lunes, 5 de noviembre de 2012

Olvido García Valdés, poesía


*Wassily Kandinsky - Blue sky

La caída del Ícaro

1
Los atardeceres se suceden,
hace frío
y las casas de adobe en las afueras
se reflejan sobre charcos quietos.
Tierra removida.
Los atardeceres se suceden,

Cézanne elevó la «nature morte»
a una altura
en que las cosas exteriormente muertas
cobran vida, dice Kandinsky.
Vida es emoción.
Pero quedará de vosotros
lo que ha quedado de los hombres
que vivieron antes, previene Lucrecio.
Es poco: polvo, alguna imagen tópica
y restos de edificios.
El alma muere con el cuerpo.
El alma es el cuerpo. O tres fotografías
quedan, si alguien muere.

También un gesto inexplicable,
discolo para los ojos, desafío,
erizado. Cuerpo es lo otro.
Irreconocible. Dolor.
Sólo cuerpo. Cuerpo es no yo.
No yo.

Lo quieto de las cosas
en el atardecer. La quietud,
por ejemplo, de los edificios.
El ensombrecimiento
mudo y apagado.

Como ojos,
dos piedras azules me miran
desde un anillo.
Los anillos
cuidadosamente extraídos
al final.
Como aquél de azabache y plata
o este otro de un pálido, pálido rosa.
Rostros y luces
nitidamente se reflejan en él.

En la noche corro por un campo
que desciende, corro entre arbustos
y choco con algo vivo
que trata de ovillarse, de encogerse.
Es un niño pequeño, le pregunto
quién es y contesta que nadie.

Esta respiración honda
y este nudo en la pelvis
que se deshace y fluye. Esto soy yo
y al mismo tiempo
dolor en la nuca y en los ojos.

Terminada la juventud,
se está a merced del miedo.

2
Verde. Verde. Agua. Marrón.
Todo mojado, embarrado.
Es invierno. Es perceptible
en el silencio y en brillos
como del aire.
Yo soy muy pequeña.
Un cuerpo caminando.
Un cuerpo solo;
lo enfermo en la piel, en la mirada.
El asombro, la dureza absoluta
en los ojos. Lo impenetrable.
La descompensación
entre lo interno y lo externo.
Un cuerpo enfermo que avanza.

Desde un interior de cristales muy amplios
contemplo los árboles.
Hay un viento ligero, un movimiento
silencioso de hojas y ramas.
Como algo desconocido
y en suspenso. Más allá.
Como una luz
sesgada y quieta. Lo verde
que hiere o acaricia. Brisa
verde. Y si yo hubiera muerto
eso sería también así.

De "Exposición" 1979

El recorrido del sol cuando cae...

el recorrido del sol cuando cae
la noche, el recorrido
de la noche, hacia dónde
va llegando, mirar
lo conocido como signos
que son y ya no son, un aceite
de estar, representar
su hueco,
desplazados miramos
como si fueran los otros
siempre a estar ahí y de
pronto no están o no estuvieran

De "Y todos estábamos vivos"

Conozco una pareja de cuervos...

Conozco una pareja de cuervos, sé que tienen
un tiempo semejante al de los hombres
para vivir; podría visitarlos,
pasear juntos
hasta los sauces de la orilla.
Hoy he hablado con alguien por quien sentí afecto,
le encontré satisfecho y próspero;
su enemigo murió. La muerte
siempre es de frío.

De "Ella, los pájaros" 1993

Fuente: A media voz

Olvido García Valdés, leyendo su poesía

Nació en Santianes de Pravia – Asturias – España, en 1950. Poeta, profesora, ensayista, traductora y crítica literaria. Licenciada en Filología Románica y en Filosofía.
Ha publicado seis libros de poemas: El tercer jardín (1986), Exposición (1990, Premio Ícaro de Literatura), Ella, los pájaros (1994, Premio Leonor), Caza Nocturna (1997), Del ojo al hueso (2001), Y todos estábamos vivos (2006), gracias al cual obtuvo el Premio Nacional de Poesía. En 2008 se reunieron todos sus libros de poesía en el volumen “Esa polilla que delante de mí revolotea”. Ha publicado el ensayo biográfico Teresa de Jesús (2001). Ha traducido a Pier Paolo Pasolini (La religión de mi tiempo, Larga carretera de arena) y, en colaboración, una amplia antología poética de Anna Ajmátova y Marina Tsvetáieva, El canto y la ceniza.
Sus poemas han traducidos al sueco, francés, italiano, inglés, alemán, portugués, polaco, rumano y árabe.


1 comentario:

çç dijo...

magnífica selección, regresaré para sentir con más calma

abrazos