
nido de ojos furtivos
acostumbrados al miedo
—esa manera de pensar el mundo
en la penumbra
                  (umbral que ella crea
                  para engendrar la piedra.
                  Oscuridad que nos queda
                  después del inaudible grito).

Este mi cuerpo subterráneo
envuelto en sedas de innumerables fuegos
es mi cuerpo profundo que se está yendo
y sin embargo pregunto
¿quién es, quién es la que se queda y mira
cómo se va, cómo se está yendo
este mi cuerpo llorado por otro cuerpo
de la tierra amado y sombra?

De: La Lagarta

Fuente: 
Casa de Luciérnagas de Mario Campaña - Antología de poetas hispanoamericanas de hoy - Editorial Bruguera.

Biografía
Poeta, narradora y ensayista boliviana, 1947 - 2004. 
Sus principales libros de poesía son: Asistir al tiempo (1975), Travesía (1978), Noviembre 79 (1979), Madera viva y árbol difunto (1982), Territorial (1983), El verde no es un color: A la luz de una provincia tropical (1992), Los negros labios encantados (1992), Memoria solicitada (1992), El rigor de la llama (1994), La Lagarta (1995). Su antología La Piedra que labra otra piedra (1999) incluye el poema en primera edición: Qantatai (Iluminado).

Blanca Wiethüchter, leyendo el poema Luminar en el Festival Internacional de Poesía de Medellín.

Más poemas en:



2 comentarios:

silvia zappia dijo...

bella mujer, Blanca

abrazo*

Unknown dijo...

Bellísimo. Me encantó.Qué poema lindooo