Robert Parkeharrison
Encuentro inesperado
Somos
sumamente corteses el uno con el otro,
decimos:
qué agradable encontrarnos después de tantos años.
Nuestros
tigres beben leche,
nuestros
halcones van a pie.
Nuestros
tiburones se ahogan en el agua.
Nuestros
lobos bostezan frente a jaulas abiertas.
Nuestras
víboras se quedaron sin relámpagos,
los
monos sin inspiración, y los pavos reales sin plumas.
Los
murciélagos renunciaron a nuestros cabellos tiempo ha.
Sucumbimos
al silencio sin acabar la frase,
sonreímos,
sin recursos.
Nuestros
humanos
no
saben qué decirse.
Conversación con una
piedra
Llamo
a la puerta de una piedra.
-Soy
yo, déjame entrar.
Quiero
penetrar en tu interior,
Echar
un vistazo
Respirarte.
-Vete
–dice la piedra-.
Estoy
herméticamente cerrada.
Incluso
hecha añicos,
sería
añicos cerrados.
Incluso
hecha polvo,
sería
polvo cerrado.
Llamo
a la puerta de de una piedra.
-Soy
yo, déjame entrar.
Vengo
por mera curiosidad.
Sólo
la vida permite satisfacerla.
Quisiera
pasearme por tu palacio,
y
luego visitar una hoja y una gota de agua.
No
me queda mucho tiempo.
Mi
mortalidad debería ablandarte.
-Soy
de piedra –dice la piedra-.
Imposible
perturbar mi serenidad.
Vete,
no
tengo músculos risorios.
Llamo
a la puerta de una piedra.
-Soy
yo, déjame entrar.
Me
han dicho que encierras salas enormes y vacías,
nunca
vistas y bellas en vano,
mudas,
donde nunca han retumbado los pasos de nadie.
Confiésalo:
ni tú misma lo sabías.
-Salas
enormes y vacías –dice la piedra-.
Pero
no hay espacio disponible.
Bellas,
quizá, pero no para el gusto
de
tus limitados sentidos.
Puedes
verme, pero nunca catarme.
Mi
superficie te da la cara,
pero
mi interior te vuelve la espalda.
Llamo
a la puerta de una piedra.
-Soy
yo, déjame entrar.
En
ti no busco refugio para la eternidad.
No
soy desdichado.
Ni
carezco de techo.
Mi
mundo merece el regreso.
Quiero
entrar y salir con las manos vacías.
La
prueba de haber estado en ti
Se
limitará a mis palabras
En
las que nadie creerá.
-No
entrarás –dice la piedra-.
Te
falta el sentido de la partición.
Y
no existe otro sentido que pueda sustituirlo.
Incluso
la vista omnividente
te
resultará inútil si eres incapaz de participar.
No
entrarás, ese sentido, en ti, es sólo deseo,
mero
intento, vaga fantasía.
Llamo
a la puerta de una piedra.
-Soy
yo, déjame entrar.
No
puedo esperar mil siglos
para
estar entre tus paredes.
-Si
no crees en mis palabras –dice la piedra-,
acude
a la hoja, que te dirá lo mismo que yo,
o
a la gota de agua, que te dirá lo mismo que la hoja.
Pregunta
también a un cabello de tu cabeza.
Estoy
a punto de reír a carcajadas,
De
reír como mi naturaleza me impide reír.
Llamo
a la puerta de una piedra.
-Soy
yo, déjame entrar.
-No
tengo puerta –dice la piedra.
Traducción:
Ana María Moix y Jerzy Wojciech Slawomirski
De:
Paisaje con grano de arena – Traducción de Ana María Moix y Jerzy Wojciech
Slawomirski – Editorial Lumen
En
recuerdo a Wislawa Szymborska, ayer se cumplió un año de su muerte.
4 comentarios:
Poesía de muy alta factura. Qué bueno recordar esta voz inmensa que documenta, a un año de la muerte de la persona, que la poesía es perenne.
Interesante espacio el tuyo,
buen fin de semana.
un abrazo.
Siempre me parece tremenda.
Un beso, María.
una belleza de emociones!!!
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