jueves, 31 de mayo de 2018

Jazmina Caballero - poesía


Imagen de Tashaki Okada

Jazmina Caballero - poesía

Me parezco a las seis de la tarde.
Por eso, al anochecer no me encuentro



Cuando los fantasmas tejen mi casa,

se enredan en mi pelo como una cualidad

y el escombro del calendario me siente salobre:



Llévame, demonio

Llévame a cantar la muerte

Celebremos el castigo.



Llévame lejos entre los despojos,

hazme ceniza, sálvame del presidio,

Vuélveme hoja, sal.

Llévame, amor impúdico,

Violenta los principios de vivir a ciegas.



Demonio mío que bendice,

demonio que pierde al mundo,

Sálvame que solo tú

Vociferas en mi pequeño infierno.

****

Es tiempo de buscar las flores preferidas,
los ataúdes, la tierra.
Es tiempo de enterrarlo todo.
Todo terminó.
Una enfermedad incurable sería benigna.

Todo será extravagante: el duelo,
la soledad, las condolencias,
todo será obsesivo
arrancando tu piel añadida a mi cuerpo 
y la mía al tuyo,
deshaciéndonos el uno del otro.
Aprenderemos a olvidar, quizás odiar,
y elegiremos la última sonrisa,
porque ya sabemos
de qué moriremos.
Todo está maldito:
la gente, las ciudades.
Todo lo mataste:
el suelo, los escarabajos.
Todo es sombra bastarda.
Todos son ciegos.
Me cierro para obviarte 
y en cada rendija de las casas está tu egoísmo,
tu miseria.
Todo desapareció;
las criaturas mojadas
enredadas en la telaraña.
Todo está maldito
por donde pasaste.
Huyo; 
todo es azufre,
todo gritos.
Sálvenme 
de las migajas.
Todo lo mataste:
la gula, la ira.
Nada queda,
ni Dios para blasfemar.
Todo está maldito, cada hoja, la luna…
Todo está maldito
porque aquí estuviste.


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