Raquel Former - Amanecer
ABAJAMIENTO
En tu grandeza,
no podías comprenderme.
Para acercarte a mí
te hiciste Hijo de hombre.
Dejaste al Padre en su Quehacer
Celeste,
y Tú
te anonadaste.
Ahora sí que puedes.
Después de haber sufrido mis
engaños,
mi carencia,
ahora puedes entrar en mi
miseria;
mirarme desde dentro,
enternecerte,
de mi torpe caminar
y balbuceos.
Tropiezo a cada instante.
Si Tú no me recoges,
me tragará la noche
sin remedio.
Me tragarán las sombras.
¿Y Tú?
y Tú me creaste.
Si te fijaste en mí,
si ya me amaste,
si Hijo de hombre te hiciste por
mi causa:
ámame hasta el final,
hasta el regreso.
Entonces,
sólo entonces,
paladearé tu amor,
saborearé el zumo de tu Gracia,
gustaré del Banquete de tu Mesa,
Tú me deleitarás en tu Regazo.
Seré tu huésped,
agradecido y fiel,
y para siempre.
SÚPLICA
¿Me albergas un instante
aquí?,
¿al amparo de tus alas?
¿A la sombra de tu tienda,
tan sólo unos segundos?,
¿me recibes?
A ver si poco a poco te convenzo
de hacerme tu huésped.
Por ahora,
son sólo unos segundos los que
pido,
mientras pasa la noche.
Hace frío.
Merodean los lobos,
voraces y crueles comensales de
mi mesa.
Tengo miedo,
estoy solo.
Después,
si no te soy tan adverso y
repulsivo,
como no lo fui
cuando extendiste los brazos para
amarme,
tal vez me permitas
trasladar mis enseres,
y allegarme a tu casa para
siempre.
(De: Desde el telar del tiempo)
ESTE
LIBRE ALBEDRÍO
“Para que fuera libre
me sacaste de Ti.
De la recóndita sima de tu
insondable abismo
extrajiste tu imagen,
y esculpiste tu sueño en la
materia.
Materia hecha de nada,
transida de nostalgias
y de miedos.
Este libre albedrío
me hace amarte enloquecidamente,
y a la vez
olvidarte.
Extravía mis pasos
detrás de otros señuelos,
Mientras mis más oscuros rincones
extrañan tu Presencia.
Entre Tú y yo, Señor,
jolgorio de amores y rechazos.
Estás,
y te contemplo,
detrás de cada pensamiento.
Sondeas mi mirada
y me estremezco”.
De: “...Y Dar a Luz Tus Luces”).
Y
ÉL LES VENDÓ LOS OJOS
“Te esperábamos rey
y llegaste mendigo
Coronado de perlas
y lo hiciste de espinas
Trocaste por palabras
el poder y el dinero
Por curación del alma
el don del señorío
Confundiste la boca
de legistas y sabios
Oídos vanidosos
cerraste a tu mensaje
No salió de tu pecho
reclamo ni venganza
Ni siquiera defensa
ante calumnia infame
Un madero cargaste
sobre tu hombro virgen
Aceptaste la burla
las espinas y el beso
Te sumergiste hondo
en mares tenebrosos
y mataste a la muerte
en oscuro reducto
Luego subiste recto
a la diestra del Padre
A cambio de traiciones
nos regalaste Vida
¿Qué más puedo pedirte
Si fuiste Rey ungido?
Por corona: mi muerte
Y por cetro:
La Vida”.
De: “...Y Dar a Luz Tus Luces”
Irma Bettancourt - Santiago De
Chile, 1930
Fuente: varios y Ediciones Encuentro
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