Robert and Shana ParkeHarrison
Fábula
En la mañana cuando la gente despierta en las aisladas celdas
de sus casas,
las bocas repletas de un sabor extraño a canto de libertad, el
vacío también despierta.
Tan pronto como está allí el vacío desea que la gente
desaparezca
afuera en el hueco de las maquinarias
que los aguardan para laborar el día entero.
El vacío espera disfrutar para sí mismo la posesión
de todas las casas de aislamiento.
Invisible y tenso el vacío simplemente espera.
Cuando está seguro de que todas las madres y padres y niños
salieron
Aparece de sopetón como un fantasma y se dedica a husmear en
toda cosa.
Nadie se alcanza a imaginar lo que es un vacío perverso
cuando se apodera de las casas aisladas de la gente.
Husmea cartas y aparadores. Se viste
con toda suerte de ropas y a si mismo se refleja en toda clase
de espejos.
El vacío todo lo maneja con la imagen de sí mismo. La gente
odia al vacío
y el vacío odia a la gente. El tiempo que deben compartir es
miseria.
Ambas partes tragan su disgusto por la otra.
El vacío se traga su disgusto por la gente
porque siempre habrá en frente una nueva y feliz mañana libre
de gente, que desaparece para ir a trabajar. Cómo es posible
que la gente se trague
su disgusto por el vacío, si en cambio no existe una nueva mañana
libre
del vacío que los espera en las factorías. Eso es cierto,
pero en las factorías la gente aprenderá a unir sus manos, y
cuando
la gente una sus manos el vacío simplemente se evaporará entre
el aire.
Las gentes hablan siempre de reunirse para desterrar al vacío
de allí de donde viven y trabajan.
Traducción de Rafael Patiño
Robert and Shana ParkeHarrison
Lengua
Silencio en la orilla. Semejante a un vibrante
movimiento bajo el agua, un enorme verbo.
Interacciones, intercambio incesante entre
palabras llenas y vacías para nuevos tiempos,
puntos de vista, nuevas dimensiones.
Aragon me enseñó a ver los verbos como algo
fundamentalmente móvil en el tiempo que, como
el espacio, hacen mayor su exterior para poder
respirar; y los verbos espaciales parecen danzar,
se escriben a sí mismos más allá de la longitud de
todas las lenguas del mundo, y con el tiempo se
vuelven más dulces y más sutiles, como cuerpos
que aman ser comprendidos. Las guerras del
hombre no son dulces. El fin del silencio en la
orilla. Las voces que sollozan desde antaño. Las gaviotas.
Traducción de Vicente Selles y Eduard Aguilar.
Imagen de Catrin Weltz-Stein
En el
mundo
La mujer trajo al niño al mundo.
Lo dejó estar allí en su cochecito un par de horas.
Desde la cocina no quitó ojo durante todo el tiempo
de lo que le pasaba al niño allí en el mundo.
Estallaban guerras.
Los cuatro elementos fueron transformados en dinero.
Se desarrollaban especies de existencias venenosas.
Florecía el terrorismo de Estado.
Había una bomba debajo del cochecito.
El niño gritó.
Se había despertado.
La mujer se precipitó a hacer algo.
Traducción de Francisco J. Úriz
Biografía
Marianne Larsen nació en Kalundborg, Dinamarca, en 1951.
Realizó estudios de Literatura y de Chino en la Universidad de Copenhague.
Trabajó en diversas fábricas y como enfermera. Es una de las poetas
comprometidas más importantes de su país. También es narradora y traductora de
Lu Xun. Libros de poesía publicados: Koncentrationer (Poemas y prosa, 1971)
Fællessprog (1975); Handlinger (1976); Hinandens Kræfter (1980); Der er et håb
i mit hoved (1981); Chance for at dance (1995) y Memorabilia (2001). Sus poemas
han sido publicados en Inglaterra, Suecia y Australia. Ha recibido más de una
decena de premios por su obra.
Fuente: Festival de Poesía de Medellín
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