lunes, 8 de septiembre de 2014

Leticia Quiroz - Sosiego - Poema

Imagen de Dan Estabrook
Sosiego
  
"Y repetir ardiendo hasta el descanso
 que no es para llorar, que no es decente.
 Y porque a la verdad, no es para tanto."
 Fuego de pobres -  Bonifaz Nuño




Se me cae de las manos

un temblor melancólico,

en las uñas un rubor de nacimiento

se gesta silencioso y brillante

la tarde se abre de par en par

son la mañana y la noche

dos páginas en blanco

botones de plata pulida

ojos deslumbrados mirando fijamente.

Todo huele a esporas, hierbas o té.

El vientre extraña la ausencia meticulosa

en cambio el vapor y sus gotas tibias

humedecen tejidos y poros

una fiesta cristalina y serena

germina en las comisuras del cuerpo,

las arrugas de la frente

y las cicatrices en las rodillas

guardan silencio expectantes,

no es suya la gloria de estos días

su tragedia se ampara en sus grietas.

Ni sombras ni asombro,

lleno y sitiado el cuerpo

se deja tomar lentamente,

son días de abrir botones

cambiar sábanas

recoger semillas

días que vienen escalando

uno a uno los segundos

pacientes esperaron su turno

para llegar a la estación puntual

como las canas o los músculos.

Los otro días

los de la cuna

la sal y el yodo

se retiran,

         -un paso atrás todo lo que no es este día

pues se me ha caído un desconcierto

y mientras no aparezca

habrá que agotar el júbilo

beber su pulpa

alimento para desempleados de la tristeza

para aquellos que lo han perdido todo

hasta el cansancio

aquellos a quienes sin temblor ni arena

les llegan días de humedades

como ríos verdes

nubes portentosas

y hormigas diligentes.

Este es el invierno del desencanto

una brisa humilde

poblando el vacío

y humedeciendo

tierna y cálidamente

la conciencia de los perdedores.






De pronto

uno se siente fuerte

cree que puede volverle la cara a la ciudad

que ha visto quemarse

una y otra vez

quiere creer

ahora no habrá sal

ni derrumbes.

Y así

obviando las sombras y sus persecuciones

en la distracción de los días crédulos

se acumula poco a poco

un sedimento nostálgico

primero la sospecha:

algo por ahí se echa a perder

después la certeza:

algo se ha perdido,

el ufano atrevimiento se ha debilitado.

Uno comienza a olfatear,

el hedor es fuerte

se huele las manos

bajo las mangas

los pies

todo está impregnado con la misma sustancia

entonces uno toma un vaso

y lo que bebe le sabe amargo

si se pone una camisa causa escozor en el cuello o la cintura

si abre una puerta algo golpea en la cabeza

y es catastrófico

porque le está sucediendo

y además

ha tomado el periódico

la correspondencia

o uno de sus libros

y lo han confirmado:

está enfermo.

Entonces le duele todo

las pestañas

la muñeca que dejó en la banca a los cinco años

el pastel para mamá que se resbaló de las manos antes de llegar a casa

y llora por sus manos de mantequilla

el rayón en sus zapatos nuevos

por aquella vez que no dijo te quiero

y se quedó sólo mirando.

Llora

se queja y se duele

porque se le ha constipado una arteria

o un puente

o algún sentido

o todo junto

porque todo se comprime

y todo el mundo

sus tragedias y espectáculos

simulacros y revelaciones

todo el mundo

se contrae en el embudo de su cabeza

y es tanto

y tan mundano

que debe alzar la voz

el canto

la mueca o alarido

algo tiene que abrirse

y donde más le duele comienza a sobarse

a murmurar reproches y consuelos

poco a poco sana su distracción

su ilusión anacrónica e improcedente

comienza a verse de nuevo

el látigo de su orgullo increpado

vapuleado por su despotismo

entonces de alguna ventana

orificio

muro o percha

se descuelga una elegía desbordada,

pero en el cosmos infinito

no es más que un grito desde un abismo súbito

sin permiso para abrirse paso

un mimado afán sin intención regulada

o certeza de razón.


   

Biografía 

Leticia Quiroz (Navojoa, Sonora 1978), estudió Literaturas hispánicas en la Universidad de Sonora; es coautora de las antologías: 99 poemas mexicanos de amor (Grijalbo) y Cartas inolvidables de la literatura universal (Planeta), ha colaborado en diversas publicaciones a nivel nacional y estatal. Fue becaria del ISC en 2011 para escribir el libro: La perdurable sombra de una casa. Actualmente es maestra de literatura en centros de readaptación social para menores de edad.

1 comentario:

Carmela dijo...

Impresionante.
Y bello.

Un beso, María.