Super Moon de Tim Mccord
Fantasmas de la noche
El espejo
no refleja tu figura, en el ángulo superior cuelga un hilo largo y amarillo que zurce
las cicatrices de la infancia. El viento no circula, se percibe el bochorno de
lo desconocido y el latido del mundo con sus prisas se enrosca en el peldaño de
la noche y te asfixia. El mundo es una línea recta sin horizonte, alrededor bailan
los rostros pálidos de los niños muertos. De un tiempo a esta parte, siempre
anochece, me cansé de vivir al interior de una caracola porque el aire ha quedado
preso. No existe flor que resista el peso de la angustia y si rascas la suela de
los zapatos sus huellas se hacen planas e infinitas.
En mitad
del océano, algún barco revolviendo las olas interminables del grito. Sólo
existe un manto ralo entorno a lo cotidiano mientras los lobos marinos asechan
detrás de las cortinas interiores de los barcos. Las lágrimas tienen el sabor
salado de las algas, con un cepillo de cuerdas anaranjadas peinas los cabellos
de los astros para mitigar el olor que desprende el miedo. Ahora que escribo
este poema, la cola del universo entona una canción que nadie la escucha. Estamos
absortos en los agujeros de las pantallas, hemos extraviado la voluntad y
llovido leche agria de vergüenza. Los guerreros han colgado su armadura, sus
corazones aún laten y sin embargo sus cuerpos son estatuas pululando por las
calles. La noche reclama el calor de las pestañas y la luna aúlla pensativa detrás
de las constelaciones del futuro. ¿Dónde se esconden los fragmentos de sus
habitantes? Han colgado sus sonrisas al interior de un círculo vicioso y el
agua se está consumiendo, la lluvia escasea como la voluntad y tiñe de pesar los
corazones extraviados.
He colgado mi vestido en la percha de la noche para no naufragar.
Mis poemas: María
Germaná Matta
2 comentarios:
Es muy interesante tu prosa, tiene miradas y lecturas múltiples. Las letras se deslizan en una muy delicada línea que separa la realidad y el sueño. Y entre cada una de ellas el miedo, la angustia, los reflejos, los latidos y la muerte se van fundiendo con la intención de borrar esos límites, tal vez...Mientras tanto, el mundo con sus propios códigos cotidianos (¿ serán "los agujeros de las pantallas" en los que "se esconden los fragmentos de sus habitantes"?)
ofrece ese "manto ralo" sobre la noche y sus naufragios.
Gracias por compartir tus letras, cargadas siempre de una muy intensa belleza.
Un enorme abrazo!!
Hilda Díaz
Querida Hilda,
Mil gracias una vez más por tu atenta lectura.
Este poema lo escribí casi sin respirar. Me sentí como poseída, llevaba en el interior una serie de sentimientos como la angustia permanente por lo cotidiano y esos miedos que a veces te asaltan y se hacen más latentes en la noche. También este mundo con sus códigos, sus prisas para alejarnos de lo que realmente importa y la difícil tarea de subsistir.
Un fuerte abrazo
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