martes, 28 de febrero de 2017

Linda Maria Baros - Dos poemas



Imagen de Antonio Mora
En la trampa de las narices


El alba es una mujer
            que rompe tus ventanas con sus senos
            – rojos son sus pezones
                        que amamantan a los vagabundos…

Ah, se escucha sonar la hora de la caza…
(Malditos sean Vlachka y su Teleorman!)

Prepara el descenso, la incursión!
            La trampa para los invitados!
                                   Tiendo los lazos!
            Salpica tu rostro de sangre,
            como si tus arterias corrieran
            las máscaras africanas de las noches sin sueño!
Atrapa sus zorros rojos en la trampa de las narices!

Y, primero que todo,
prepara el descenso, la incursión.
                                   Incluso si nadie viene.
El alba – cuando la soledad
            te parece ser un cerebro cuajado sobre los muros.

Linda Maria Baros - traducción de Miriam Montoya



Imagen de Brooke Shaden
La camisa de kevlar


Ensartas largo tiempo la camisa de las paredes,
así como otros lo hacen con la camisa de la muerte.

Sí. Ensartas cada día la camisa estrecha de las paredes,
                        los sabuesos volantes de las persianas.

Los muros, los muros – los amigos, los enemigos,
el dulce retardo, sus bolsillos rotos,
sus delgados tobillos de yeguas, los frambuesos,
            la bomba que los irriga vigorosamente
            de lo recóndito de tu corazón,
            como de un filón de zurullo,
las fugas que enviscaban hace poco sus cabellos,
las plantas de los pies donde dejaban sus pesadas huellas,
las manitos de los homúnculos
            con las cuales ellos te aprietan contra su pecho
y untan de jabón, dulcemente, el nudo de tu cuerda,
            siempre los mismos, siempre próximos,
                        como si ya durmieras
                                   en alguna parte, bajo tierra;
hacen tintinear la campanillas de la ilusión;
            su ruido – temblando –
            como el del cañón de un revolver
                                   chocado contra los dientes.

Te despiertas la mañana y ensartas la camisa de las paredes.
Te acuestas la noche y ensartas la dulce camisa de las paredes.

Linda Maria Baros - Traducción de Myriam Montoya






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