miércoles, 7 de noviembre de 2012

Carson MacCullers - Los extranjeros - fragmento

*López-Cózar - cielo de otoño

Los Extranjeros (fragmento) - Carson MacCullers

“…Sufría por su hija mayor Karen, cuyo paradero y situación desconocía.
Y un dolor como ése no es una cosa constante, que exija ser medida, que se sienta en una proporción fija. Más bien (porque el judío era músico) un pesar así es como un tema subordinado pero apremiante en una obra orquestal, un motivo inacabable que regresa con todas las variaciones posibles de ritmo y colorido tonal y estructura melódica, tan pronto sugerido nerviosamente un pasaje de rapidísimo spiccato ejecutado por las cuerdas, como emerge de nuevo en la melancolía pastoril del corno inglés, o suena en una versión estridente pero truncada en lo más profundo de los metales. Y este tema, aunque casi siempre sutilmente oculto, afecta por su insistencia misma a todo el conjunto de la pieza muchas más que las melodías en apariencia más importantes. Y también hay veces en las que ese motivo, tanto tiempo contenido, desbanca, a una señal, de manera volcánica, a todas las demás ideas musicales, exigiendo a la orquesta en su totalidad que recapitule con pasión todo lo que hasta aquel momento se ha insinuado. Pero existe aquí una diferencia con el dolor. Porque lo que activa un pesar latente no es una señal preestablecida, como sucede con el gesto de la mano del director. Se trata de lo imprevisto y de lo indirecto. De manera que el judío podía hablar de su hija con compostura y pronunciar su nombre sin que se le quebrara la voz. Pero cuando, en el autobús, vio a un anciano duro de oído inclinar la cabeza hacia un lado para oír algún fragmento de conversación, quedó a merced de su dolor. Porque su hija tenía la costumbre de escuchar con la misma inclinación de cabeza y de lanzar una mirada rápida sólo cuando la persona hablaba había terminado. Y el gesto casual de aquel anciano fue el aldabonazo que liberó en él la pena tanto tiempo contenida, de manera que hizo una mueca de dolor y bajó la cabeza.”

De:     Los extranjeros (fragmento) 

Este cuento pertenece al libro:
El aliento del cielo
Autor: Carson McCullers
Editorial: Seix Barral Biblioteca Fomentor

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