sábado, 1 de octubre de 2011

Blanca Varela, poesía


Fernando de Szyszlo - Ronda Nocturna

Destiempo

I
Se fue el día,
las escamas del sueño giran.

Todo desciende,
la noche es el tedio.

En el desierto, a oscuras,
temerosa del amor
la ostra llora a solas.
Caen las lívidas hojas de tu frente,
Te alejas, negra burbuja sin destino.

Se abren súbitamente mil calles,
arrecifes en llamas
retienen tu cuerpo helado como una lágrima,
nada te hiere,
el coral clava su garra en tu sombra,
tu sangre se desliza, inunda praderas,
salta de las ventanas como un rojo sonido
y todo esto no es sino el otoño.

II

Estréchame las manos,
la única luz que nos queda,
no me dejes olvidada
en la cima de la ola.

Aléjate.

Aparten ese frío paisaje de cipreses,
escombren esos náufragos que ocultan el horizonte.

La vida es una noticia conmovedora.

Atravieso el desierto,
la terrible fiesta en el centro de un cielo derribado.
Estoy casi olvidando.

III
A César Moro

El rayo ha perfumado ferozmente nuestra casa.
Tenemos sed, tenemos prisa por golpear
con el hueso de una flor en la tiniebla.
Hay un árbol talado en esta historia.
Contemplamos el cielo. No hay señales.
¿Es de día? ¿Es de noche?
Murió la araña que medía el tiempo,
sólo hay un viejo muro y una nueva familia de sombras.

IV

Deseos, piedras, cielo a jirones,
ni un ave.
Estoy huyendo.
Una nueva montaña,
un río joven, sin ira.

Éste es el mundo que amo.
Quiero un cielo veloz,
la mañana distinta, sin colores,
para poner mis ángeles,
mis calles donde siempre hay humo y sorpresa.

V

Aquella torturada nube parecía tan firme,
ambulando,
desgarrando,
chocando con masas de ángeles.

Cóncava,
valva de viene y soledad,
de trajín y música constante,
de arena, de resplandor
y fuga,
desierto etiope
en un tutti de gemidos
y sorpresa.

Tan exacta
sobre el laberinto de la pupila,
color perdido
de vieja misiva,
terrible silencio
de quien ha sacudido el aire
y conoce el vado de los sollozos.

Continuaba,
migradora,
llave del torbellino
como una gota pura
preñada de su propia existencia.

VI

El mar pliega las alas al atardecer,
tú no eres sino una pálida burbuja
navegando al golpe del aliento,
un negro trino,
el sol que sale en el centro del pecho
en mitad de la calle,
un silencio en la música dura
de la ciudad sin límites.

Para atravesar ese océano,
ese golpe de luz en la siesta,
no bastaría la eternidad.

VII

Toda la palidez inexplicable es el recuerdo.

Travesía de muralla a muralla,
el abismo es el párpado,
allí naufraga el mundo
arrasado por una lágrima.

VIII

Despierto.

Primera isla de la conciencia:

un árbol.

El temor inventa el vuelo.

El desierto familiar me acoge.

Alguien me observa con indiferencia.

IX

El amor es como la música,
me devuelve con las manos vacías,
con el tiempo que se enciende de golpe
fuera del paraíso.
Conozco una isla,
mis recuerdos,
y una música futura,
la promesa.

Y voy hacia la muerte que no existe,
que se llama horizonte en mi pecho.
Siempre la eternidad a destiempo.

La muerte se escribe sola...

La muerte se escribe sola
una raya negra es una raya blanca
el sol es un agujero en el cielo
la plenitud del ojo
fatigado cabrío
aprender a ver en el doblez

entresaca espulga trilla
estrella casa alga
madre madera mar
se escriben solos
en el hollín de la almohada

trozo de pan en el zaguán
abre la puerta
                 baja la escalera
el corazón se deshoja

la pobre niña sigue encerrada
en la torre de granizo
el oro el violeta el azul
                  enrejados

no se borran

no se borran

no se borran

Blanca Varela, poeta peruana - 10 de agosto de 1926 - 12 de marzo de 2009 







Memoria del Festival Internacional de Poesía de Medellín. En junio de 1995 se celebró en Medellín, la quinta edición de este evento. La lúcida poeta peruana Blanca Varela fue huésped de honor del evento, donde el que leyó su poema Canto Villano. 



Canto Villano

y de pronto la vida
en mi plato de pobre
un magro trozo de celeste cerdo
aquí en mi plato

observarme
observarte
o matar una mosca sin malicia
aniquilar la luz
o hacerla
hacerla

como quien abre los ojos y elige
un cielo rebosante
en el plato vacío

rubens cebollas lágrima
más Rubens más cebollas
más lágrimas

tantas historias
negros indigeribles milagros
y la estrella de oriente

emparedada
y el huesos del amor
tan roído y tan duro
brillando en otro plato

este hambre propio
existe
es la gana del alma
que es el cuerpo

es la rosa de grasa
que envejece
en su cielo de carne

mea culpa ojo turbio
mea culpa negro bocado
mea culpa divina náusea

no hay otro aquí
en este plato vacío
sino yo
devorando mis ojos
y los tuyos




Casa de Cuervos

porque te alimenté con esta realidad mal cocida
por tantas y tan pobres flores del mal
por este absurdo vuelo a ras de pantano
ego te absolvo de mí laberinto hijo mío

no es tuya la culpa
ni mía pobre pequeño mío
del que hice este impecable retrato
forzando la oscuridad del día
párpados de miel y la mejilla constelada
cerrada a cualquier roce
y la hermosísima distancia
de tu cuerpo
tu náusea es mía
la heredaste como heredan los peces la asfixia
y el color de tus ojos
es también el color de mi ceguera
bajo el que sombras tejen sombras y tentaciones
y es mía también la huella
de tu talón estrecho de arcángel
apenas pasado en la entreabierta ventana
y nuestra para siempre
la música extranjera
de los cielos batientes
ahora leoncillo encarnación de mi amor
juegas con mis huesos
y te ocultas entre tu belleza
ciego sordo irredento casi saciado y libre
con tu sangre que ya no deja lugar
para nada ni nadie

aquí me tienes como siempre
dispuesta a la sorpresa de tus pasos
a todas las primaveras que inventas
y destruyes
a tenderme nada infinita sobre el mundo
hierba ceniza peste fuego
a lo que quieras por una mirada tuya que ilumine mis restos
porque así es este amor
que nada comprende y nada puede
bebes el filtro y te duermes
en ese abismo lleno de ti
música que no ves colores dichos
largamente explicados al silencio
mezclados como se mezclan los sueños
hasta ese torpe gris que es despertar
en la gran palma de dios
calva vacía sin extremos y allí te encuentras
sola y perdida en tu alma
sin más obstáculo que tu cuerpo
sin más puerta que tu cuerpo
así este amor
uno solo y el mismo con tantos nombres
que a ninguno responde
y tú mirándome
como si no me conocieras marchándote
como se va la luz del mundo
sin promesas y otra vez este prado
este prado de negro fuego abandonado
otra vez esta casa vacía
que es mi cuerpo
a donde no has de volver

Más sobre Blanca Varela en :
Artículo de Carmen Olle sobre la autora:
Más poemas en:
http://amediavoz.com/varela.htm

Más información sobre el cuadro en:
http://www.latinamericanmasters.com/english/exhibit_szyszlo2.html

Datos del vídeo Casa de Cuervos el Youtube y en :
http://yanaallqu.blogspot.com/

1 comentario:

EG dijo...

Hola María!!! Blanca Varela...una enorme poeta!!! Estoy enamorada de ese que dice:


No importa la hora ni el día
se cierran los ojos
se dan tres golpes con el
pie en el suelo,
se abren los ojos
y todo sigue exactamente igual

Poderes mágicos

Un abrazo enorme!!!