Imagen de Sarolta Ban
De Abrigo
Quisiera que me
cuides
como se cuida a
aquellas personas enfermas
que ignoran la
grave naturaleza de su mal:
suavemente, sin
ningún gesto rotundo
de amor que las
alarme,
les revele de
repente la verdad.
Del tiempo en que
mi hermano y yo
crecíamos al sol,
abandonados
y desbordantes
como frutas salvajes,
quedó en mi pecho
un viento
crudo y antiguo
que no dejará de agitarse
ni aún en medio
del día más apacible,
más hermoso del
verano.
Cuidar lo que no
tiene cura: el cuerpo,
aunque más no sea
porque todavía contiene
ese secreto que
nos decíamos, de niños, al oído,
y que ningún
adulto recuerda.
Te di mi cuerpo y
lo recibiste
del mismo modo que
si un niño te hubiera ofrecido
un tesoro
incomprensible como prenda de amor:
el corazón de un
pájaro, un puñado de arena.
Imagen de Dominique Fortin
El camino de los sueños
Creí que la memoria era eso: una cascada cayendo desde un
despeñadero,
una corriente que arrastraría consigo al océano. No la
insistencia del agua
sobre la materia, el goteo, el trabajo de años para dejar una
muesca
insignificante sobre la piedra inerme. Hubiera deseado
conocerte antes:
dos chicas tendidas al sol de una terraza, en la siesta de
provincia,
quietas y alertas a la vez, como la vegetación del desierto,
que parece dormir o estar seca, y en cambio, cada verano
deja surgir de entre las hojas algún color sorprendente
en la monocromía de la arena. A veces te miro distraerte de
mí,
inclinada hacia el interior de tus propios recuerdos, atenta
como un animal asomando la cabeza dentro de un pozo
abierto en la tierra. Siempre intento descubrir en tus ojos
el contorno
del objeto prodigioso que estás viendo, y no alcanzo a
distinguir de él
más que su efecto, un cambio de intensidad en tu expresión,
el temblor, la reverberación del agua tras la caída de una
piedra
muy pequeña. Estamos lejos. Hasta mí llega la imagen ya
disuelta,
ya velada, en la historia que cada noche vas contándome,
hilo tras hilo del tejido recompuesto, que no puede
compararse siquiera a la espléndida trama original,
de la que estoy, aunque no quiera, ausente.
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